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domingo, 6 de septiembre de 2015
lunes, 31 de agosto de 2015
Injusta portada
Por cariño de mis compañerxs el crédito que se me dio es excesivo. Debería decir: Jorge Belarmino con textos de Marcela Turati, Blanche Petrich, Luis Hernández Navarro, familia Mondragón Fontes, Sayuri Herrera, Dr. Ricardo Loewe, Cesar Navarro, Tatiana Coll, Nadia Godoy, Tryno Maldonado y Diana del Ángel
viernes, 14 de agosto de 2015
Recibido
Julio César Mondragón Fontes, normalista desollado en vida.
El sin rostro es la segunda parte del mensaje. Eso hicieron: Jamás sabrás dónde quedaron cuarenta y tres y el cuarenta y cuatro te advierte una posibilidad. Cuanto más bulla armes, continúan, alrededor del mundo, si quieres, más contundente la señal: Somos universalmente impunes.
A una de las personas con mayor conocimiento sobre derechos humanos, no le queda duda: el actual sistema prepara una shoa, como los nazis llamaban a la "solución final"; el setenta por ciento estamos destinados a que se nos excluya.
"Tú no has visto nada, nada", insistía obsesivamente el diálogo de una gran película sobre el horror. Yo no vi nada, nada, de Julio César Mondragón Fontes, así intentara reconstruir su muerte. Percibo sólo reflejos:
él "tragado por las sombras de Iguala";
militares presentándose con el cadáver: Estaba en la calle, dicen sin confirmación;
las letras de un mentiroso informe: Muerto por trauma cerebral; fauna local devoró piel y ojos de la cavidad craneana;
Marisa, su mujer, ante los restos sobre una plancha del Semefo, y los comentarios alrededor: Un asesinado así le puede dejar buena lana;
la madre y los tíos suspendiendo los preparativos del cuerpo para sepultarlo, a fin de tomarle fotos que documenten la obvia tortura;
Lenin, el hermano, quien en plena clase escucha al maestro: ¿Ven esta cara? Se lo merecía;
tres expedientes que el gobierno federal no atrae y tardan siete meses en ser entregados;
un falso rumor y una malintencionada declaración del ejército para sembrar desconfianza: Julio servía al Cisen; Entre los desparecidos había soldados que infiltramos.
¿Cuántas veces puede morir un normalista y su familia? Tantas como le apetezca al poder.
Desde la calle el grito: Mi rostro es tu reflejo. No te vi pero te llevo impreso, entonces.
Mensaje recibido, esperen contestación.
El sin rostro es la segunda parte del mensaje. Eso hicieron: Jamás sabrás dónde quedaron cuarenta y tres y el cuarenta y cuatro te advierte una posibilidad. Cuanto más bulla armes, continúan, alrededor del mundo, si quieres, más contundente la señal: Somos universalmente impunes.
A una de las personas con mayor conocimiento sobre derechos humanos, no le queda duda: el actual sistema prepara una shoa, como los nazis llamaban a la "solución final"; el setenta por ciento estamos destinados a que se nos excluya.
"Tú no has visto nada, nada", insistía obsesivamente el diálogo de una gran película sobre el horror. Yo no vi nada, nada, de Julio César Mondragón Fontes, así intentara reconstruir su muerte. Percibo sólo reflejos:
él "tragado por las sombras de Iguala";
militares presentándose con el cadáver: Estaba en la calle, dicen sin confirmación;
las letras de un mentiroso informe: Muerto por trauma cerebral; fauna local devoró piel y ojos de la cavidad craneana;
Marisa, su mujer, ante los restos sobre una plancha del Semefo, y los comentarios alrededor: Un asesinado así le puede dejar buena lana;
la madre y los tíos suspendiendo los preparativos del cuerpo para sepultarlo, a fin de tomarle fotos que documenten la obvia tortura;
Lenin, el hermano, quien en plena clase escucha al maestro: ¿Ven esta cara? Se lo merecía;
tres expedientes que el gobierno federal no atrae y tardan siete meses en ser entregados;
un falso rumor y una malintencionada declaración del ejército para sembrar desconfianza: Julio servía al Cisen; Entre los desparecidos había soldados que infiltramos.
¿Cuántas veces puede morir un normalista y su familia? Tantas como le apetezca al poder.
Desde la calle el grito: Mi rostro es tu reflejo. No te vi pero te llevo impreso, entonces.
Mensaje recibido, esperen contestación.
jueves, 2 de julio de 2015
Sobre el desollamiento de un rostro por la “fauna del lugar donde se encontraba”. Quetzalli Hernández
Quetzalli Hernández. Maestra en Ciencias Biológicas, egresada de la Facultad de Ciencias de la UNAM. (PRIMERA VERSIÓN, A CORREGIR POR LA PROPIA AUTORA.)
La manera en que los animales carnívoros intervienen en el proceso de desarticulación y consumo de los productos contenidos en las carcasas o restos mortales de otros animales, condiciona diferentes procesos biológicos en los que interviene la disponibilidad de nutrientes dejados para consumo secundario, la dispersión de los restos y las características de su traslado posterior o acumulación. De ahí que el conocimiento etológico (estudio del comportamiento animal) de los depredadores actuales resulte de gran relevancia para disponer de un marco referencial definido con el cual sustentar explicaciones a cualquier tipo de análisis en el que se requiera determinar si un tipo específico de animal se halló involucrado con el consumo de algún resto mortal.
Dicho lo anterior, cualquier atribución que se realice sobre un agente biológico en la configuración de restos mortales debe partir de un conocimiento del comportamiento actual de la fauna carnívora y/o carroñera, y de las razones adaptativas de la misma, y no de asunciones carentes de base o de explicaciones ad hoc que surjan debido a una falta de formación etológica sin un referente actual válido.
Cabe resaltar que no todos los animales que se alimentan de forma omnívora o carnívora comen restos de animales muertos. Los animales que sí lo hacen, realizan dicha estrategia oportunista de alimentación conocida como “carroñeo”. Los animales carroñeros acceden a restos mortales de modo secundario y suelen consumirlos de manera rápida en el lugar donde los obtienen. A este respecto son capaces de comer con gran voracidad utilizando la estrategia de la maximización individual de la ingesta de nutrientes, la cual resulta en el rápido consumo de la carne de extremidades, dorso y vísceras, no de rostros.
Sin embargo, con el objeto de deslindar de la responsabilidad a la fauna silvestre se enlistan a los depredadores felinos no carroñeros que presentan dientes caninos registrados para el estado de Guerrero (pero no necesariamente presentes en el área de Iguala): ocelote (Leopardus pardalis), tigrillo (Leopardus wiedii; considerada en peligro de extinción por la IUCN (2010)), gato montés (Lynx rufus), puma (Puma concolor) y jaguar (Panthera onca), debiendo considerarse que todos menos el tigrillo se incluyen en la IUCN (lista roja de especies amenazadas) como especies que disminuyen cada año su número poblacional y que son animales que evitan cualquier sitio donde se detecte actividad humana.
Dentro de los animales que sí utilizan el carroñeo de manera ocasional o frecuente y se encuentran registrados en el estado de Guerrero y que debido al conocimiento etológico que se tiene de ellos, se descartan como los causantes del desollamiento, se mencionan a: las aves carroñeras, éstas no sólo no presentan dientes caninos, si no que presentan una actividad completamente diurna (que tiene relación con la parte del día en que hay luz), teniendo su máxima actividad durante el mediodía. Dentro de la familia Didelphidae se encuentran los tlacuaches (Didelphis sp.) quienes tampoco presentan dientes caninos. Dentro de la familia Mustelidae encontramos al hurón (Mustela frenata), quien aunque presenta dientes caninos no es común que siga los caminos y veredas del hombre. Dentro de la familia Procyonidae se encuentra el mapache (Procyon lotor), quien desgarra y arranca pedazos de carne con sus manos, sin realizar cortes precisos; y el coatí o tejón (Nasua narica) quien es un animal social de hábitos completamente diurnos y no realiza actividades durante la noche. Dentro de la familia Canidae se encuentran: el coyote (Canis latrans), la zorra gris (Urocyon cinereoargenteus) y el perro doméstico (Canis familiaris).
Los perros domésticos son quizá el carnívoro más numeroso en la actualidad. De acuerdo a Butler y du Toit (2002), investigadores que realizaron un estudio acerca de la dieta y comportamiento carroñero de perros domésticos que deambulan libres, se menciona que los perros son principalmente carroñeros de desperdicios humanos (como materia fecal y maíz) y de desperdicios de vacas, borregos y cabras; como es el caso de la mayoría de las poblaciones de perros ferales que deambulan libremente en Italia, Norteamérica, Bengala, el sureste de Asia y Alaska. No obstante, se debe considerar que la forma de alimentación de los cánidos (incluyendo el coyote, la zorra y el perro), al alimentarse de carne, necesitan sujetar con su hocico, detener con alguna de sus patas anteriores y jalar, lo que provoca el desgarre de los tejidos e imposibilita los cortes precisos de piel y músculo, sin mencionar los rastros de huellas que un animal al alimentarse de tal manera deja sobre y alrededor del área donde se encuentran los restos.
Finalmente, considerando a la fauna que ha sido introducida de manera antropogénica se toman en cuenta a los gatos (Felis silvestris catus) y a las ratas (Rattus sp.), de los cuales, solo los primeros presentan dientes caninos, por lo que se descartan de inmediato a las segundas. Los gatos también carecen de la posibilidad de realizar cortes precisos, y aunque claramente pueden morder pedazos de piel, cartílago y hueso, han de dejar marcas en el hueso, así como pelos, rastros de saliva y de huellas sobre los restos mortales, por lo que un análisis serio debería incluir un estudio de la intervención secundaria de determinados agentes biológicos, considerando que ningún animal silvestre o introducido antropogénicamente es capaz de realizar cortes precisos de piel y de acuerdo a la literatura ninguno de ellos elige la cabeza de otros animales como primer estrategia dentro la maximización individual de la ingesta de nutrientes.
Cita: Butler JRA and du Toit JT (2002) Diet of free-ranging domestic dogs (Canis familiaris) in rural Zimbabwe: implications for wild scavengers on the periphery of wildlife reserves. Animal Conservation, 5, 29-37.
La manera en que los animales carnívoros intervienen en el proceso de desarticulación y consumo de los productos contenidos en las carcasas o restos mortales de otros animales, condiciona diferentes procesos biológicos en los que interviene la disponibilidad de nutrientes dejados para consumo secundario, la dispersión de los restos y las características de su traslado posterior o acumulación. De ahí que el conocimiento etológico (estudio del comportamiento animal) de los depredadores actuales resulte de gran relevancia para disponer de un marco referencial definido con el cual sustentar explicaciones a cualquier tipo de análisis en el que se requiera determinar si un tipo específico de animal se halló involucrado con el consumo de algún resto mortal.
Dicho lo anterior, cualquier atribución que se realice sobre un agente biológico en la configuración de restos mortales debe partir de un conocimiento del comportamiento actual de la fauna carnívora y/o carroñera, y de las razones adaptativas de la misma, y no de asunciones carentes de base o de explicaciones ad hoc que surjan debido a una falta de formación etológica sin un referente actual válido.
Cabe resaltar que no todos los animales que se alimentan de forma omnívora o carnívora comen restos de animales muertos. Los animales que sí lo hacen, realizan dicha estrategia oportunista de alimentación conocida como “carroñeo”. Los animales carroñeros acceden a restos mortales de modo secundario y suelen consumirlos de manera rápida en el lugar donde los obtienen. A este respecto son capaces de comer con gran voracidad utilizando la estrategia de la maximización individual de la ingesta de nutrientes, la cual resulta en el rápido consumo de la carne de extremidades, dorso y vísceras, no de rostros.
Sin embargo, con el objeto de deslindar de la responsabilidad a la fauna silvestre se enlistan a los depredadores felinos no carroñeros que presentan dientes caninos registrados para el estado de Guerrero (pero no necesariamente presentes en el área de Iguala): ocelote (Leopardus pardalis), tigrillo (Leopardus wiedii; considerada en peligro de extinción por la IUCN (2010)), gato montés (Lynx rufus), puma (Puma concolor) y jaguar (Panthera onca), debiendo considerarse que todos menos el tigrillo se incluyen en la IUCN (lista roja de especies amenazadas) como especies que disminuyen cada año su número poblacional y que son animales que evitan cualquier sitio donde se detecte actividad humana.
Dentro de los animales que sí utilizan el carroñeo de manera ocasional o frecuente y se encuentran registrados en el estado de Guerrero y que debido al conocimiento etológico que se tiene de ellos, se descartan como los causantes del desollamiento, se mencionan a: las aves carroñeras, éstas no sólo no presentan dientes caninos, si no que presentan una actividad completamente diurna (que tiene relación con la parte del día en que hay luz), teniendo su máxima actividad durante el mediodía. Dentro de la familia Didelphidae se encuentran los tlacuaches (Didelphis sp.) quienes tampoco presentan dientes caninos. Dentro de la familia Mustelidae encontramos al hurón (Mustela frenata), quien aunque presenta dientes caninos no es común que siga los caminos y veredas del hombre. Dentro de la familia Procyonidae se encuentra el mapache (Procyon lotor), quien desgarra y arranca pedazos de carne con sus manos, sin realizar cortes precisos; y el coatí o tejón (Nasua narica) quien es un animal social de hábitos completamente diurnos y no realiza actividades durante la noche. Dentro de la familia Canidae se encuentran: el coyote (Canis latrans), la zorra gris (Urocyon cinereoargenteus) y el perro doméstico (Canis familiaris).
Los perros domésticos son quizá el carnívoro más numeroso en la actualidad. De acuerdo a Butler y du Toit (2002), investigadores que realizaron un estudio acerca de la dieta y comportamiento carroñero de perros domésticos que deambulan libres, se menciona que los perros son principalmente carroñeros de desperdicios humanos (como materia fecal y maíz) y de desperdicios de vacas, borregos y cabras; como es el caso de la mayoría de las poblaciones de perros ferales que deambulan libremente en Italia, Norteamérica, Bengala, el sureste de Asia y Alaska. No obstante, se debe considerar que la forma de alimentación de los cánidos (incluyendo el coyote, la zorra y el perro), al alimentarse de carne, necesitan sujetar con su hocico, detener con alguna de sus patas anteriores y jalar, lo que provoca el desgarre de los tejidos e imposibilita los cortes precisos de piel y músculo, sin mencionar los rastros de huellas que un animal al alimentarse de tal manera deja sobre y alrededor del área donde se encuentran los restos.
Finalmente, considerando a la fauna que ha sido introducida de manera antropogénica se toman en cuenta a los gatos (Felis silvestris catus) y a las ratas (Rattus sp.), de los cuales, solo los primeros presentan dientes caninos, por lo que se descartan de inmediato a las segundas. Los gatos también carecen de la posibilidad de realizar cortes precisos, y aunque claramente pueden morder pedazos de piel, cartílago y hueso, han de dejar marcas en el hueso, así como pelos, rastros de saliva y de huellas sobre los restos mortales, por lo que un análisis serio debería incluir un estudio de la intervención secundaria de determinados agentes biológicos, considerando que ningún animal silvestre o introducido antropogénicamente es capaz de realizar cortes precisos de piel y de acuerdo a la literatura ninguno de ellos elige la cabeza de otros animales como primer estrategia dentro la maximización individual de la ingesta de nutrientes.
