sábado, 2 de mayo de 2015

Las horas 1

LA PUBLICACIÓN DEL LIBRO, COMO ACLARA EL BLOG EN SU PORTADA, CORRERÁ A CARGO DE LA BRIGADA PARA LEER EN LIBERTAD, A LA CUAL PERTENECE EL AUTOR. 
La gota que derrama el vaso, suele llamarse a la represión contra los normalistas entre ese 26 y 27 de septiembre. Las y los periodistas independientes y el pueblo guerrerense en lucha, con los padres de los muertos y desaparecidos y la organización normalista de Ayotzinapa da una batalla en regla desde entonces, para desmentir las groseras mentiras con las cuales el gobierno federal pretende cerrar el caso. Y avanzan notablemente.
En una de las transmisiones semanales por internet del diario La Jornada, Luis Hernández Navarro resume en buena parte ese esfuerzo social que busca la verdad.
La primera versión de la PGR es que los normalistas quieren sabotear el informe al DIF municipal de la esposa del alcalde José Luis Abarca, y candidata a suplirlo, cuyos familiares dirigen el cartel Guerrero Unidos (GU), uno de los varios creados tras desmembrarse el de los Beltrán Leyva. En represalia se ordenaría actuar a la policía local y los GU, responsables entonces de las muertes y desapariciones, asegura la autoridad apoyándose en un video que en secreto se encarga al más famoso productor de Televisa y a una exitosa publicista.
La segunda explicación oficial de la Procuraduría afirma que los Guerreros confundieron a los estudiantes con miembros de otro pequeño grupo criminal, Los Rojos, quienes irían a “calentar la plaza”. La nueva “tesis” exonera de los hechos, entonces, a Abarca, y hace algo más, también significativo, señala el propio Luis Hernández. Para sostener la tesis original se usaban los informes del C-4 (Centro Estatal de Evaluación y Control de Confianza) de Chilpancingo, en el que participan las policías de nivel municipal, estatal y federal y el Ejército, desde donde se monitoreó o espió a los de Ayotzinapa desde su salida de la Normal a las 17:59 hrs. hasta el fin de los acontecimientos. Según el Centro, los jóvenes llegaron a las ocho de la noche a la autopista Iguala-Chilpancingo y no entraron a la Central Camionera sino a las 21:22 horas, cuando el evento en el DIF había terminado y, sabemos también gracias a los trabajos periodístico de Anabel Hernández y Steve Fisher, Abarca, su esposa y amistades habían terminado la cena en una elegante taquería, sin muestras de alteración alguna vía celulares, etcétera. Caía por tierra, pues, el sustento del presumido sabotaje a la compañera del alcalde.
De acuerdo a los testimonios de los estudiantes, abandonaron la Central Camionera en cinco autobuses y no en cuatro, según afirmó la PGR. Dos de ellos tomaron el Periférico local y los otros tres la calle Juan N. Álvarez. Es decir, por tangentes, que nacen allí y corren hacia rumbos muy distintos: uno circunda la ciudad, iniciando en el sur hacia el poniente, y otro corta por en medio el núcleo urbano. Ambos grupos reciben ataques.
“Surgen aquí muchas preguntas –dice Luis y se concentra en una de ellas-. ¿Por qué no se nos habla de ese quinto camión, dónde quedó (…) dónde está el chofer…?” Luego hace referencia al primer ataque policiaco, que la autoridad federal asegura acontece en un solo punto, al frenar el paso de los normalistas sobre la Juan N. Álvarez, asesinando a dos jóvenes a balazos… “Esta versión es también absolutamente incorrecta (…) En el operativo hay efectivamente disparos, pero no hay un muerto. Hay una gente gravemente herida, que tiene muerte cerebral pero que sigue siendo atendido. Los dos estudiantes muertos no murieron en ese incidente.”
Por aparte la Policía Federal (PF) niega cualquier intervención en los hechos de sus agentes, incluida la mera presencia, agrega Anabel H. probando que no es así basada en tres reconstrucciones de los hechos organizadas por los padres de los desaparecidos, cuando la PGR no hizo una sola.   
“Los estudiantes –escribe la periodista- se dieron cuenta de la presencia de la PF cuando circulaban por la calle Juan Álvarez, en el centro de Iguala, huyendo de los disparos de la Policía Municipal. Según las reconstrucciones, los uniformados estaban a la altura del entronque de esa calle y Periférico y estuvieron presentes durante toda la agresión.”
Hago alto pues adelanto hechos, y el secreto de estas horas parece estar precisamente en la secuencia de acontecimientos y su alteración por los reportes gubernamentales y estatales. (Conviene que empecemos a seguir el consejo de Edgardo Buscaglia para cuanto se relacione con la violencia en México: distinguir con claridad gobierno de Estado, así las fronteras tiendan a borrarse por la desarticulación del último.)
Conforme a “la ficha informativa fechada el 26 de septiembre” que firma el coordinador operativo de la región norte de la Secretaría de Seguridad Pública y Protección Civil guerrerense (SPPG), José Adame Bautista, las policías estatal y federal, y no sólo la municipal, están presentes en los alrededores de la Central Camionera. Si bien “hasta ahora ningún policía federal ha declarado sobre los hechos”, hay constancia de que en la caseta sobre la autopista se encuentra el inspector Víctor Manuel Colmenares “con otros cinco uniformados y tres patrullas”, y que notifican al comandante en Iguala, Luis Antonio Dorantes (ambos oficiales serán removidos de la ciudad y sobre el segundo queda oculto su actual paradero).
Los agentes estatales y federales regresan los autobuses que se acercan, impidiendo que los estudiantes los tomen para para asistir a la marcha por el 2 de octubre en el DF.
De acuerdo al abogado que lleva el caso de desaparición, “un grupo de estudiantes logró tomar un autobús y el chofer les prometió entregárselos cuando hubiera dejado el pasaje en la central, pero cuando llegaron ahí los encerró y llegaron a rescatarlos sus compañeros en los dos autobuses en los que habían salido de Ayotzinapa esa tarde.
"Cuando llegan a la central, ellos [los estudiantes] empiezan a romper los cristales donde estaban los otros compañeros y los sacan, queda casi destrozado el autobús y ahí los guardias y algunos policías estatales de la Policía Auxiliar ya estaban en la central.”
El primer encuentro se produce entonces, a las 21:40 horas, con la Policía Estatal Auxiliar, sin disparos.
"Los estudiantes superaban en número a los policías auxiliares y éstos se replegaron, permitiendo el paso de los camiones."
Es tras el evento que los camiones salen y se separan por equivocación de los tres en ruta hacia el corazón de Iguala, donde a la altura de la calle Bandera Nacional la policía municipal impide el paso y los jóvenes bajan de las unidades para confrontarla.
Los grupos criminales, a pesar de sus estrechos vínculos con las autoridades de la zona, no aparecen ni como sombra. 
Antes de seguir con los sucesos de esa noche y madrugada, revisemos la historia de la consigna del movimiento que reclamara las desapariciones y asesinatos.

Fue el Estado
  

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