sábado, 9 de mayo de 2015

Las horas (II)

EL LIBRO, COMO ACLARA EL BLOG EN SU PORTADA, LO PUBLICARÁ LA BRIGADA PARA LEER EN LIBERTAD, A LA CUAL PERTENECE EL AUTOR. 
El 2 de octubre Arturo Cano, el periodista de largo historial, enviado por La Jornada escribe desde Chilpancingo:
"La espantosa imagen de un muchacho sin cara ha circulado profusamente en las redes sociales. Hoy, los normalistas de Iguala marchan de nuevo y cargan con ellos una manta con la fotografía de Julio César Mondragón, con una mujer y un recién nacido. 
"Era un muchacho blanco de rostro amable. Ya era padre y tenía apenas un mes de haber ingresado a la escuela normal de Ayotzinapa.
"De él, ya saben dónde terminó, pero no conocen la suerte de los 38 alumnos que, según los líderes estudiantiles, siguen desaparecidos. La lista se ha reducido, dicen, porquealgunos compañeros han llegado por su propio pie a la escuela.
"La madrugada del sábado 27 de septiembre, aterrado, Julio César Mondragón no hizo caso de los gritos de sus compañeros que pedían permanecer juntos. Echó a correr luego de que un grupo de sicarios disparó contra estudiantes y maestros de la Coordinadora Estatal de Trabajadores de la Educación en Guerrero (Ceteg) que ofrecían una conferencia de prensa tras el ataque de los policías municipales. Se lo tragó la noche de Iguala. Su cuerpo fue encontrado al día siguiente, espantosamente mutilado.
"Sus padres, y los de Daniel Solís Gallardo, oriundo de Zihuatanejo, no quisieron homenaje en la normal. El cuerpo –lo que quedaba de él– de Julio César Mondragón, el muchacho sin rostro de las redes sociales, el grueso de la tropa estudiantil que fue a Iguala a botear.
"Los representantes de Ayotzinapa no hallan las palabras para describir en qué estado hallaron a su compañero: ¿Qué clase de policía, qué clase de persona puede hacer algo así?, dice uno de los dirigentes de la normal.
(...) 
"Los estudiantes marcharán de nuevo mañana, mientras siguen al pendiente de sus compañeros desaparecidos y de los que aún permanecen en hospitales.
"Aldo Gutiérrez Solano es quien se encuentra en peores condiciones. Está más muerto que vivo.
"Édgar Andrés Vázquez lucha por recuperarse de un disparo que recibió en la cara. Otro compañero ya fue dado de alta, pero perdió varios dedos de una mano."
En ese momento, dos de octubre, todo es confusión genuina o deliberada, en los medios y entre la propia comunidad que forman los normalistas de Ayotzinapa, sus familiares y los organismos de derechos humanos que se apuran a apoyarlos. Empezando por el número de desaparecidos, treinta y ocho, al cual hacen referencia por los informes imprecisos sobre el regreso de algunos de los sesenta y siete no ubicados en principio. 
Al parecer, la cifra aquélla dirige los manejos de las autoridades estatales y federales, que al desviar la atención a las fosas clandestinas ubicarán justamente treinta y ocho cadáveres. Se habla de sicarios en clara referencia al crimen organizado, y nada indica la presencia de éste, al menos con claridad. Las primeras capuchas y camionetas Ram citadas por los estudiantes eran de la propia policía, según testimonios cuyo posible dolo carecía de motivo. 
Tampoco está en el panorama la ceremonia del DIF y su alteración como presunto objetivo de los normalistas, que se diría todo mundo sabe buscaban los recurso para trasladarse a la marcha por el 2 de octubre. En realidad es el alcalde quien dirige la mirada hacia allí y hacia su persona y la de su mujer: "se trató de una provocación al acto" declara, en palabras de un periodista, a las 22.30, cuando falta hora y media para el climax de la jornada. De paso da erróneamente por hecho "que no hubo heridos ni muertos", pues Aldo Gutiérrez Solano inicio ya su muerte en vida, alcanzado en la cabeza por una bala .232, y el rostro de Édgar Andrés Vargas cuyo rostro pierde sangre también debido a un proyectil, que sin duda alguna dispararon policías estatales, no municipales. De la PF hay registro también, si bien sus agentes se ausentan de la persecución que continuaría sobre Juan N. Álvarez en el momento en el que presidente municipal se dirige a la prensa. 
Van en los dos autobuses de Costa Line y un Estrella de Oro a la retaguardia con Julio César y otros.
¿Qué hace la Policía Federal entretanto, tras "cuidar las espaldas" de las demás fuerzas públicas a las ocho de la noche en la Central? ¿Qué hacen sus quizás cinco agentes que estaban en la patrulla, y los mandos a los cuales informan, bien enterados además por el C-4, es obvio, de cuantos movimientos se producen en el par de arterias empleadas por los estudiantes y en la ciudad y los municipios colindantes? ¿Y el 27 Batallón de Infantería militar, con un operador en el dicho Centro y el cuartel a kilómetro y medio del Periférico sobre el que avanzan los dos restantes camiones con los jóvenes?
Habrá tres muertos, uno de ellos torturado y arrojado a la calle en evidente mensaje del terror, y cuarenta y tres desaparecidos, la cantidad más alta de su tipo en una sola acción a lo largo de la historia guerrerense, sin faltar la primera guerra sucia.
Iguala está en valle rodeado por nueve montañas. Una suerte de poza, dice Luis Hernández, donde el sonido corre a velocidad, no escapa y se diría hace eco. Lo que sucede en su centro rebota por los cuatro rumbos.
¿Por qué los uniformados al disparar en el segundo choque, "rutinario, debe pensarse y así lo toman los normalistas que bajan de los autobuses para dialogar, confiando en convencerlos de despejarles el paso, como otras veces, como hace un momento en las afueras de la terminal de camiones; por qué los policías del bloqueo en Juan N. Álvarez y Bandera Nacional, recogen los cartuchos de las armas percutidas? 
¿Quién llamará y organizara a los Guerreros Unidos (GU), si en verdad se trata de ellos, para caer sobre el Períferico con un resguardo y una avanzada policíaca que frente a los estudiantes de súbito se encapucha? Unos GU en papel de paramilitares ocasionales y así mal preparados para estas tareas, ya veremos. ¿Tienen la habilidad para hacer humo a casi medio centenar de personas y desollar a Julio César?  