Cita: Butler JRA and du Toit JT (2002) Diet of free-ranging domestic dogs (Canis familiaris) in rural Zimbabwe: implications for wild scavengers on the periphery of wildlife reserves. Animal Conservation, 5, 29-37.
miércoles, 17 de junio de 2015
De este Lado. El caso de Julio César Mondragón, normalista de Ayotzinapa asesinado. Transmisión de Rompeviento
“De este lado”, programa conducido por la periodista Blanche Petrich, es una forma de mirar, de hacer periodismo con la mirada desde México, que es el Norte pero también el Sur, y desde abajo, desde la cercanía con los procesos y movimientos sociales que marcan nuestro tiempo.
En este programa, Blanche entrevista en el estudio de Rompeviento TV a Marisa Mendoza, Afrodita Mondragón y Cuitláhuac Mondragón, viuda, madre y tío de Julio César Mondragón, normalista de Ayotzinapa asesinado el 26 de septiembre del 2014 en Iguala, Guerrero.
Programa transmitido el lunes 15 de junio de 2015 a las 9pm en www.rompeviento.tv
http://rompeviento.tv/RompevientoTv/?p=678
En este programa, Blanche entrevista en el estudio de Rompeviento TV a Marisa Mendoza, Afrodita Mondragón y Cuitláhuac Mondragón, viuda, madre y tío de Julio César Mondragón, normalista de Ayotzinapa asesinado el 26 de septiembre del 2014 en Iguala, Guerrero.
Programa transmitido el lunes 15 de junio de 2015 a las 9pm en www.rompeviento.tv
lunes, 15 de junio de 2015
Ayotzinapa: se caen piezas clave de la versión oficial ANABEL HERNÁNDEZ Y STEVE FISHER
Ayotzinapa: se caen piezas clave de la versión
oficial
ANABEL HERNÁNDEZ Y STEVE FISHER
13 DE JUNIO DE 2015
13 DE JUNIO DE 2015
|
Una pieza clave en la versión que la PGR ha difundido tras la
desaparición de 43 normalistas de Ayotzinapa es que los estudiantes fueron
detenidos y llevados a la base de la Policía Municipal de Iguala antes de ser
entregados al cártel de Guerreros Unidos. Pero el juez de barandilla que
debería haberlos recibido asegura que no fue así. En esta sexta entrega del
reportaje realizado con el apoyo del Programa de Periodismo de Investigación de
la Universidad de California en Berkeley, documentos y testimonios fortalecen
la versión del juzgador, quien actualmente está solicitando asilo en Estados
Unidos y teme por su vida.
MÉXICO,
D.F. (Proceso).- Ulises Bernabé García era juez
de barandilla de la Policía Municipal de Iguala, Guerrero, la noche del 26 de
septiembre de 2014, cuando se perpetró la desaparición forzada de 43
estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa. En entrevista exclusiva
revela lo que pasó esa noche.
En esta sexta entrega de la investigación realizada con el apoyo del
Programa de Periodismo de Investigación de la Universidad de California en
Berkeley, García asegura en entrevista –desde una ciudad mexicana fronteriza, y
a punto de cruzar a Estados Unidos– que los estudiantes jamás fueron llevados a
esa base y que tampoco llegaron policías municipales de Cocula, tal como
asienta la versión oficial.
Su testimonio y documentos obtenidos para esta investigación revelan que
la peor parte de los ataques contra los normalistas ocurrió cuando la Fiscalía
General del Estado de Guerrero (FGE), el 27 Batallón de Infantería y la Policía
Federal estaban operando en las calles de Iguala.
Una de las partes principales de la versión oficial es que, a las 11:30
de aquella noche, policías de Iguala se llevaron a estudiantes de la calle Juan
Álvarez –donde ocurrió una de las agresiones contra los normalistas– a la base
de la policía municipal. En una versión, la PGR asienta que fueron los 43 y, en
otra, que sólo 10 o 15. De ahí, en dos patrullas de la Policía Municipal de
Cocula se los llevaron al paraje Loma de los Coyotes, donde los entregaron al
grupo criminal Guerreros Unidos, que supuestamente los asesinó y quemó a la
media noche de ese día en un basurero.
En contraste, García afirma que, en las horas que la Procuraduría
General de la República (PGR) dice que los estudiantes fueron llevados a la
base, un militar conocido como el “Capitán Crespo”, del 27 Batallón de
Infantería de Iguala, al mando de un grupo de 12 soldados uniformados y armados
realizó una minuciosa inspección en toda la comandancia por más de 15 minutos.
Poco después, señala García, llegó al mismo sitio el subprocurador de Guerrero,
Víctor León Maldonado, y tomó control de la base por el resto de la noche y
hasta las 8 de la mañana del día siguiente.
(Fragmento
del reportaje que se publica en la edición 2015 de la revistaProceso, ya
en circulación)
sábado, 6 de junio de 2015
Julio César Mondragón
Jorge Belarmino con textos de Marcela
Turati, Blanche Petrich, Luis Hernández Navarro, familia Mondragón Fontes,
Sayuri Herrera, Dr. Ricardo Loewe, Cesar Navarro, Tatiana Coll, Nadia Godoy, Tryno Maldonado y Diana del Ángel
Este libro se hizo en cinco semanas y no
fue revisado por los autores que generosamente cedieron sus textos. El
responsable pide disculpas por posibles errores y omisiones. Las circunstancias
así lo requirieron.
EL INFIERNO
Al amanecer del infierno que fueron las
calles de Iguala, Guerrero, durante las sombras entre el 26 y 27 de septiembre
de 2014, aparecen los restos, pues eso son y no el cuerpo sin vida, de Julio
César Mondragón Fontes. Aparecen no se sabe bien a bien dónde, pues algunos
frecuentes señalan cierta esquina sobre el Periférico, una anónima cruz
indicará luego que estaba en un terregal a dos cuadras y tal vez nadie constató
en verdad el hecho.
Hay incontables cosas así en la versión
oficial de los hechos todos, dos o más veces corregida, y en la imaginación a
la que obliga o permite. Cuando el 4 de octubre la Procuraduría General de
Justicia (PGR) del país atrae la investigación de los cuarenta y tres
estudiantes de Ayotnizapa que desaparecieron durante la jornada, sentencia en
la práctica la de Julio César y sus cuatro compañeros caídos, dos de ellos
muertos y uno más con lesiones que lo condenan a vivir en estado vegetativo.
Los cinco casos inician el camino a un mayor o menos ostracismo.
Al Chilango, como sus condiscípulos
llamaban a Julio, la cruel tortura en vida, que muy probablemente fue el motivo
del fallecimiento, y la fotografía de su rostro sin piel ni ojos circulando
por el mundo entero, lo salvan del completo silencio. Lo hacen a pesar de los
cuatro procesos penales distintos en un juzgado del fuero común, cuyo objeto,
aparentemente, es borrar las huellas del o los responsables.
Ocho meses después, el 25 de mayo de 2015,
Sayuri Herrera, la defensora de derechos humanos que apoya legalmente a la
familia Mondragón Fontes, batalla para obtener los expedientes de los cuatro
juicios. Lo hace en Iguala y no ante la PGR, que se niega a atraer el proceso
de Julio y el de los otros cuatro muchachos asesinados o heridos, mientras
sostiene su absurda versión sobre las desapariciones, culpando a policías
municipales y miembros de una mafia del crimen organizado, que asegura
incineraron los cuerpos al aire libre para echarlos luego en bolsas al cercano
río San Juan.
Ante la imposibilidad de encontrar justicia
en el país, como organizaciones internacionales advierten al gobierno de
Enrique Peña Nieto, Sayuri y los familiares de Julio César presentarán su caso
durante el Día Internacional en Apoyo de las Víctimas de la Tortura, que convoca la
Organización de Naciones Unidas (ONU).
-0-
Hacia las nueve y media de la mañana del
día 27, la entrega al Servicio Médico Forense (Semefo) de los restos de Julio
es el último evento que se conoce en la serie iniciada a las ocho de la noche
en la Central Camionera de Iguala. Sabemos que los normalistas se separaron en
dos grupos de autobuses. Que a uno de éstos lo persiguieron a balazos los
municipales por la avenida Juan N. Álvarez, hasta el centro de Iguala, donde
intentaron inútilmente detenerlo, dejando herido en la cabeza a Aldo Gutiérrez
Solano, mientras recogían
los casquillos percutidos. Que los muchachos en esos camiones pidieron ayuda a
sus compañeros y a la Coordinadora Estatal de
Trabajadores de la Educación en Guerrero (Ceteg), dirigiéndose hacia el
Periférico norte de la ciudad, donde reunidos con los demás informarían a la
prensa. Que las y los periodistas llegaron y tras ellos la fuerza pública en un
amasijo inexplicable, pues su primera línea la formaban hombres de negro
encapuchados y la segunda era de patrullas. Que en dos momentos desde el frente
y el borde exterior del Periférico se desató una brutal lluvia de disparos
lanzada por armas largas, murieron Yosivany Guerrero y Daniel Solís
Gallardo, y Edgar André
Vargas fue alcanzado en la boca, en el intento de escapar. Que más allá los
militares les hicieron el alto.
Lo sabemos ahora, tras el testimonio de los
supervivientes, pues los diarios dieron un breve resumen. Ni una palabra sobre
desaparecidos entonces, pues se pensaba que todos los estudiantes de quienes no
había noticia marcharon a sus casas, al monte, adonde sintieran resguardo.
No imagino bien el ambiente de la ciudad
después de actos sin paralelo en su historia desde la posrevolución, a pesar de
que está muy acostumbrada a la violencia.
Los antecedentes inmediatos dieron comienzo
el día 23, cuando los estudiantes fracasaron en el intento de completar la
cantidad de autobuses que se requerían para el traslado de todos al Distrito
Federal, donde con otras quince normales rurales participarían en la marcha por la masacre de Tlaltelolco, el 2 de
octubre.
El fracaso fue en la ciudad de
Chilpancingo, capital del estado que, a diecinueve kilómetros, habitualmente se
emplea para botear y tomar camiones, por reacción a las agresiones que sufre la
Raúl Isidro Bustos, como se llama la Normal de Ayotzinapa, establecida en el
municipio de Tixtla.
Un operativo de la Policía Federal cerró el
paso a los estudiantes ese día 23, y por ello y por el constante patrujalle
policial a continuación, el 25 los jóvenes eligieron otro punto, Huitzuco, a dos horas y media de Tixtla. Pudiendo hacerse sólo de otro
par de unidades, el 26 no les quedó más que acudir al único otro centro urbano
de la zona, Iguala, a dos horas de distancia.
Me detengo. No puede evitarse la suspicacia:
si las autoridades del estado y la federación tienen conocimiento de lo
planeado por los normalistas, ¿olvidan calcular la redirección de las
actividades?; ¿no tienen protocolos para casos así? Se me viene a la cabeza
esto y lo otro sobre los movimientos policiacos el 26-27 y lo que pareciera
producto del azar ya no lo es tanto. Divago, nada más. A eso nos fuerza la PGR
al obcecarse con una “verdad histórica” que rechazan los expertos de Comisión
Interamericana de Derechos Humanos, Human Rigths Watch (HRW), otro organismo
internacional, y el veedor de la ONU.
Otras muchas cosas avalan sobradamente mis
dudas, comenzando por las conclusiones de la Comisión de la Verdad guerrerense,
que al investigar el primer periodo de la guerra
sucia tiene claro: desde
fines de los años 1960 el Estado decidió que la política para la entidad debía
pasar por las fuerzas armadas.
Las preguntas se sustentan también en muy
profesionales estudios sobre diversas materias:
1. La ofensiva que a partir de 1997, cuando
menos y de abierta manera, consecutivos gobiernos de la nación desataron contra
las normales rurales, con el fin de desaparecerlas, respondiendo a un modelo
mundial.
2. La represión económica y física que en
lo particular se desata sobre la Raúl Isidro Burgos desde muchos años atrás, y
que tan cerca como 2011 dejó dos jóvenes asesinados.
3. El crecimiento de la violencia en el
país al llegar la presidencia de EPN, a pesar de las promesas de campaña, que
se maquilla con números cuya veracidad ha hecho polvo la prensa independiente y
la documentación confidencial de agencias estadounidenses.
4. Las investigaciones de académicos y
periodistas sobre la historia y el presente de Guerrero, que revelan una madeja
en la cual participa el crimen organizado, los caciques locales, las fuerzas
públicas e intereses privados.
5. Los trabajos de expertos que revisan la
evolución de la tortura y de los torturadores en América Latina en su conjunto,
quienes ven allí una práctica no a-social sino demandada por el
hipercapitalismo y así ideologizada.
En ese cúmulo me apoyo al preguntar ahora y
más adelante por la muerte o desaparición de Julio César y sus compañeros.
-0-
“¿Qué clase de
policía, qué clase de persona puede hacer algo así?", dice el propio día
27 un dirigente de la normal de Ayotzinapa, al
mirar de nuevo la foto que de Julio César circula ya por todos lados(2).
El 28 Marisa y Cuitlahuac, esposa y tío del joven, llegan al Semefo de
Chilpancingo. “Aguantaron estoicamente el impacto de reconocer un cuerpo tan
bárbaramente torturado. Rindieron su declaración ante burócratas
deshumanizados. El funcionario insistía en no agregar la observación de los
familiares sobre las huellas de tortura. Mientras, otros empleados de la
procuraduría estatal platicaban muy a la ligera sobre indemnizaciones.
´Llegaron a insinuar que podíamos pedir hasta tres o cuatro millones de pesos.
No hicimos ningún caso. Solo queríamos llevarnos el cuerpo de mi sobrino”.
"¿Está segura que quiere verlo? Tiene que ser muy fuerte",
insistían en preguntar los forenses a María. Sólo pudo reconocerlo por la ropa,
como antes le sucedió a Lenin, el hermano menor de él: “La noche de la barbarie
en Iguala (…) Julio le llamó a Marisa desde un celular prestado, pues había
perdido el suyo. Eran las 21.42 pm. Le dijo que los estaban baleando. ´Por eso
sabemos que no cayó en el primer ataque sino en el segundo´, afirma uno de sus
tíos. En casa de los Mondragón, en Tenancingo, las horas siguientes fueron
frenéticas. Cualquier versión que
diera por vivo a Julio César era atesorada por la familia; cualquier
posibilidad de certeza era puesta en duda. Hasta que el hermano pequeño de
Julio llamó aparte al tío mayor. Mire tío, le enseñó la pantalla de su
teléfono. Era la horrible fotografía”.
Uno de sus compañeros recuerda que otro, Juan
Ramírez, también alumno de primero, le contó su última conversación con Julio,
a quien en la normal llamaban el Chilango, un momento antes del ataque de los
encapuchados cubiertos por patrullas: “Me
comentaba pues que él, al
siguiente día, se iba a ir a su casa (…) porque no quería arriesgar su vida. Él
decía que pensaba en su familia, pues, en su esposa, su hija. Que es lo que le
importaba más.”
Un testimonio recreado
reconstruye el ambiente en el momento: “Un zumbido vuelve a dejarme sordo
momentáneamente. Alcancé a mirar un destello, una chispa. Por reflejo me tiro
al suelo y ruedo hasta la banqueta. Atrás de mi esta una bodega Aurrera. Frente
a mí, el autobús que venía yo ya destrozado. Todos corren. Ahora recuerdo que
también los reporteros gritan ´soy prensa´ y logran correr para otro lado.
Quiero gritar ´soy prensa´ pero tal vez porque no soy, no grito. Sólo grito:
´somos estudiantes, no traemos armas´. Muchos gritan lo mismo. “Parece consigna
ya. Veo botas y rodilleras; alcanzo a levantar la mirada y en la oscuridad de
la lluvia veo cascos, coderas, chispas y ese maldito zumbido que hacen las
balas al salir disparadas. Vuelve el maldito miedo. Le prometí a mi novia
´llegar bien y regresar bien´. No me muevo.
“Pienso en mi mamá.
Pienso y lloro por y con ella. Veo luces cerquita de mis ojos que están pegados
al piso. Son balas que hacen fricción en el suelo.” (3)
Los sicarios han abierto fuego,
Julio intenta escapar con un grupo y, de acuerdo a un tercer testigo, a su lado
cayó Yosivany Guerrero o Daniel Solís Gallardo, no precisa, y el Chilango siguió su carrera. “Se lo
tragó la noche de Iguala”, escribe Arturo Cano, el periodista de La
Jornada.
-0-
El rastro de xxxx, según su familia llama
cariñosamente a Julio César, se pierde hacia las doce y media de la madrugada
sobre la avenida Juan N. Álvarez, como se llama la principal de la ciudad, en
recuerdo de un personaje histórico a quien conozco relativamente bien. Del
muchacho y de Iguala, en cambio, sé muy poco, y no puedo reparar mi ignorancia sino
gracias a otros, pues el apremio del tiempo es el factor común en el equipo que
Sayuri Herrera organiza para ayudarla.
Las y los defensores de derechos humanos en
el país están desbordados por miles de casos que acumula este reino de la
injusticia. Otro tanto sucede al periodismo independiente familiarizado con los
hechos, expuesto también, como aquéllos, a cualquier exceso del poder formal e
informal.
No traté antes tampoco con el tipo de
tortura a la cual Xxx es sometido tras desaparecer calle abajo y en principio
me limito a la vaga información que del tema recogí escribiendo un libro sobre
el Guerrero relacionado con la muerte de Digna Ochoa en 2001. En ella
recibieron adiestramiento, al parecer, los cuerpos de élite militar creados a
partir de 1994, participantes en la masacre de El Charco, y de cuyas filas
saldrían quienes fundaron los Zetas y otros brazos ejecutores de los carteles.
¿Me desvío? No, cuando menos enteramente,
porque todo se imbrica en este estado y en las horas del horror entre los días
26 y 27 por antonomasia desde ese septiembre de 2014.
Los forenses a quienes entregan el “bulto”, “le apreciaron múltiples
contusiones en distintas partes” y determinaron como causa de muerte “un edema
cerebral por múltiples fracturas de cráneo producidas por agente contundente”. ¿Por qué lo concluyen? El torso tiene múltiples contusiones y el rostro es
el de la foto. ¿No advierten la posibilidad de la muerte por dolor, que
profesionales independientes deducirán más tarde atendiendo al charco de sangre
en torno a los restos que se retratan sobre la calle, por lo demás poco
abundante, sugiriendo así que ese no fue el lugar donde lo torturaron, pues la
desollación rompe vías sanguíneas muy importantes?
Enseguida la
fotografía se pone a circularan por el país y el resto del mundo. Nadie precisa
su origen. ¿Quién la tomó? ¿Un ciudadano que quiere permanecer anónimo y lo
habría encontrado antes que los soldados, en el punto señalado por éstos, muy
cerca de donde se produjo el último encuentro de la jornada, durante la cual
los normalista recibieron la lluvia de disparos lanzados por hombres (¿ninguna
mujer?) con trajes negro y capuchas, que respaldaban las fuerza públicas y no
pudieron pertenecer a Guerreros Unidos, considerando las afirmaciones de la PGR
después? El joven padre fue herido calle abajo, hacia el interior de la ciudad,
y los uniformados afirman que “el bulto” estaba sobre el Periférico mismo y en
sentido opuesto a la carrera de Julio entre sus compañeros.
El paquete de
dudas se lo aventarán a un policía municipal, responsable único de la obra,
conforme a la Procuraduría.
"La
práctica de la tortura y el maltrato, usado como castigo y como medio de
investigación está generalizada –dice Juan Méndez, relator de la ONU en México-. Esta práctica
se produce por varios factores. En la ley por una ausencia de definición de
tortura. Y en la práctica por la costumbre de detener para investigar en lugar
de investigar para detener.” (3)
¿Qué
información pudieron buscar el o los torturadores o torturadoras –especificar
los género viene a cuento en casos como los de Iguala, cuyos hechos mayores
permanecen en la oscuridad? Ninguna, a primera y segunda vista. ¿Se trata entonces
de un castigo o un mensaje, rasgo característico éste de la tortura exhibida,
expuesta a la sociedad?
El relator de
Naciones Unidas, una verdadera eminencia en el tema, entrega después un
diagnóstico sobre el juicio de la Procuraduría y al referirse a la tortura
entiende a la perfección el contexto en que lo hace. Su informe coincide con
observaciones previas de varios organismos internacionales: la tortura en
México está generalizada y participan en ella toda clase de fuerzas
policiales y ministeriales, el ejército y la armada, que gozan de la
‘‘tolerancia, indiferencia o complicidad’’ (5) de algunos médicos, defensores
públicos, fiscales y jueces.
Este jurista argentino se inició como
defensor de derechos humanos en su país tras la dictadura militar, y como uno
de los mayores expertos mundiales sobre genocidio conoce a la perfección la
realidad latinoamericana. La desollación, sabe, es un método extremo de
violencia, que precisa una destreza y una mentalidad producto de largo
adiestramiento, y su práctica, condiciones físicas y herramientas muy
especiales.
"La tortura no lleva ningún mensaje;
por sí misma se convirtió en uno", escribe un periodista polaco
refiriéndose a los Estados Unidos a partir sobre todo de la "lucha contra
el terrorismo" (6). Y de paso aclara que si en nuestro subcontinente
torturar fue siempre un mecanismo del poder, antes se mantenía en secreto y
durante los últimos tiempos hacen gala de él.
Cuando uno o más deciden dejar sin piel ni
ojos la cara de Julio César, seguramente tienen considerado dónde mostrarán la
obra, para que su efecto sea el que debe.
La PGR debilita el mensaje al acusar a un
policía municipal que actuaría además por iniciativa propia, en un rapto de
monstruosa ira. ¿Sí? ¿No tiene clara conciencia de que nadie le creerá,
mientras en México y la sociedad internacional queda impresa para siempre la
imagen de los restos?
Lejos de desdibujar la esquela escrita por
los torturadores, la completa como los regímenes totalitarios con que Juan
Méndez está acostumbrado a tratar: no nos tentamos el corazón para quitarle la
piel a opositores y somos universalmente impunes.
-0-
"...logró disfrutar plenamente de su paternidad
durante 15 días. A fines de agosto, principios de septiembre, consiguió que en
el internado guerrerense le dieran permiso de ir a Tlaxcala para poder visitar
a su hija recién nacida. Pasamos
los 15 días más felices de nuestra vida, dice su compañera Marisa Mendoza
Cacahuatzin."
Así escribió Blanch Petrich en La Jornada, tras uno de sus primeros
encuentros con la familia de Julio. Pedí al tío Cuitláhuac, que sirvió de
figura paterna, a la propia Marisa y a Lenin, el
hermano, hacer apuntes sobre el joven, porque contaban con tiempo para
escarbar en la memoria y los dos primeros son maestros, el último se acerca a
los niveles universitarios y podrían charlar en intimidad con Afrodita, la
madre, los abuelos y el resto de tíos.
Incluyo sus trabajos más
adelante y doy otra vez la palabra a Blanch, una periodista de larga
trayectoria y sensibilidad.
"En medio de la
catástrofe humanitaria que significan 43 estudiantes víctimas de desaparición
forzada, el caso de los seis
asesinados, tres de ellos normalistas, tiende a diluirse en medio de la
conmoción. En particular uno de ellos, el de un muchacho que murió bárbaramente
torturado. Su joven viuda lamenta: Sí,
Julio César está un poco olvidado, no solo por el gobierno sino en general, por
la gente”.
Intenta explicar esta dolorosa invisibilización “por la manera en la que
lo mataron. A la gente le aterra esa imagen. Cualquiera se aterroriza con sólo
pensar que exista alguien capaz de hacer eso.
"Marisa, a sus 24 años, con su formación de maestra rural –egresada de
la Normal Rural de Panotla, Tlaxcala—no rehúye esa palabra que invoca un
tormento medieval, bárbaro. Ya fue capaz de reclamárselo en su cara al
presidente Enrique Peña Nieto en Los Pinos, en aquella crispada reunión del 29
de octubre. Le dije que le
corresponde exigir justicia para todos, incluido mi esposo. Y le exigí que no
se desentendiera de Julio César, porque a él lo desollaron vivo y esa es una
tortura extrema. Y un crimen contra la humanidad, ante el cual el Estado tiene
una responsabilidad muy clara”.
"La joven pedagoga está decidida a que Julio no caiga en el olvido, a
reivindicar su memoria y a participar en la medida de sus fuerzas en el
movimiento social que empieza a articularse y tomar fuerza a partir de
Ayotzinapa. Es que en las
normales rurales también nos enseñan a ser parte de las luchas sociales.
"Sola, con su niña Melissa Sayuri, Marisa cubre dos turnos en
primarias del Distrito Federal, nueve horas de trabajo frente a un salón de
clases, porque –dice—ahora me toca resolver sola el futuro de mi hija.
Por lo pronto –las lágrimas corren por su cara— le estoy haciendo un baúl de
recuerdos de Julio, con los regalitos que nos dimos, con nuestras fotos, que
son bastantes, con las cositas que he escrito para él, para que cuando crezca
la niña pueda saber quién fue su papá, un hombre extraordinario, valiente, que
lo que más deseaba era tener una familia y que la amaba muchísimo.”
El joven y la familia
resultan relativamente atípicos entre la comunidad de la Raúl Isidro Burgos,
que reúne sobre todo a los sectores más golpeados del país nacidos en el propio
Guerrero. La edad tampoco es común, pues la absoluta mayoría de los estudiantes
recién ingresados, con diecisite o dieciocho años, permanecen solteros.
Su infancia transcurrió
en las áreas suburbanas del centro de nuestro país, donde hace tiempo las
tradiciones indígenas desaparecieron y están influenciadas por las nuevas
mentalidades. Julio, que pasó un tiempo en la ciudad de México, repetía en mayor
o menor grado el comportamiento de los y las jóvenes, Marisa incluida, que las
circunstancias exponen a las dudas sobre el futuro.
Tenancingo está a una
hora de Toluca y dos de ese monstruo en torno al Distrito Federal.
La propiedad de las
tierras en común allí se hizo añicos desde la reforma al artículo 27
constitucional impuesta por el salinato, y que
fuera de algunas zonas indígena-campesinas introdujo el individualismo, la
venta de parcelas y la especulización con ellas.
Ser joven en el estado de
México a partir de entonces se volvió esa suerte de caos traducido en la brutal
atracción por los grandes centros urbanos y sus dudosas oportunidades, que hoy
contribuye a la más alta tasa de feminicidios en el país y una de las mayores
en la tierra.
El ir y venir indeciso
es el pan nuestro de cada día entre las y los muchachos mexiquenses, y Julio se
sustraía parcialmente a ello por la raigambre campesina de su familia, formada
por agricultores tradicionales y maestros rurales.
En más de una ocasión tras
la muerte, al Chilango se le atribuyen los peores motivos para su entrada a la
normal de Ayotzinapa. Una vez dijeron que era agente del Cisen y otra, que
pertenecía a la mafia Los Rojos, enemiga acérrima de Guerreros Unidos. Este
último dicho prueba los extremos a los cuales puede llegarse en la
estigmatización de quien es culpable de escapar a los estándares y morir en
condiciones abominables.
-0-
El 26 de febrero siguiente a los hechos, la Comisión
Nacional de Seguridad informa
que el día 25 la Policía Federal apresó a Luis Francisco Martínez Díaz, policía
municipal de Iguala, como presunto asesino de Julio César, quien desde octubre
gestionaba un amparo contra “la Policía
Investigadora Ministerial del Estado y Elementos de la Policía Municipal ambos
de esta Ciudad” de Iguala (7). El procedimiento
llama la atención a primera vista porque la orden la da el Juez Tercero de
Distrito en Materia de Procesos Federales del estado de Tamaulipas, dentro de
una “orden de aprehensión en contra de diversos exfuncionarios de ese
municipio”.
El motivo del aparente incompresible
embrollo entre ámbitos judiciales, es que hay una segunda causa contra Martínez
Díaz: delincuencia organizada. Al pertenecer a uno de los cuerpos policiacos
más corruptos del país, el tamaulipeco, y relacionarse presuntamente con dos
cárteles muy cruentos, ¿se presume fácil de vincular a las pequeñas mafias en
torno a Iguala y Cocula, región natal del hombre, por cierto, y capaz de
cualquier exceso, redondeando quién sabe cómo, entonces, la “verdad histórica”
de la PGR?
En mayo el Cereso de Veracruz, adonde fue
enviado, lo deja en libertad.
-0-
“Nadie
atina a explicar por qué todos fueron Ayotzinapa. Universitarios, burócratas,
electricistas, preparatorianos, hombres y mujeres, jóvenes y ancianos, familias
enteras… Todos acudieron porque esos 43 normalistas de Iguala no son tan
lejanos, no son tan ajenos, y el 44 podría estar inmerso en esa masa que
atiborró el centro de la ciudad. La marcha del jueves 20 fue otra vez la
unificación de una voz: ´Que se vaya Peña´. Antes de que los uniformados
cumplieran la orden de despejar el Zócalo a toletazos, un muchacho muy joven
había dicho: “Este es nuestro 68”. Y sí”, escribe Fabrizio Mejía Madrid en una
crónica sobre la gran manifestación de ese 20 de noviembre.
El 43
se convierte en una cifra simbólica para México y para quienes acompañan la
lucha en otras partes del mundo. Involuntariamente dejamos fuera así a los tres
asesinados, el muerto en vida y el herido que no volverá a ser el mismo por el
impacto recibido en la cara. Muchas y muchos se esfuerzan en recordarlo con las
fotos de sus muros en las redes sociales.
Hay allí un empeño por rescatar la memoria de todos uno a uno y el
trabajo de Tryno Maldonado, escritor y periodista, es quizá la mejor muestra,
pasando meses en la Raúl Isidro Burgos para que los números y las fotografías
se transformen en historias personales. Otros y otras se acercan a las
familias, para asomarnos al drama que acompaña esta historia.
No resulta fácil por la tragedia en sí y el duro proceso de
revictimación en el reino de la injusticia donde vivimos.
La
madre, el hermano, los abuelos y tíos de Julio viven al sur del estado de México, y
Marisa, su compañera, trabaja y se hace cargo de Melissa, la hija de ambos, en
el Distrito Federal. A la manera de cualquier familiar de los 5, no pueden
moverse como los de los desaparecidos, pues la PGR aisló sus casos.