 y se encuentran ya en el hospital .  momento c   e 
  se maneja El enturbiamiento de la celebración La alteración del orden como 



que buscaban .  salieron de bolsas de los os encapuchados   hasta el momento la presencia de   ese moehallarán diránn 
 y 
Las primeras en reaccionar contra los hechos, la misma noche, son las organizaciones sociales y de derechos humanos reunidas en la Audiencia final del Eje de guerra sucia del Tribunal Permanente de los Pueblos (TPP), Capítulo México. Expresan de inmediato el repudio por la "artera ejecución extrajudicial de estudiantes normalistas" del estado de Guerrero".
"...policía federal, estatal y municipal arremetieron sin consideración alguna contra los estudiantes inermes, accionando sus armas de alto calibre a quemarropa con premeditación, alevosía y ventaja, con el claro propósito de asesinarlos. Los resultados lamentables para nuestro pueblo es de tres estudiantes muertos, 30 heridos de gravedad, 20 lesionados, varios estudiantes detenidos arbitrariamente y una cantidad incierta de detenidos desaparecidos".
12, -0-
Unos días después, el 11, inicia el acoso a Francisco Martínez Díaz

Vengo a interponer un amparo para defenderme de las órdenes de aprehensión y detención libradas en mi contra, dice Francisco Martínez Díaz ante el Juzgado Décimo Primero de Distrito en Materia Administrativa en el Distrito Federal. 
“A partir del 11 y 12 de Octubre del año del Dos Mil Catorce –denuncia Francisco a través del inevitable abogado- constantemente se han presentado en diversas ocasiones en mi domicilio (...) de esta Ciudad de Iguala, Guerrero, a distintas horas del día y de la noche, varios individuos de la Policía Investigadora Ministerial del Estado y Elementos de la Policía Municipal ambos de esta Ciudad, preguntándoles a nuestra familia por nuestra persona y paradero, diciéndoles que llevan una orden de aprehensión librada por un Juez del Ramo Penal de esta ciudad, y una orden de Detención, para aprehenderme y ponerme a disposición interno, en el Centro de Readaptación Social, a lo que miembros de mi familia les han manifestado que en esos momentos no me encuentro en mi domicilio…”
Todo empezó con el testimonio que este honesto ciudadano hizo como sobre la forma en que aparecieron los restos de Julio César Mondragón. Al decidirse entró al monstruoso aparato judicial construido por el Estado para que “el sistema político y el sistema jurídico mundial actúan conforme lo dirige el sistema económico”, escribe un experto citado en la Conferencia Latinoamérica de Crítica Jurídica, donde el hermano y uno de los tíos Julio presentan el caso acompañados por Yasuri.
Se trata de un proceso global, al que la absoluta impunidad mexicana da un toque especial. “… si estudiamos a la Convención Interamericana contra la Corrupción (…) podemos decir que (…) es un instrumento jurídico que le da equilibrio al sistema capitalista-neoliberal, toda vez que la finalidad (…)es controlar los flujos financieros y dictar reglas de sanción para aquellos que no sean controlados”, explica en el acto una especialista.
En nuestro país bastaría un artículo de la Ley Federal de Transparencia y acceso a la información, que reza: “Con excepción de la información reservada o confidencial prevista en esta ley”; o sea, lo que el propio Estado decida.
Vimos ya la asombroso arbitrariedad de la PGR en el par de las fraudulentas investigaciones y la información sobre ellas, en torno  los hechos del 26 y 27 de septiembre.
En la maquiavélica búsqueda tras los cuerpos de los cuarenta y tres desaparecidos, se destapa la cloaca que soporta la vida de Iguala y sus alrededores. En un santiamén salen a la luz once fosas clandestinas, con 38 cuerpos. “Ninguno es de los estudiantes secuestrados por la policía municipal igualteca, pero sí, en su mayoría, de víctimas de esa corporación –reporta Marcela Turati-. Sus identidades empiezan a surgir, así como las historias de dolor que han dejado detrás.
“Un cura africano asignado a México, un taxista que fue migrante, una familia (un hombre con su hijo, una sobrina y un sobrino) que viajaba a Iguala a un velorio (…) La mayoría fueron detenidos por la policía municipal de Iguala y desde entonces no se sabía de su paradero.”
Miguel, el denunciante testigo que quiere contribuir al esclarecimiento del asesinato de Julio César, hace lo posible por esquivar a la misma corporación relacionada con los muertos en las fosas clandestinas.
De la dificultad absolutamente fuera de serie para que la justicia se haga en este país, da cuenta clara la creación de la propia ComVerdad de Guerrero, tras el fracaso de la Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado, de nivel federal, que en principio debía indagar los casos de 532 desaparecidos de la primera guerra sucia.  
CONTINÚA Y CONTINÚA


Omito la apenas concebible fotografía de Julio César entre un charco de sangre 

CONTINÚA

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