Cuando la joven esposa y el tío
Cuitláhuac fueron por los restos del muchacho, incursionaban en una realidad
regional muy distinta a la suya, a la que por obvio instintivo temían. En ese
clima, entre uniformados y civiles de aspecto dudoso gracias a las noticias ya
esparcidas, calculemos la confrontación con el forense.
-¿Por qué afirma que lo mató el trauma
craneoencefálico y no reporta posible tortura? Vea el rostro y las huellas en
varias zonas del cuerpo -dijeron, y la respuesta fue el ninguneo del
profesional con autoridad que se dirige al pueblo llano. Maestros normalistas y
de carácter enérgico ambos, encararon al médico tan mesuradamente como las
condiciones mandaban, haciendo conciencia de que deberían fotografiar el
cadáver en diversas posiciones antes de darle sepultura.
El duelo, multiplicado por las
circunstancias, tendría que pasar entonces un agrio trago extra. El colmo
fueron los comentarios en el propio Semefo: Pueden sacar buen dinero por un
caso así.
El periplo de los Mondragón abunda en
mensajes siniestros y fantasmas que el poder siembra de tal o cual manera,
ahora al abandonar Iguala. ¿Estaban en riesgo, alguien los seguiría? ¿Eran
exageraciones, una reacción común de las víctimas en México?
Al poco Marisa recibe la visita de
representantes del gobierno guerrerense. Le llevan un cheque por diez mil
pesos, que se presume para los gastos de mayor urgencia y no aclaran realmente
el motivo. ¿Si toma el papel renuncia a algo? ¿Y cómo dieron con ella los
agentes?, ¿la vigilan?, ¿desde cuándo?
Por esos días, durante una clase en su
universidad, Lenin, el hermano pequeño de Julio y muy parecido físicamente a
él, escucha al maestro referirse al joven que aparece desollado en la
fotografía.
-Se lo merecía –dice.
1.(FALTA
ESPACIO.) Los Desaparecidos, John Gibler. The California Sunday Magazine.
2. Hasta que no indique lo contrario, las
citas proceden de reportajes de Marcela Tutati, Blanch Petrich
y Arturo Cano, periodistas de Proceso y La Jornada comprometidos sin
reservas en el desenmascaramiento de las mentiras oficiales. A los tres pedimos
permiso para emplear sus publicaciones. La suya, como la de cuantos tomamos
materiales aquí, es una colaboración solidaria con las víctimas todas de ese
26-27. Lo hacemos aligerando la lectura. Para citarlos en los términos comunes
basta pedir al buscador de internet resultados con una frase exacta.
3. https://m.facebook.com/941368105874523/photos/a.941371909207476.1073741827.941368105874523/985114454833221/?type=1
4. Esta y el resto de las citas a
continuación hechas por el relator especial, proceden de http://issuu.com/cencos/docs/informe_onu
5. Informe
Mundial 2014: México, Human Rigths Watch (HRW),
6.
7. Comisión Nacional de Seguridad, Secretaría de
Gobernación, http://www.ssp.gob.mx/portalWebApp/appmanager/portal/desk?_nfpb=true&_pageLabel=portals_portal_page_m3p2_boletin&id=1368077
EL PRESUNTO TORTURADOR Y LOS GRUPOS DE PODER 2002 Y 2014
Lo último que sus compañeros registran de
Julio es cómo al huir cae de alguna manera herido y una patrulla lo recoge.
Según la PGR, al mando del vehículo va el
policía segundo Luis Francisco Martínez Díaz, un agente de cuarenta años a
quien luego se acusará de torturar hasta la muerte al estudiante y ser el
tercero en la cadena que dirige Guerreros Unidos, el grupo mafioso responsable,
siempre conforme a la versión oficial, de las desapariciones.
El hombre tiene un largo historial poco
precisado para nosotros, que incluye su estancia en un cuerpo policiaco
municipal de Tamaulipas, sistemáticamente vinculado a los dos grandes carteles
originarios de esa zona.
Al parecer tendría nexos muy estrechos con
el director de seguridad pública municipal, también responsabilizado de los
hechos, si bien tiempo después que él, y al director
de la policía homóloga de Cocula, el municipio connurbado de Iguala, a quien
pronto se señala como un actor central.
Todo forma parte de la “verdad histórica”
que sostiene la PRG y redondearía el “caso Iguala”, pues así la culpa recae por
entero sobre en los funcionarios y grupos criminales de la localidad. ¿Por qué
entonces el juicio de Julio César queda aparte y pertenece al fuero común y no
al federal? La razón en el elemento unificador, la impunidad, que deja cabos
sueltos de dimensiones monumentales: los 28 cuerpos localizados en las primeras cinco fosas comunes, que la
autoridad afirma no pertenecen a los normalsistas; los restos en el río San
Juan, de los cuarenta y tres desaparecidos que se quemaron en el basurero El Papayo, conforme a la
Procuraduría, desmentida sin lugar a dudas por los expertos de la CIDH; los
otros diez hallados después durante las investigaciones que dirigen los padres
de Ayotzinapa y hacen exclamar a un hombre en búsqueda de su mujer y sus hijas:
“todo el cerro seguro es un panteón”, en más de un municipio en torno a Iguala.
“Sus
identidades empiezan a surgir –escribe Marcela Turati-, así como las historias de dolor que
han dejado detrás.
“Un cura africano asignado a México, un
taxista que fue migrante, una familia (un hombre con su hijo, una sobrina y un
sobrino) que viajaba a Iguala a un velorio (…) La mayoría fueron detenidos por
la policía municipal de Iguala y desde entonces no se sabía de su paradero.”
-No sabemos
cómo se va distribuyendo, respetando o tensando el poder de una cúpula
policiaca, de una cúpula militar, de una cúpula de narcotráfico, de una cúpula
de derrame de los fondos públicos (...) Ese mapa es clandestino. Sólo quienes
están dentro de esas cúpulas saben cómo respetar, cómo apartarse, cómo
enfrentarse a las cúpulas contiguas.”
Así dice Carlos
Montemayor sobre Guerrero en 2002, y Abel Barrera, un defensor de derechos
humanos que habla por La Montaña y la Costa Grande:
-El problema del narcotráfico es un
problema que atraviesa a las comunidades (…) Las tiene atrapadas desde hace más
de treinta años. La gente, después de no encontrar la respuesta de las
autoridades para sus proyectos productivos, se han visto en la necesidad de
migrar...
“En las barrancas, en las cañadas, donde
hay algo de agua, ahí es donde se siembra la amapola. Es un lugar estratégico.”
¿Para 2014 de
qué manera evolucionó esa trama?
De acuerdo a Luis Hernández Navarro, la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias y las Policías Comunitarias de
Guerrero, nacidas en 1998 son producto de un proceso que en la década de los
años 1970 iniciaron las comunidades de La Montaña y la Costa Chica, sobre todo,
“para construirse una nueva forma de ser indio y una valoración distinta a la
tradicional dentro de la sociedad urbana”.
“Al arrancar la década de los noventa del
siglo pasado –continúa el periodista e historiador-, la LuzMont [organización
formada por cafeticultores indígenas]se topó con la barbarie de los caciques
regionales y sus pistoleros, con la inseguridad en la región y la complicidad
policíaca con los maleantes. Sus socios y la Luz de la Montaña misma fueron
víctimas de asaltos, robo de ganado, asesinatos y de la violación de sus
mujeres. Como el gobierno no se hacía cargo del problema, inevitablemente ellos
tuvieron que enfrentar el reto de solucionarlo.
El levantamiento del EZLN contribuyó a un
impulso que en 2009 reforzaría el Manifiesto de Ostula, en la región purépecha
michoacana, del Congreso Nacional Indígena, convocando a la formación de
organizaciones de autodefensa le daría una nueva proyección.
Por ello en las palabras de Carlos
Montemayor y Abel García hay ya una honda preocupación por el desarrollo del
crimen organizado en las regiones indígenas guerrerenses y sus vínculos con
toda clase de poderes formales y económicos. Aun así a trece años de distancia
nos sorprende el nivel que alcanzó esa trama cuya plena revelación se produce
el 26-27 de septiembre, si bien la justicia nos niega el franco acceso a ella.
Narcoviolencia, suele decirse y así damos
por supuesto que se debe a las drogas solamente. Según Edgardo Buscaglia el
crimen organizado en México trabaja “en 23 áreas: tráfico humano, contrabando,
copias piratas, criminalidad en internet, secuestros, extorsiones. Con estos
delitos hace entre 52 y 55 por ciento de sus ganancias”.
El siglo XXI en
el país asiste a un dramático desarrollo de estas empresas informales, como
debe considerárselas de acuerdo al propio especialista y a muchos otros.
También en términos de violencia. Hasta marzo de 2002 la brutalidad que se
relaciona con las mafias tenía su cumbre en quien llamábamos el Mochaorejas por
las crueles pruebas de vida entregadas a las familias de sus secuestrados.
Entonces se produjeron las primeras decapitaciones. Meses antes, en mayo de
2001 "un comando de hombres armados con AK-47" de madrugada asalta
"con tácticas militares a las instalaciones del Palenque de la Exposición
Ganadera" el municipio de Nueva Guadalupe, Nuevo León. Nada hasta ese
momento en el país se compara a la acción. Los protagonistas son los Talibanes,
brazo ejecutor del cartel de Juárez que, conforme a los dichos, va tras jefes
de los Zetas, su similar de reciente creación en el cartel del Golfo. De ambos
el gobierno niega lo después bien sabido: los formaron ex militares que
pertenecían a cuerpos de elite nacidos tras la firma del TLCAN y el
levantamiento del EZLN. Proceden en particular del Grupo Aeromóvil de Fuerzas
Especiales (GAFE), partícipe en la masacre de El Charco, y en cuanto a los Z el
paso se dio a través de la agencia en Tamaulipas de la Policía Federal
Preventiva, organismo cuyo nacimiento en 1999 trasgredió las bases
constitucionales, conforme a expertos en derecho.
Los Guerreros
Unidos fueron los culpables en la desaparición de los normalistas, que pasaron
a sus manos por obra de las policías municipales de Iguala y Coyuca, es la
afirmación oficial tras los hechos de septiembre de 2014. Forman parte de un
fenómeno que nuevamente seguimos a través de Hermanos en armas.
En Guerrero
hace tiempo la mariguana dejo a la amapola el lugar privilegiado en el cultivo
de estupefacientes. Habla Luis Hernández:
“En 2011, cinco
bandas peleaban el control de la entidad: el cártel del Pacífico; la alianza
entre los Beltrán Leyva y Los Zetas (Pacífico Sur),
y Los Caballeros Templarios y el cártel del Golfo (que forman
Cárteles Unidos).
“Un informe de las Fuerzas Armadas
divulgado por Excelsior en septiembre de 2011, dio cuenta como
la fragmentación de los cinco grandes cárteles, provocada por la detención o
muerte de algunos de sus principales capos, propició el surgimiento de 17
minicarteles que sembraron el terror en la entidad.
“Esos grupos violentos se bautizaron a sí
mismos como El Comando del Diablo, El Vengador del Pueblo, La Barredora,
el Cártel Independiente de Acapulco…
“En la entidad, el mapa de la escasez y las
necesidades materiales coincide con el de los territorios indios
(...) Los nahuas, mixtecos, tlapanecos y amuzgos viven en muy difíciles
condiciones. El 60 por ciento de la población indígena es analfabeta. Su índice
de escolaridad es de apenas 2.7 años. Poco menos de la mitad de mayores de 15
años carece de ingresos.
“Más del 90 por ciento no tiene drenaje, y
sólo el 50 por ciento cuenta con electricidad (...)
“La diáspora criminal precipitó que las
regiones indígenas del estado se convirtieran en zona de refugio natural del
crimen organizado. De esta manera, además de padecer la violencia
contrainsurgente, la de la delincuencia tradicional y la de la pobreza, los
indígenas guerrerenses comenzaron a sufrir la del crimen organizado."
Dos meses después del 26-27 en Iguala, al
suroeste, en Chilapa, histórico corazón comercial de La Montaña, a treinta y
nueve kilómetros de la Normal Rural de Ayotzinapa, los dos grupos
criminales que se disputan la zona tienen un enfrentamiento callejero. Los
pobladores hablan de sesenta caídos y las cifras oficiales dan cuenta sólo de
los once cuerpos sin cabeza que quedan allí. Al poco muere ajusticiada la
candidata municipal perredista y luego el priista y las desapariciones se
precipitan a la vista del ejército, hasta alcanzar lo menos a treinta
personas.
Está bien establecido el origen de los
Guerreros Unidos que se afirma intervinieron en los asesinatos y desapariciones
de los normalistas. A la vez hay pruebas irrebatibles sobre los nexos de la
esposa del alcalde "igualatense" con el grupo, quizás como directora
tras morir sus hermanos, cofundadores de él.
Está bien establecido el origen de los Guerreros
Unidos que se afirma intervinieron en los asesinatos y desapariciones del 26-27
de septiembre. A la vez hay pruebas irrebatibles sobre los nexos familiares de
la esposa del alcalde "igualatense" con el grupo, quizás como
directora tras morir sus hermanos, cofundadores de él.
El 5 de octubre el "procurador de
Guerrero informó que, a partir de la declaración de dos presuntos integrantes
de Guerreros Unidos (GU) detenidos, policías de Iguala habrían entregado a
17 normalistas al grupo delictivo".
Para ese momento se busca al munícipe, su
señora y el secretario de Seguridad Pública local, presumiéndolos
responsables intelectuales de los hechos, y el 16 fuerzas federales apresan al
hombre considerado como "máximo líder del narcotráfico ligado a la desaparición",
Sidronio Cazarrubias, "con uno de sus operadores más cercanos.
El 7 de noviembre Murillo Karam
confirma formalmente la hipótesis, apoyado a su decir por las confesiones de
tres presuntos GUs, que de paso "dieron detalles sobre el asesinato de
estas personas, quienes fueron incineradas y los restos almacenados en
bolsas".
De Julio César
Mondragón, ni palabra. ¿Por qué no vincular su caso a los demás, si el supuesto
asesino pertenece , presuntamente también, al liderazgo de Guerreros Unidos? El
agente municipal, que apresaron el 26 ó 27 de febrero, en mayo queda libre
no sabemos por qué cargos imputados.
Para el director del Centro de Derechos
Humanos Miguel Agustín Pro, como para muchos otros y otras, el caso de Julio
César “es clave para el esclarecimiento (...) de todo el expediente,
porque podría ayudar a explicar los móviles de los hechos”.
¿Qué significa su liberación? Uno de los
diez puntos en que los padres de los muertos y desaparecidos manifiestan su
desaprobación a la "verdad" histórica oficial, dice: "la
PGR ni hoy ni en ninguna otra conferencia ha aclarado como explica en su teoría
del caso el cruento homicidio de Julio César Mondragón..."
¿Es porque la tortura y asesinato del joven
mexiquense dirigen la atención de la más clara manera hacia actores no
municipales?
Ciertas declaraciones afirman que Jose
Martínez Díaz se hizo acompañar por Guerrero Unidos en la persecución inicial a
los normalistas, y así entre los casquillos que la policía municipal se apuró a
recoger tras el primer choque, tal vez había algunos de armas no permitidas a
los agentes. Según esos u otros testimonios, desde las patrullas se disparaba
también contra civiles al paso.
Hemos escuchado a Luis Hernández recoger la
barbarie que desde los años noventa atraviesa las regiones indígenas, sin
respetar ni a los sacerdotes católicos, que no “pudieron escapar de robos,
agresiones y complicidad policíaca con los asaltantes. Mario Campos Hernández,
entonces párroco de Santa Cruz del Rincón, en el municipio de Malinaltepec (…)
delincuentes lo atacaron a él y a sus acompañantes en un camino (...) La
denuncia fue presentada ante el Comisariado Municipal, que lo transfirió al
Ministerio Público. Según cuenta Ángeles Gama, después de un tiempo, este MP
resolvió que se trataba de ´una banda que atacaba en los caminos´, pero se supo
que fue el mismo Comisariado de Santa Cruz del Rincón el que pagó a los
´asaltantes”.
Esta violencia la producían tanto las
bandas criminales como la autoridad, en combinación o por separado, y el
objetivo no era sólo el robo, el secuestro o la coacción de los giros que se
asocian con el crimen organizado, conforme señalan los asaltos al mismo padre
Campos.
En la entrevista de 2002 que citamos antes,
Abel Barrera hace un resumen de la coacción y los excesos personales del
ejército en La Montaña:
“Los guachos son los militares que llegan al
pueblo, que madrean a la gente (...) y que últimamente han violado a varias
indígenas” cuyo pretexto desató sin reserva la persecución al Ejército Popular Revolucionario, el Ejército Revolucionario Popular
Independiente y sus desprendimientos. La región quedó entonces salpicada por
retenes militares. Continúa Abel:
-Es desgraciadamente una historia llena de
sangre (...) para los mixtecos, para los nahuas y los tlapanecos (...) Me hace
recordar Barrio Nuevo de San José, cómo matan a un campesino y a su hijo, allá
en el municipio de Tlacoachistlahuaca. Después de esconderlos, llegan sus
mujeres a buscarlos y todavía las violan, y hasta la fecha esa gente esta ahí
en esa comunidad.
“En Barranca Bejuco, municipio de Acatepec,
llegan los soldados para investigar dónde están los encapuchados, maltratan a
los niños y violan a una mujer (...) Este ejército que caminando por las
veredas y las carreteras, como de Metlatonoc, embosca a la misma policía porque
dice que esos son encapuchados.”
En las ciudades y con el desbordamiento de
los carteles el panorama es similar. En la propia Iguala, el primero de
marzo del 2010, cerca de las 10:30 de la noche seis jóvenes son “secuestrados
por militares afuera de un club nocturno”, según prueban “grabaciones de cámaras de seguridad”.
Jamás volvió a saberse de ellos.
Los treinta y ocho cuerpos en fosas comunes
y los del río San Juan, que la PGR dice alcanzan a cuarenta y tres y pueden ser
menos o más, exhiben el nivel de violencia de la zona.
Incluso así, lo sucedido en esa ciudad a
partir de las ocho pm en que José Martínez Díaz y los suyos persiguen a los
normalistas de tres autobuses por la avenida central y en dirección al centro,
rebasa todo precedente. Lo hace aunque no se produjeran las muertes y
desapariciones.
La mínima mesura queda a un lado, con obvia
conciencia de que el Centro de Monitoreo registra los actos y en consecuencia
todos los niveles gubernamentales y policiacos y las fuerzas militares están
informados. Lo están también los medios de comunicación en la localidad,
tradicionales y alternativos. ¿Repentinamente?, pregunta el sentido común, a
quien por fuerza se le viene el recuerdo de que desde cinco días atrás la
Policía Federal, cuando menos, debe prever la toma de camiones por los
estudiantes en un centro urbano no muy lejos de Ayotzinapa.
-0-
El
rostro no tiene piel ni ojos porque se los retiró la fauna del lugar donde
encontraron los restos. Esa es la conclusión a la cual llega el Estado. El
Estado, subraya Sayuri, pues si el dictamen lo realizó el Semefo de Iguala, el
sistema de impartición y procuración de justicia en su conjunto tiene a la
vista la aterradora imagen que circuló por internet, un elemento de sobra
sugestivo. Empezando por la misma PGR que atrajo las desapariciones, aun
juzgándolas, equivocadamente y con dolo, como secuestros.
Los
familiares de todas las víctimas del 26-27 y los tres organismos de derechos
humanos que en sociedad asumen la defensa, demandan atención al caso de Julio,
y el Grupo Interdisciplinario de Expertos
Independientes (GIEI) de la CIDH, en el tercer reporte sobre sus avances,
insiste: la investigación debe incluir “otros ilícitos graves como tortura, en
particular en el caso” Mondragón Fontes.
Cuando
antes de sepultar los restos del muchacho, su familia decide la dolorosa toma
de fotografías, no sabe que hay otras en uno de los expedientes, y al tenerlas
en las manos ocho meses más tarde, una de ellas se parece mucho a la difundida
tras los hechos. Si es la misma, ¿quién la distribuyó a la prensa?, y ¿lo hizo
sin contravenir las leyes?
Escribiendo
años atrás el libro sobre la muerte de Digna Ochoa, me dejaron perplejo las
prácticas en nuestro régimen penal. Las fotos que a la mañana siguiente
publicaron algunos diarios, por ejemplo, presentaban al cadáver en una posición
distinta a la que obraban en actas. Los periodistas de nota roja conocían bien
la posible razón: los cuerpos policiacos solían permitir a la prensa que
entrara a lugar de los hechos apenas sucedidos y solicitaban recomposiciones
para dramatizar sus instantáneas. Al equipo a quien encargaron el caso, a pesar
del entrenamiento que recibió para convertirse en el primero realmente
profesional en el país, se aseguraba, el arma homicida se le cayó al suelo y
desarmó. En los tres registros forenses tomados en menos de doce horas, las
heridas de bala cambiaban de forma y tamaño. Etcétera. La culpable era, como
siempre, la histórica impunidad estructural de nuestros instrumentos de justicia,
que desprecia la auténtica capacidad de investigación, depositando su confianza
en los delatores y en métodos coactivos.
Por
eso y por los infinitos malos manejos durante el procesamiento de las
indagatoria a miles durante la guerra
Calderón, denunciado por organismos nacionales e internacionales, el caso Iguala estaba condenado a lo que el
GIEI encontró: jactancia en las falsas pruebas
sobre los presuntos restos de los desaparecidos, no importa cuánto demostraran
los expertos; testimonios obtenidos a través de torturas, según los supuestos
responsables, validados en principio por los reportes previos de la propia
CIDH, Human Rigts Watch y la ONU.
El
Estado mexicano se había reído de estos y lo hacía de nuevo con la “verdad
histórica” oficial, todavía después de que el primer Procurador, Murillo Karam,
fue substituido.
Los Mondragón Fontes y las tres organizaciones de derechos
humanos asociadas para apoyar a los padres de Ayotzinapa, saben que en cuanto a
Julio deben recurrir a los organismos de Naciones Unidas creados contra la
tortura durante las últimas décadas, con empleo no del Código de Estambul, al cual
apelan las víctimas de tal práctica cuando sobreviven a ella, sino al que se
estableció poco después en Minneapolis, a través
del Día
Internacional de las Naciones Unidas en Apoyo de las Víctimas de la Tortura.
Mientras, sigue
el hostigamiento hacia los Mondragón, en particular hacia Marisa, quien recibe
un citatorio para que el 11 de abril se presente en la Unidad Especializada
contra el Secuestro adscrita a la Subprocuraduría Especializada en
Investigación de Delincuencia Organizada (SEIDO).
Acude y en vez
de informarle de los avances en las indagatorias, la interrogan sobre la
desaparición de los 43. Es un absurdo y ella se niega a contestar y toma la
iniciativa:
“les insistimos
que si ellos tenían información sobre lo que ocurrió con Julio era su
obligación dársela a la familia y les cuestionamos de porqué, a siete meses de
los hechos, es la primera vez que contactan a la familia. Respondieron que fue
‘por prudencia”, dando a entender que respetaban su duelo.
“Sin hacerle conocer los derechos que tiene a
Marissa, continuaron insistiendo con sus preguntas, sin responderles finalmente
les dimos las nuestras: ‘Díganos, ¿quiénes desollaron y ejecutaron a Julio?,
¿díganos por qué lo asesinaron de tal modo?, muestren el expediente ¿qué datos
tiene?, ¿cuál es la línea de investigación que sigue con respecto a lo que
ocurrió con Julio?’. El fiscal entre bostezos anotaba las preguntas
mientras veía la hora en su reloj” –declaran a la prensa Marisa Lenin y Sayuri.
Enseguida Cuitláhuac hace público un documento
repudiando las conclusiones de la PGR que acusan al policía municipal de
Iguala”. La instancia “pretende dar por resuelto el crimen con una acción
sumaria, efectista y de impacto mediático y, por tanto, dejar sin sustento una
de las ‘Razones por las que no se puede cerrar el caso Ayotzinapa”. Por enésima
vez advierte también que la Procuraduría dan a la causa de Julio un trato de
homicidio”, y exige una investigación “seria, profunda y con pruebas
científicas”.
Afrenta tras afrenta van pues los parientes, que en
tal atmósfera siguen temiendo acercarse a Guerrero. Marisa debe hacerlo, cuando
Sayuri se suma como coadyuvante en la defensa, y al solicitar permiso de la
escuela donde trabaja, se lo dan de mala gana y por sólo un día. Con la niña y
la abogada viaja ahora a Chilpancingo, donde debe hacerse el trámite, y
encuentra un nuevo ambiente enrarecido, hostil a cuanto se vincula con
Ayotzinapa, en la cual capean agentes estatales y federales que llevan años
confrontando a los normalistas. El regreso es entre una noche de sombras
multiplicadas ahora y hace largo tiempo. Las fosas comunes colman la región y
no sólo Iguala y sus alrededores, y en ellas hay mujeres violadas al azar y
simples visitantes. El ejército que topan en la autopista no las tranquiliza,
responsable, según se ha comprobado, de numerosos crímenes y hoy bajo sospecha
de intervenir en las infernales horas entre el 26 y el 27.
LA
TORTURA ES EL MENSAJE
Adelanté algo sobre la
tortura según ciertos especialistas. Sayuri Herrera Román, la defensora de
derechos humanos que conduce el caso de Julio César a nombre de la
familia, y a quien se debe este libro, escribió un estupendo artículo introductorio
sobre el tema:
"Julio
César Mondragón Fontes, estudiante de la normal rural de Ayotzinapa, perdió la
vida en la masacre de Iguala. Nunca fue entregado a grupo delictivo alguno,
como supuestamente ocurrió con sus 43 compañeros desaparecidos hasta hoy. Fue
detenido, torturado y ejecutado allí mismo por la policía municipal.
"El
cuerpo no fue ocultado, sino expuesto, abandonado en una calle de Iguala.
Arrancado el rostro, extraídos los ojos. Pronto esta imagen comenzó a circular
en las redes sociales, alguien, no sabemos quién, le tomó una fotografía que
pronto se hizo pública. El mensaje fue enviado.
"Es
importante recuperar las significaciones inscritas en el cuerpo de Julio César,
un mensaje que se ocuparon de allegarnos desde que le arrancaron la vida. Esa
forma de matar, la técnica ocupada, no se practicó y planificó para no ser
vista. Es la razón por la que abandonaron el cuerpo y no lo ocultaron, así fue
desde que se tomó la foto y se reprodujo.
(...)
"La tortura ha tomado tales proporciones que se ha
convertido ya en un instrumento de gobierno. Uno que no debemos ignorar.
"Las
técnicas de tortura son enseñadas, mecanizadas y se exportan de un país a otro.
Hay un aprendizaje de la tortura, un entrenamiento en ello y los ´expertos´ van
ofreciendo sus servicios de ´capacitación´ de un gobierno opresor a otro. La
tortura generalizada es evidentemente un asunto político y económico, no
solamente psicológico.
"El
psicoanalista Raúl Páramo Ortega, en el artículo Tortura, antípoda de la
compasión (1), nos ofrece valiosas claves para comprender la magnitud
de la tragedia a la que nos enfrentamos, así como fundamentos para señalar la
responsabilidad del Estado mexicano por practicar la tortura y además generar,
en distintos niveles y dimensiones, condiciones favorables para la masificación
de esta práctica. Páramo comenta:
“Las
explicaciones a nivel de psicopatología individual siguen fracasando al querer
caracterizar la personalidad del torturador. Ninguna explicación individual
basta porque en realidad la personalidad del torturador corresponde a un tipo
determinado de sociedad con la que se confunde. (…) si algo tiene ese tipo de
personalidad es precisamente no ser a-social sino producto neto de un tipo de
sociedad´.
"La
sociedad que crea condiciones propicias para la tortura es aquella educada para
la competencia, el egoísmo, la obediencia ciega, el autoritarismo y la
violencia. Sin duda, todas esas características las encontramos en el México de
hoy.
"Por
otro lado, señala que: El
presupuesto fundamental, el núcleo central para que la tortura sea tortura, es
el que el otro esté a mi merced. La disponibilidad –ciertamente forzada- del
otro es condición previa para la tortura. En la medida en que se dé la
situación de impotencia total, estará dada la invitación/seducción a cierto
grado de tortura."
Latinoamérica
Nadia Godoy, que forma
parte también del equipo de Sayuri, sigue la pista de este tipo de tortura en
el resto de Latinoamérica. Al escucharla no olvidemos que la guerra sucia en el propio Guerrero, a lo largo de
sus varias etapas, abunda en ejecuciones extrajudiciales documentadas en la
primera de ellas por la ComVerdad guerrerense, y en las siguientes por lo
investigado a partir de las masacres de Aguas Blancas y El Charco, en los años
1990. Sumemos el resumen testimonial hecho en 2002 por defensores de derechos
humanos que actúan en las regiones indígenas estatales.
"Mucha tinta ha
corrido en América Latina tratando el tema de la tortura -escribe Nadia-, y es
que desde el surgimiento de la infame Escuela de las Américas en 1946, la
tortura y la desaparición forzada se convirtieron en mecanismos institucionales
de los ejércitos, cuyos oficiales eran capacitados en estas y otras artes de
intimidación y control. Llegó
a tal grado la generalización de la tortura que la Comisión Nacional sobre
Prisión Política y Tortura en Chile, estima que en el 97% de los 27,255 casos
evaluados por ellos, el denunciante fue víctima de tortura.
"El papel de la institución militar
estadounidense en los golpes de estado, las brutales dictaduras militares y las
extendidas guerras civiles en Centro y Sur América ha sido ampliamente
documentado por fuentes académicas y de prensa, las denuncias por violaciones a
Derechos Humanos cometidas por los orgullos licenciados de la mencionada
escuela, desembocaron en el cierre de la misma luego de intensas protestas en
el año 2001. Sólo para reabrir sus puertas en el mismo edificio, el mismo pensum de estudios y los mismos instructores
un año más tarde, ahora bajo el nombre de Instituto de Cooperación y Seguridad
del Hemisferio Occidental.
"La tortura como método de obtención
de información es la faceta más documentada y tratada por los académicos
latinoamericanos y no es de extrañar, actualmente y de acuerdo a los informes
de organizaciones de Derechos Humanos como Amnistía Internacional y Human
Rights Watch, la tortura sigue siendo una herramienta ampliamente utilizada por
fuerzas de seguridad e investigación criminal, para la obtención de información
y confesiones en la región.
“Y el informe del relator de la ONU
especializado en Tortura, Juan Méndez no deja lugar a duda, el Estado Mexicano
utiliza la tortura en la actualidad:
"La práctica de la tortura y el
maltrato, usado como castigo y como medio de investigación está generalizada. Esta
práctica se produce por varios factores. En la ley por una ausencia de
definición de tortura. Y en la práctica por la costumbre de detener para
investigar en lugar de investigar para detener.
“Julio César Mondragón no fue víctima de
esta variante de tortura (…) Los casos de desollamiento son escasos aún en el
marco de las barbaries cometidas por las fuerzas armadas de América Latina,
entrenadas, deshumanizadas y acicateadas por los discursos de odio absorbidos
en la Escuela de las Américas (…) Este método se hacía acompañar por la
exposición pública de la piel del desollado.
"Era usual que se iniciase con un gran
corte en forma de T en la espalda (como sucedió en Tepic), desde el cual el
verdugo iba tirando la piel, tratando siempre de hacerlo de un solo tirón y
causando la menor hemorragia posible. Esa era la manera, pero también se podía
ejercer con ayuda de herramientas, como los garfios de hierro, los ganchos con forma de uña de gato, las úngulas, los rastrillos, las
pinzas de hierro, o inclusive pedazos de vidrio o cerámica rota.
“Esta forma de tortura pues, contempla
desde el inicio la exposición pública del hecho. Es decir ningún desollado vivo
es enterrado clandestinamente o sujeto de desaparición, puesto que el impacto
que se busca es social.
“…la tortura se emplea como estrategia
general de limpieza étnica o genocidio (Silove, 1996), y/ o para extender el
miedo a lo largo de la comunidad en la cual reside el individuo (Piwowarczyk,
Moreno y Grodin, 2000). También para castigar y aterrorizar a disidentes
políticos, religiosos o minorías étnicas (Moisander y Edston, 2003). A nivel
psicológico, la tortura busca destruir al individuo como opositor a un régimen
político determinado, destruir además su voluntad, sus vínculos afectivos,
creencias y lealtades, y en definitiva su integridad psíquica y física. De
acuerdo a esto, rompe con el sentido de existencia del ser humano que la
padece, mediante su destrucción física y psíquica.
“No se nace torturador, se deviene tal por
la construcción deliberada e intencional -en el verdugo- de la pérdida de la
capacidad de empatía. La pérdida de esta capacidad es un punto de llegada, el
final de un proceso de desafiliación con el mundo común y de afiliación a un
mundo decididamente aparte. Pero antes de la interrupción de esta capacidad de
empatía, se procede a un incremento del conocimiento y de la capacidad de
predecir el pensamiento de los otros, y la necesidad de pensar al otro como un
no-humano.
“Resulta virtualmente imposible pensarnos
como humanos en el papel de un verdugo capaz de realizar las acciones del
torturador, aun caso por caso y estudiados de forma individual, ni que decir de
los efectos que la doctrina de Seguridad Nacional impartida en la Escuela de
las Américas, puede tener a gran escala, cuando sus egresados son cabeza de
estado.
“Y es que la gravedad del asunto no es que
se impartan o no cursos de tortura, por terrible que esto nos parezca el que en
la escuela militar existan manuales de tortura y detallados cursos de
interrogatorio y terror, estos no son más que una arista, una muestra de la
ideología y adoctrinamiento del que son objetos los oficiales latinoamericanos
que asisten a la academia y que regresan a sus países de origen a poner en
práctica lo aprendido.
“Sacamos tres meses que decían eran de
estudio llegaron a un polígono nos pusieron a agarrar como trescientos perros,
los agarramos y a todos nos encerraron, bueno oigan está es la carne que vamos
a comer hoy, nos llevaron a un polígono que estaba abajo de la universidad
entre rejollada, decimos a matar los perros pues, llenaron una olla de sangre
como un tonel, cada quién tenía un vaso desechable con sangre y adentro pues,
él que no se lo tomaba, era doble. A todos nos dieron un vaso de sangre de
perro. Ese día para que nos comiéramos eso no nos dieron de almorzar eso fue el
almuerzo un vaso de sangre, en la comida ya nos dieron un pepián de perro fue
por eso que mucha gente desertó, resultaron enfermos esa fue la finalización
del curso. Caso 9524
“Los ejércitos latinoamericanos fueron deliberadamente
entrenados y sometidos a un estado que hiciera la violencia y la brutalidad,
legítima y posible. Llevar a los soldados a un estado de afectividad que no
sólo permita sino que instigue la violencia, forma parte fundamental en la
comisión de las violaciones de Derechos Humanos. Esta educación para la violencia aunada a una estructura jerárquica
basada en la obediencia y que preferencia la brutalidad como medio de ascenso
en el escalafón, constituyen la base para entender la tortura.
“La Doctrina de Seguridad Nacional inbuida
en la milicia latinoamericana por los oficiales formados en la Escuela de las
Américas proporcionó a los gobiernos el arma más poderosa y resiliente para el
combate a opositores políticos y luchadores sociales durante las dictaduras y
aun hoy, es la explicación de la violencia de pos guerra que vive la región.
“En razón de ella, se abrió el boquete
para que se instaurara en nuestro país la guerra sucia que tanto dolor y tanta
sangre le ha costado a nuestro pueblo; el crimen político, el asesinato
selectivo de dirigentes de la oposición; la desaparición forzada de miles de
compatriotas, las torturas, centenares de masacres que aún hoy permanecen en la
impunidad; en fin, todos los crímenes englobados dentro de la denominación genérica
del ´terrorismo de Estado´.
“En ella también se han inspirado los
decretos Ley que colocan en la ilegalidad las huelgas obreras, las
manifestaciones populares, los paros cívicos y cualquier otra forma de
descontento legítimo por parte de la ciudadanía. Al introducirse en Colombia
por cuenta de esa teoría el concepto de Enemigo
Interno, se decretó la guerra al pueblo y se le arrebató la paz a la
patria.”
“Hemos visto ya fragmentos de lo que
sucedió en Chile, Colombia y Guatemala y más adelante veremos también los casos
de El Salvador, Perú y Argentina. ¿Cuál es el hilo conductor, la hebra que
hilvana todos estos casos? ¿Por qué es el caso de Julio César Mondragón Fontes
un caso más de esta larga cadena de atrocidades?
“Dentro del marco de la Doctrina de
Seguridad Nacional el enemigo del Estado y de la fuerzas de seguridad de éste,
sufre un cambio drástico. El enemigo ´natural´ de un ejército es el
ejército enemigo, aun dentro de un escenario de guerra civil. Antes de 1946 el
enemigo del ejercito era el ejército o brazo armado de la facción contraria.
"De acuerdo a los lineamientos importados por los oficiales
latinoamericanos de la Escuela de las Américas, el enemigo del Estado y del
ejército es el ´enemigo interno´.
“Además de darnos una visión de la uniformidad
y la intencionalidad de las acciones perpetradas en contra de los estudiantes,
este repaso por los métodos institucionalizados por la academia en
latinoamérica, también nos dice el móvil. El móvil de estos actos es, como ha
sido en la historia reciente de América Latina, la desarticulación de
movimientos estudiantiles, civiles y/o sindicales.
“Esto no explica la tortura y ejecución
extrajudicial de Julio César Mondragón ni su posterior exposición en vía
pública. Este ´castigo ejemplar´ es complementario del secuestro multitudinario
y la desaparición forzada.
“El método implica infringir el daño más
extenso y visible en el cuerpo de la víctima." Como en el caso de Julio
César.
México
Este es el resumen que
sobre la tortura en el país publicó la página de la ONU antes del terror en
Iguala:
“El Relator Especial visitó México entre
el 21 de abril y el 2 de mayo de 2014. La tortura es generalizada en México.
Ocurre especialmente desde la detención y hasta la puesta a disposición de la
justicia, y con fines de castigo e investigación. El Relator Especial
identificó varias causas de la debilidad de las salvaguardias de prevención y
recomienda medidas para atenderlas. Observó también serios problemas en las condiciones
de detención, especialmente hacinamiento. "El Relator Especial llama al
Gobierno a implementar prontamente sus recomendaciones y a la comunidad
internacional a asistir a México en su lucha para eliminar la tortura y los
malos tratos, revertir la impunidad y garantizar la reparación integral de las
víctimas."
El diagnóstico coincide
con el presentado poco antes por Human Rigths Watch:
"...el gobierno ha obtenido pocos
avances en el juzgamiento de numerosos asesinatos, desapariciones forzadas y torturas
perpetrados por soldados y policías en el marco de acciones contra la
delincuencia organizada, incluso durante la presidencia de Peña Nieto."
(...)
“Es común que en México
se practiquen torturas para obtener información y confesiones bajo coacción. En
general, las torturas se aplican durante el período desde que las víctimas son
detenidas arbitrariamente hasta el momento en que son puestas a disposición de
agentes del Ministerio Público, y en el cual a menudo son mantenidas
incomunicadas en bases militares u otros centros de detención clandestinos. Las
tácticas más frecuentes incluyen golpizas, simulacros de ahogamiento, descargas
eléctricas y tortura sexual. Son muchos los jueces que aún admiten confesiones
obtenidas mediante tortura, a pesar de que existe una prohibición
constitucional contra este tipo de prueba.
“Los funcionarios judiciales casi nunca aplican el Protocolo de Estambul,
una serie de principios para evaluar el estado de personas que posiblemente han
sido víctimas de tortura o maltrato. La PGR aplicó el
protocolo en 302 casos entre 2003 y agosto de 2012, y encontró signos de
tortura en 128. Sin embargo, durante ese período inició solamente 39
investigaciones de tortura, y ninguna de estas terminó en procesos en los
cuales se impusieran condenas. Entre enero y septiembre de 2013, la Comisión
Nacional de los Derechos Humanos recibió más de 860 denuncias de tortura y
trato cruel, inhumano o degradante por parte de funcionarios federales."
Guerrero
En 2012 y con vida de dos años y medio, por
presión de las organizaciones de derechos humanos y otras instancias sociales,
en Guerrero se establece una Comisión de la Verdad sobre la primera etapa de la guerra sucia en el estado, entre 1969 y 1979.
Es la primera o tal vez la segunda etapa,
sugieren los seis miembros del organismo, pues la historia inició con lamatanza
del 30 de diciembre de 1960, en la que murieron alrededor de diecisiete
personas, y continúa hasta hoy. Sus hitos son las masacres en Aguas Blancas y
el Charco y los asesinatos y desapariciones de los normalistas de Ayotzinapa,
clímax del proceso, considerando que los hechos se producen por primera vez en
una gran ciudad, a la vista de todos los medios tradicionales y alternativos.
En aquél 1960 la entidad era la más pobre
del país, dice la ComVerdad siguiendo los criterios del México que desde veinte
años antes experimenta una industrialización a marchas forzadas y se reconoce
milagroso por el grado y la constancia del desarrollo económico, cuyas cifras
superan incluso uno de los crecimientos poblacionales más extraordinarios en
los anales de la humanidad, pues entre 1940-1980 multiplicará por cuatro el
número de habitantes, invirtiendo la relación campo-ciudad: de 75-25 a 80-20.
“El 74.25% de la población era rural y el
25.75% urbana, en contraste con el promedio nacional donde el 50.7% de la
población vivía en ciudades” distribuida en 4347 poblaciones y 16 ciudades. El
“93% de las viviendas […] no tenían agua corriente y solamente el 23.5%
contaban con luz eléctrica”(1).
Para entonces la historia guerrerense es
muy rica en cuanto a evolución de las identidades indígenas, caciquismo,
marginalidad, revueltas sociales, violencia del poder contra el pueblo. Mal le
pagaron a su gente, por ejemplo, ser la gran plataforma y refugio de la insurgencia
independentista, animando a las comunidades a tomar las armas una y otra vez
para defender sus tierras y su autonomía, en regiones que geográficamente cerca
de la capital nacional continuaban considerándose muy apartadas.
La Revolución recicla a los caciques que
para entonces llevan un siglo reinando en estas tierras y negocian o se
confrontan con el pueblo, quien sostiene viejas y nuevas demandas, a veces
recuperando la herencia zapatista y particularmente esperanzadoras en el
cardenismo.
La lucha de Rubén Jaramillo en Morelos
sirve de referencia en el estado, que conserva su dinámica y a principios de
los años sesenta crea con Genaro Vázquez Rojas la Asociación Cívica Guerrerense
(ACG), un movimiento amplio y muy interesante, que en 1961 contribuye a la
desaparición de poderes en la entidad y así la caída del gobernador. Disputa
luego las elecciones y el fraude en su contra apoyado por el ejército parece
adelantar las palabras de la secretaría de la defensa que hemos escuchado.
Confluyendo en tales y cuales momentos con
el Frente Zapatista de Chilpancingo, la Coalición de Fuerzas Populares, las
Vanguardias Revolucionarias, la ACG se convierte entonces en proyecto nacional
revolucionario y en 1967 la Masacre de Atoyac contra el Frente de Defensa de los
Intereses de la Escuela Juan Álvarez, encabezado por Lucio Cabañas contra la
dirección de la propia escuela y cinco presidencias municipales, en la cual
mueren cinco personas, una de ella embarazada, decide a ambos a la formación
del Partido de los Pobres.
Como en todo el sur y las serranías del
centro del país, las comunidades indígenas guerrerenses continúan conservando
sus costumbres adaptándolas a las exigencias exteriores, en especial entre los
naa savi o mixtecos y los me’e phaa o tlapanecos, y así su población crece
desde 1930 y seguirá haciéndolo a ritmo sólo un poco menor a la nacional. Forma
parte del proceso que convierte a los pueblos originarios en el núcleo
campesino de conocimiento y defensa de los recursos naturales, cuyo ejemplo
aparece hoy como una alternativa de futuro para el país. Milpa, la llama el
propio Armando Bartra en un libro colectivo donde participan significativas
organizaciones rurales:
“Los campesinos son diversos como diversa
es la naturaleza que los arropa. Diversos en su forma de trabajar, de convivir,
de ver el mundo, de nombrar las cosas, de celebrar... Y esta diversidad es su
orgullo, su patrimonio, su riqueza.
“Y pese a que la cada vez más profunda
inserción en el mercado, las nuevas tecnologías y el cambio de las costumbres
favorecieron el monocultivo y la especialización, los pequeños agricultores y
algunos medianos mantuvieron en alguna medida la pluriactividad. Polifonía que
es a la vez un gusto ancestral por lo variado y una estrategia de sobrevivencia
(…)
“Premeditada o inconsciente, la
preservación familiar y comunitaria de la diversidad virtuosa ha sido una forma
de resistir los embates de un orden emparejador que al uniformar desocializa,
debilita y somete.”
De eso forma parte la mayoría de la
población de la Montaña y la Costa Grande de Guerrero, que protege así la
riqueza natural y la biodiversidad, no importa cuánto la compelan hace mucho
las narcoempresas, en un tema que volveremos a tratar. Seguro por ello los
sistemáticos, brutales golpes que recibe, agudizados en la etapa más voraz del
capitalismo.
Tal necia lealtad a sí misma, y no sólo la
pobreza, es lo que explica la tradición de lucha que en 1974 lleva a reconocer
al secretario de la defensa nacional: “el ejército ha tenido que absorber los
problemas para poder garantizar en la medida de sus posibilidades la
tranquilidad del sector rural”. O lo que es lo mismo: el Estado encontró
solución a los conflictos en estas tierras por la vía militar.
La ComVerdad resume la etapa de la guerra
sucia a cuya investigación queda reducida “Se acredita que a partir de 1971 (…)
especialmente en las regiones Centro, Costa Grande y Costa Chica existió
represión masiva y sistemática, que implica una suspensión de facto y de manera
indefinida de las garantías de los artículos (…) constitucionales que protegen
las garantías de integridad física, legalidad, de libertad personal, el libre
desplazamiento o movilización, y las garantías en el proceso; lo que implicó un
estado de excepción (Una situación en la cual se suspende el orden jurídico…)”
En todos los casos revisados, la Comisión
encontró que al apresarla “la víctima estaba a merced del victimario en
circunstancias que no requerían siquiera el uso de la fuerza” y a ésta se
empleó a pesar de todo, en un “contexto antidemocrático, autoritario, bajo
condiciones en las que las fuerzas de seguridad y en especial el ejército
contaban con facultades ilimitadas”. Se trata en su totalidad, de acciones
punitivas contra población civil en actitud pacífica durante su detención o en
cualquier momento pues la mayoría de los afectados no pertenecen a la
guerrilla.
“Sobresale el caso de la ejecución de los
Piloncillos, Municipio de Atoyac, donde en abril de 1973 el ejército llegó por
la mañana, los soldados sacaron a los hombres de sus casas y los llevaron a la
cancha, los soldados ejecutaron a Saturnino Sánchez, Margarito Valdez, Santos
Álvarez, Cescencio Reyes Díaz, Toribio Peralta Rivera y Eliazar Álvarez de 16
años.”
“Existen los elementos de convicción para
asegurar que el Estado mexicano, en especial la Secretaría de la Defensa
Nacional (SEDENA) conocen el destino final de todas y cada una de las personas
desaparecidas en la guerra sucia en el Estado de Guerrero, puesto que tanto de
los testimonios de las personas sobrevivientes y testigos de los hechos, como
de los documentos consultados en el AGN se sabe que el ejército y los cuerpos
de seguridad federales y locales llevaban un registro de las personas a ubicar,
localizar,detener o exterminar y de las personas que ingresaban a las instalaciones
militares.30 La gran mayoría de las personas detenidas eran llevadas a
instalaciones militares o cárceles clandestinas. Hubo un gran número de
personas, incluso menores de edad, transladadas al Campo Militar No. 1 y
algunas de ellas permanecieron ahí solamente por ser familiares de líderes
guerrilleros, en especial Lucio Cabañas Barrientos y Genaro Vázquez Rojas.31 16
“Por ejemplo, en un informe de la DFS del 9
de septiembre de 1972 se indica que “seis detenidos que se encuentran en la 27
zona militar han sido interrogados por el Agente del Ministerio Público
federal, Wilfrido Ortiz Melgarejo, y “a pesar del trato que se les ha dado
insisten en su inocencia”, ese informe indica que a petición del general
Joaquín Solano Chagoya se llevaron a diez de los detenidos de la prisión donde
se encontraban a la 27 zona militar y hasta ese momento no habían regresado a
la prisión.” (p.15 y 16)
“Se dan casos en los que una persona es
objeto de desaparición forzada pero tiempo después es puesta a disposición de la
autoridad judicial o recobra su libertad (…) En la definición de la Convención
Interamericana sobre desaparición forzada de personas y la Convención
Internacional para la protección de todas las personas contra las
desapariciones forzadas, no se establece el término para considerar la
privación de libertad de la persona como desaparición forzada.” (p.17)
“La violación a sus derechos a la
integridad física y al debido proceso, se acreditan también con los documentos
consultados en el AGN. Por ejemplo, en un informe de la Dirección Federal de
Seguridad existe una relación de las personas que fueron detenidas con motivo
de las emboscadas del Partido de los Pobres al Ejército del 25 de junio y el 23
de agosto de 1972, y posteriormente consignadas al juez (El cálculo de la DFS
de personas a detener por esos hechos eran 368 personas entre detenidos y
prófugos). La consignación se realizó en diferentes fechas y ´a partir del día
cuatro de octubre de 1972 por pequeños grupos debido a la petición hecha por el
C. Juez de Distrito en el Estado debido a que por sus limitaciones no le fue
posible practicar las diligencias en el término establecido por la ley´. Es
decir, ese procedimiento desde su inicio careció de los requisitos de Ley en
violación a sus derechos, pues las personas detenidas no fueron consignadas
inmediatamente ante el juez y tampoco el juez cumplió en términos de la ley, no
obstante que el juez tenía la obligación de tomar las acciones pertinentes o
solicitar de otros jueces el apoyo para cumplir con las disposiciones
constitucionales relativas al debido proceso.” (p.18-19)
En esta etapa “la Suprema Corte de Justicia
aceptaba que la policía tomara declaraciones, no consideraba violatorio de los
derechos la mala actuación de la defensa de la persona acusada. La confesión
bajo tortura era tolerada y se consideraba válida bajo el argumento de haber
sido la primera declaración y realizada ´sin aleccionamiento”. (p.22)
Esta historia fue contada por Carlos
Montemayor en una de las grandes obras de la literatura mexicana: La guerra del
paraíso. Algunos la tienen por novela y se trata de una crónica que el escritor
documentó paso a paso, sin faltar la reconstrucción de diálogos entre altos
personajes del poder.
Se registra en ella una práctica
particularmente sobrecogedora, que la ConVerdad certifica también.
En una expediente “se encuentra la
declaración de Gustavo Tarín, quien formó parte del grupo de información de
inteligencia de la policía militar dirigido por el general Quiroz Hermosillo,
integrado por 100 elementos de la Policía Militar y 40 civiles.” En un momento
el alto mando del ejército en la zona lo nombra “Director de Protección y
Seguridad Pública del Estado de Guerrero y Subdirector de la Policía Judicial
del Estado de Guerrero encargado de las dos costas, y quedó a cargo de la lucha
contra la guerrilla”. Según él “de 1974 o 75 a 1981 detuvieron a cerca de 1500
personas, a las que sometían a investigación e interrogatorios en los separos
de las oficinas de Policía y Tránsito de la ciudad de Acapulco, Guerrero, que
conocían como ´el Metro´, porque era un espacio muy reducido. Que a esas
oficinas se presentaban, por encargo del entonces Gobernador Rubén Figueroa
Figueroa, varios agentes del Ministerio Público del fuero común para conversar
con los detenidos y saber si deseaban amnistiarse (…) Si los detenidos no
aceptaban la amnistía, se les llevaba a la Base Militar Pie de la Cuesta. Los
guerrilleros, atados y vendados, eran (…) conducidos uno a uno hasta el
banquito de fierro que conocían como ´El banquito de los acusados´, y ya en
este lugar, se les sentaba con la creencia que los iban a fotografiar.” Una vez
allí eran ejecutados por los mandos supremos “con un disparo en la nuca con una
pistola calibre 380, que tenía adaptado un “moflecito” (un silenciador).
Inmediatamente después se les colocaba sobre la cabeza una bolsa de nailon que
se les ataba al cuello para evitar que quedaran rastros de sangre. Siempre se
usó la misma pistola, por lo que la bautizaron como ´la espada justiciera´.
“Realizado este procedimiento, generalmente
eran 14 0 16 personas, se colocaban dentro de costales de yute, se le ponían
unas piedras y se cosían, para después ser transportados en carretilla hasta el
avión Arava del Ejército Mexicano que se colocaba en la pista (…) y los
conducían a un lugar conocido como ´la Costa de Oaxaca´, por lo que la
operación era conocida entre ellos como ´vuelos a Oaxaca´. Había ocasiones en
que el avión Arava hacía 3 ó 4 vuelos en una sola noche, aproximadamente de
diez de la noche a las cuatro o cinco de la madrugada, para llevar a los
cadáveres hasta la costa de Oaxaca. Así fueron ejecutadas o desaparecidas más
de 1500 personas.”
A un mecánico de aviones se “le gravó que
en algunas ocasiones se dio cuenta que el personal que supuestamente estaba
muerto todavía iba vivo, agonizante y después los tiraban al mar sin que fuera
un lugar exacto, pero para tirar los cuerpos al mar el avión bajaba casi a
nivel del mar(…) Durante su comisión se trasladó de 120 a 150 cadáveres, pero
habría que checar en la bitácora pues podían ser cinco seis, siete, máximo ocho
personas cada ocasión”. De acuerdo a este testimonio las personas “eran de
todos los lugares, también de buena situación económica, ingenieros, doctores
del pueblo, licenciados, de todo tipo. Cuando eran mujeres les ofrecían que si
tenían sexo, al llegar a Guerrero las dejarían en libertad y en su caso a los
esposos. En algunas ocasiones aceptaron pero nunca, que él viera, las
liberaron.”
Julio César
El Dr. Ricardo Loewe, médico y perito forense austriaco-mexicano,
fundador del Colectivo contra la Tortura y la Impunidad en nuestro país, reunió
información sobre los casos de desollamiento del rostro que se registran en
territorio nacional. De los dos más conocidos la prensa reportó el hallazgo, en
la colonia Guadalupe, en Tepic, Nayarit, el 6 de abril de 2011, a las
afueras de un taller mecánico: "Las primeras
indagatorias señalan que los hombres fueron desprendidos de su piel cuando
aun (sic) estaban con vida, también les sacaron el corazón en un acto de
total brutalidad."(2) Lo que se extrajo, al menos de un cuerpo, yace
al costado de quienes identifican como jóvenes que vivían cerca del lugar. Es
el clímax de una serie de sangrientos choques "entre grupos de la
delincuencia rivales".
Estos
son los cuatro casos restantes, de acuerdo el Dr. Loewe. Junio 2011, un abogado y su cliente, un policía, encontrados juntos en
Tepecuacuilco, Guerrero, población próxima a Chilpancingo. No hay presuntos
culpables.
Noviembre 2013,
un desconocido, aparentemente, en Zimatlán, Oaxaca, que se presume torturaron
los Zetas o el Cartel del Golfo.
Dic. 2014, una
enfermera de diecinueve años, cuya desaparición se produjo en las afueras de Uruapan,
Michoacán.
Apenas a fines de junio la familia
Mondragón tuvo acceso por fin al reporte necrológico sobre los restos de Julio.
Se confirma así lo que en septiembre afirmo oficiosamente el Semefo de Iguala,
integrado a la Procuraduría General de Justicia del
Estado de Guerrero,
y agregó luego la autoridad federal: murió
por edema cerebral causado por fracturas múltiples de cráneo; la mutilación fue provocada post mortem‘‘por la
fauna nociva que se encontraba en el lugar’’.
El documento permite una opinión
fundamentada del propio Dr. Loewe. Su informe se
acompaña con las fotografías de los sacrificados que mencionamos:
“La comparación de las fotos permite apreciar que la
marcada con el Nº 6 -correspondiente al cadáver de Julio César
Mondragón- presenta una técnica superior a las de los otros casos: Incisiones
precisas que dejan los huesos de la cara disecados. Así, se aprecia el cadáver
de un hombre joven, con la cara de “la muerte”, como aparece en el imaginario
social. Es muy improbable que un policía municipal haya sido capaz de realizar
un crimen de esta naturaleza.
“La fotografía
de la izquierda [la de los restos de Julio] muestra un charco de sangre que no
corresponde a la posición de la víctima. Esto puede deberse a su lucha por
sobrevivir o al cambio de posición post mortem. Como quiera, es importante
recalcar que los cadáveres no sangran, por lo que se infiere (en el caso de que
la sangre sea de Julio César, lo que es muy probable) que fue desollado vivo.
“También es
importante mencionar que la víctima tenía fuerza física por el tipo de
capacitación que recibía. Esto significa que tuvo que ser sometido por varias
personas mientras era desollado. En la muñeca izquierda y el antebrazo derecho
se aprecian zonas equimóticas correspondientes a la sujeción. Las manchas
obscuras y circulares en la muñeca y el flanco izquierdos pudieran ser
quemaduras eléctricas. Hay una excoriación en el codo izquierdo, que indica que
la víctima fue arrastrada en vida.”
El expediente que obra en Iguala deja atrás
los dichos sin comprobación, sobre cuándo y cómo se encontraron los restos, y
despierta dudas. En cuanto a las fotografías ilustra también otras
inconsistencias, al dar detalles que no coinciden con lo conocido por otras fuentes.
Por su cuenta, un segundo expediente que se
recibe con retraso permite precisar los vagos informes sobre el destino del policía
municipal acusado.
En un artículo, Blanche Petrich aclara el nuevo
panorama:
“Por
el asesinato del joven normalista nadie ha sido imputado. El único detenido, un
policía municipal de Iguala, Luis Francisco Martínez Díaz, fue arrestado en
febrero pasado en el Distrito Federal y
arraigado en un penal de Veracruz, donde tenía abierta otra causa. Sin embargo,
fue liberado un mes después sin que autoridad alguna informara nada a la
defensa legal de la familia Mondragón, representada por la abogada Sayuri
Herrera
(…)
“No habían transcurrido más de cuatro o
cinco horas entre el último de los dos ataques de la policía municipal de
Iguala contra los estudiantes de la Normal Rural Raúl Isidro Burgos, de
Ayotzinapa, el 26 de septiembre del año pasado –entre 11 y 12 de la noche–, cuando
una fotografía de un cuerpo humano al que le arrancaron el rostro con todo y
ojos impactó en las redes sociales. Era el cadáver desollado de Julio César
Mondragón.
“Esa imagen aterradora empezó a circular en Twitter en horas de la
madrugada, antes de que el Ministerio Público de Iguala llegara al lugar donde
yacía el cuerpo para realizar la primera inspección ocular y el levantamiento
del cadáver. El crimen presuntamente se cometió en una calle de terracería, a
la altura de un almacén de Coca-Cola y una cancha de tenis, sitio conocido como
Callejón del Andariego. En el expediente se registró la hora de la diligencia:
9:55 de la mañana. Sobre la ruta de la fotografía en redes sociales no se
conoce que la policía de Guerrero o la Federal hayan realizado un rastreo o
peritaje cibernético.
“En cuanto a la hora en la que la imagen se subió a redes sociales, da
constancia el hermano adolescente de Julio César, Lenin Mondragón, quien, según
el testimonio de su tío Cuitláhuac, fue el primero en percatarse de que su
hermano estaba muerto, al reconocerlo por su camiseta, su bufanda y sus manos,
en la fotografía del muchacho desollado. Era la madrugada cuando el resto de la
familia aún tenía la esperanza de que el joven estuviera vivo.
“Es, por cierto, una fotografía casi idéntica –aparentemente parte de una
serie de tomas cuyo origen aún no se determina pericialmente– que forma parte
de la averiguación previa de la Procuraduría de Guerrero.
“La
técnica forense
“A pesar de
las características de las lesiones –cortes precisos desde la garganta hasta la
línea de nacimiento del cabello– y la ausencia de heridas graves en otras
partes del cuerpo, el dictamen de la necropsia del expediente asienta que la
causa de la muerte fue ‘edema cerebral, múltitples fracturas de cráneo,
lesiones producidas por agente contundente’.
“Según las
fotografías conocidas, el cadáver ya no tenía ojos. No obstante, el autor de la
necropsia establece: ‘Se observan pupilas dilatadas con presencia de mancha
negra esclerotical’.
“Más
adelante, registra ‘´marcas de caninos que interesa toda la cara y cara
anterior del cuello que interesa piel, tejido celular subcutáneo y músculos,
preservando estructuras óseas. Globo ocular izquierdo ennucleado post
mortem y globo ocular derecho sin tejidos blandos circundantes’.”
-0-
“Ahí, en su casa, no vivía una mamá y sus dos
hijos, vivíamos tres hermanos”, dice Afrodita Mondragón, la madre de Julio.
Quienes como ella formaron parte de la vida
del joven, adoptan una frase: Mi rostro es tu reflejo, no el olvido.
Forma parte de un movimiento presidido por el Vivos se los llevaron, vivos los queremos, capaz de transformar al
país, confiamos. Es un nuevo sesenta y ocho, dice Fabrizio Mejía en su crónica,
sin afanes de interpretación, entendiendo que la lucha estudiantil de entonces
se levantaba contra un régimen ultra autoritario y hoy tenemos enfrente un
monstruo mucho mayor y mucho más cruel.
Con Iguala el mundo voltea hacia México y nos
llegan voces que solemos no escuchar. La de un gran especialista en violencia y
derechos humanos, por ejemplo: el setenta por ciento de la sociedad está
condenado a desaparecer o marginarse, en una suerte de nueva solución final, como el régimen nazi
llamaba al proyecto que culminaban los campos de exterminio. Recordando a Julio
César, la economista Ana Esther Ceceña escribe:
"Cada
vez es más claro que el capitalismo de nuestros tiempos funciona en un doble
carril. Por un lado tenemos la sociedad formalmente reconocida, con su economía,
sus modos de organización y confrontación y su moralidad; y por el otro crece
aceleradamente una sociedad paralela, con una economía calificada genéricamente
de ilegal, y con una moralidad, modos de organización y mecanismos de
disciplinamiento muy diferentes."
En México "no puede hablarse de un orden social –continúa-. Las condiciones apuntan más bien al desorden, a la ruptura, a la descomposición, a las fracturas. Es decir, el orden apela al autoritarismo, que es el único medio visible para garantizarlo".
En México "no puede hablarse de un orden social –continúa-. Las condiciones apuntan más bien al desorden, a la ruptura, a la descomposición, a las fracturas. Es decir, el orden apela al autoritarismo, que es el único medio visible para garantizarlo".
Por
sector informal se refiere no sólo a los giros del crimen organizado. Habla
también, entre otras cosas, de la industria fabril que emplean trabajo esclavo,
o de la minería que avanza destruyendo todo a su paso. Así nos obliga a
recordar la existencia en el mismo municipio de Cocula donde sin prueba alguna
se insiste fueron incinerados los cuarenta y tres estudiantes, del mayor
depósito de oro en América Latina, y la muy alta probabilidad de que hayan
otros cercanos a él, mientras en la vecina municipalidad de Teloluapan arranca el “proyecto Rey de Plata”. Contra
lo que se pensaría, y conforme al razonamiento de Ana Esther Ceceña, a esos
riquísimos negocios quizá no los inhibe la violencia y el desorden social
descubiertos por el 26-27 de septiembre.
La economista tituló su artículo A Julio César Mondragón In memoriam,
pareciéndole que lo hecho al joven representa fielmente a ese nuevo modelo.
Las
instancias internacionales contra la tortura, que hemos citado, constituyen uno
de los pocos fenómenos virtuosos durante las últimas décadas. La humanidad
pareciera avanzar y en substanciales aspectos vuelve a las épocas más oscuras.
La ONU estableció los protocolos de Estambul y Minneapolis para asistir a los
torturados, después de los genocidios en Bosnia y Ruanda, cuya brutalidad no
tiene nada qué envidiar al holocausto nazi o al tráfico de esclavos por el cual
se semivació al África negra.
Entre
el mar de mentiras y aberrantes procedimientos alrededor de los hechos en su
conjunto, la familia de Julio y quienes los asisten legal y psicológicamente,
reman contra la invisibilidad de su caso
y de los de Daniel Solís Gallardo y Julio
César Ramírez Nava, muertos, Aldo Gutiérrez Solano, que queda en “estado
vegetativo con muerte cerebral”, y Édgar Andrés Vargas, a quien una bala
deformó la cara. Pero aun la asociación del Centro de Derechos Humanos de la
Montaña (CDHM) Tlachinollan, la Red Guerrerense de Organizaciones de Derechos
Civiles y el Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez es insuficiente
para atender con entero detalle el cúmulo de tareas que precisan las causas de
los 5.
Sayuri
Herrera, coordinadora jurídica del Centro Vitoria, entra muy pronto en contacto
con los Mondragón y por meses los apoya en la medida de lo posible. Anima a la
cadena Telesur a realizar un reportaje. Gracias a él y a los acercamientos de
Blanch Petrich, descubrimos a la familia de Julio. A su abuelo materno, un
campesino que tragándose el dolor, mientras con el digno cansancio de sesenta
años de trabajo cambia las flores de la tumba, dice a las cámaras: “Ojalá su
sangre sea (…) para el bien del pueblo”. Allí mismo Afrodita, la madre, hace un
esfuerzo considerando la pena de los otros padres y madres de Ayotzinapa:
“Mínimo yo tengo donde hablarle a Julio César; sé dónde está”.
También, animada
por Sayuri, Diana del
Ángel, una joven poeta, escribe una crónica sobre el homenaje de día de muertos
al normalista:
“Julio César Mondragón, una luz para nosotros
“Una
cruz de claveles blancos y el retrato de Julio César marcan el eje imaginario
que divide en dos su ofrenda este dos de noviembre. El altar está en medio del
cuarto, las puertas están abiertas de par en par. En Tenancingo, Estado de
México —se nos explica—la tradición es llevar a los muertos del año cera nueva; desde temprano los pobladores llevan entre
sus manos gruesos cirios blancos para alumbrar el duelo por la muerte del joven
normalista. Pero —nos aclara uno de sus tíos— antes de estar en la Normal de
Ayotzinapa, Julio aguantó los propedéuticos de las normales de Tenería, muy
cerca de la casa donde creció, y de Tiripetio, en Michoacán. Su anhelo por
formarse como maestro lo llevó hasta Iguala, Guerrero. ¿Por qué alguien,
teniendo otras oportunidades, se empeñaría tanto en aprender una profesión mal
pagada y demeritada por el discurso oficial en los últimos años? Nos responden
sus dos tíos normalistas que nos cuentan con esperanza y valentía sus andanzas
como estudiantes y maestros rurales.
“Las
veladoras encendidas alumbran la fruta y los panes flanqueados por los dos
pilares de rosas y alhelíes que limitan el altar. En el armonioso acomodo de una flor detrás de
otra se advierte el amor de su viuda, de su madre, de su hermano; en el matiz
amarillo y rosa, el dolor. Le lloró mucha gente —nos dicen— muchos vinieron a
su velorio, muchos rezaron en sus rosarios, muchos son los que ahora ofrecen su
cera nueva y se quedan un ratito
frente a la ofrenda, lo suficiente para intercambiar unas palabras y recibir
—como es la costumbre en Tenancingo— unas galletas y un trago mosquito, licor
de frutas hecho en la región. La gente de los pueblos es muy solidaria —nos
dicen— y Julio tenía algo: como que sabía dar consejos, quería enseñar a los
niños. Aquí estuvo gente de verdad cabrona —escuchamos— llorando porque no creían que Julio hubiera
salido huyendo, porque él nunca daba la espalda a los otros.
“Nuestra
presencia fue esa tarde el pretexto para traer a Julio con palabras, con
íntimos recuerdos. No sé bien con qué agradecer a esta familia que en pleno
duelo nos ha abierto las puertas de su casa, nos ha dado de comer a manos
llenas, nos ha contado sus historias, nos ha dado sus risas esa tarde. Es
impagable el gesto silencioso con que su madre nos dio cinco corazones de
galleta, para decirnos todo lo que nunca podrá escribirse sobre la pérdida de
un hijo. Ni una vez estreché la mano de Julio “César, pero esa tarde supe que
era valiente por la resistencia de su herencia normalista; supe que amaba por
la presencia de su niña y, por la ofrenda en medio del cuarto, supe de su generosidad
hasta la muerte. Humanamente supe que no éramos tan distintos. Su ausencia fue
la razón de nuestro viaje, de nuestros pasos en las calles, de la sucesión de
estas palabras. Busco dar un sentido a la ausencia de su rostro, una luz que
venga de la cera nueva ofrendada.”
Para
entonces y por convocatoria de los familiares de los 43, el Equipo Argentino de
Antropología Forense, formado por expertos de varios países, iniciaron el examen de los
treinta cuerpos hallados en las primeras fosas clandestinas, y en las
siguientes semanas analizan los del río San Juan. Al concluir que no pertenecen
a los normalistas, los padres y madres de éstos, apoyados por la Ceteg, inician
una búsqueda por cuenta propia.
Entretanto
la PGR fabrica su “verdad histórica” sobre los hechos, y el primero de marzo
llega el Grupo Interdisciplinarios de Estudios Independientes de la CIDH,que no
tarda en determinar: estamos ante crímenes de lesa humanidad. Por ello el
esfuerzo de los familiares, estudiantes de Ayotzinapa y organismos que los
apoyan, se concentra en los foros internacionales.
En ese mes
los Mondragón Fontes piden a Sayuri coadyuve en el caso y ella abandona las
tareas del Centro Vitoria. Una huelga en los tribunales de Guerrero retrasará
por casi dos meses el acceso a los expedientes.
El mensaje
enviado por el o los asesinos y torturadores tiene cada vez una mueca perversa.
1. Me permití poner
cursivas a las citas dentro de los textos.
2.
EL HOMBRE
La sociedad con mínima conciencia ha hecho suyos a
los 43+5 jóvenes de Ayotzinapa, que representan la terca lucha de los condenados
de la tierra y los extremos a los cuales está dispuesto uno de los
mayores monstruos en nuestra historia. Lo hace tratando de rescatar su memoria
uno a uno y el trabajo de Tryno Maldonado es quizá la mejor muestra, pasando
meses en la Raúl Isidro Burgos para que los números y las fotografías se
transformen en historias personales.
El tiempo impide que lo imite en este libro. No
importa: lo hacen quienes mejor conocieron a Julio. Antes de darles la palabra,
van los trazos que el propio Tryno rescató sobre el joven y los de Blanch
Petrich y Diana del Ángel al acercarse a la familia y a su recuerdo.
Dejo la palabra a Tryno sin introducir comillas al
original:
Para
Levinás, la relación entre los seres humanos ocurre a través del rostro del
otro: una construcción, una máscara. La expresión se desvanece. Pero no
sucede así con los rostros de los desaparecidos. Los rostros de los
desaparecidos son un vacío en la realidad. Un duelo suspendido que jamás llega
y se vuelve intolerable.
Cuando la
sección G se dividió en grupos durante el primer y único día de clases -26 de
septiembre del año pasado- la mayoría de los estudiantes postuló a
Julio César Mondragón, El Chilango como jefe de grupo. Hubo
votación. Se escucharon afirmaciones e incluso aplausos en el salón
de clases. Sin embargo Julio César declinó el cargo. Se pudo de pie
y las cabezas rapadas de los muchachos se alzaron para mirarlo desde sus 1.70
metros de estatura. Julio César, serio e introvertido como era, pero
visiblemente conmovido por el gesto de sus compañeros, empleó las palabras más
sinceras que pudo encontrar: les dijo que no era buena idea. “Ustedes
saben, paisas, que a los chilangos no nos quieren por acá. Lo mejor es que
alguien más se haga cargo del grupo”. El Verde y el resto de
sus compañeros lo miraron sin parpadear y enseguida intercambiaron miradas
entre ellos. Hubo un silencio nervioso y enseguida un cichicheo.
“La
decisión de Julio César obedecía a su experiencia como normalista durante dos
años en la normal rural de Tenería, en el Estado de México, a escasos cinco
kilómetros de su casa. Sabía que las responsabilidades que ser jefe de
grupo le iba a acarrear, cuando lo más que le preocupaba era su hija Melisa,
recién nacida. Ella fue el motivo de su ingreso en la normal de
Ayotzinapa. Si asumía el cargo de jefe de grupo, era muy probable que
Julio César tuviera que pedir permiso para ir a visitar a su hija y a su
esposa, Marisa, de 24 años, como sí había hecho durante la semana de guardia.
Así que El Chiquis, otro compañero de grupo, tomó su
lugar.
“Muchas
veces, durante los tiempos libres, El Verde y otros compañeros
veían a Julio César pasar horas concentrado en una libreta. No era de los que
ponían música a alto volumen en su celular, sino que se colocaba los audífonos
y se desconectaba por horas sin molestar a nadie. Era de los pocos de la normal
que no oía banda, prefería el hip hop. A Julio César le gustaba también hacer
dibujos con una pluma a todas horas.
“En una ocasión, El
Haus -un alumno de primer grado de un dormitorio vecino a donde Julio
César solía irse a tomar una siesta, por las tardes, cuando el suyo estaba
lleno-, entró sin hacer ruido y lo descubrió dormido y con una libreta de
dibujos abierta sobre su pecho. A lo que Julio César dedicaba tanto
tiempo en los ratos libres-tal como supo El Haus ese día-, era
a esbozar rostros. No eran retratos en forma, sino rostros bien
trazados pero apenas esbozados. Ojos, labios, bocas… casi siempre de mujeres.
La mayor parte de esos rostros estaban incompletos. Frases sueltas. Incluso
cartas. Dibujos y escritos hechos hasta en las noches de círculos de estudio.
“Durante
las noches, El Chilango solía oír música en su celular antes
de dormir. Cártel de Santa sobre todo. Pero también Dharius. Cuando otro
estudiante, llamado Chessman -acostado en en una colchoneta
contigua sobre el mismo piso frío y también fan del hip hop-, escuchaba las
primeras notas de Qué buen fiestón, una de las favoritas
de El Chilango en esa época, él sonreía, de despejaba de la
modorra y comenzaba a tararearla también. Primero por lo bajo y, al final, a
coro y en voz alta con el resto de los siete muchachos hijos de campesinos,
extenuados por la dura semana de prueba, sus cuerpos apretados unos contra otros
en el minúsculo dormitorio de tres por tres, molidos por el cansancio, pero
unidos y felices como uno solo en la noche, cantando a una voz.
“Qué buen
ambiente se siente/ Cuando estoy con mi gente/ Pisteado, olvidando todas las
penas de la vida/ Brindando por las cosas chidas/ ¡Qué buen fiestón!/ Ando
prendido machín/ Ando prendido machín/ ¡Qué buen fiestón!
#Sólo
entonces El Chilango sonreía por unos minutos y así con una
sonrisa, era que se quedaba dormido.
“Haus no puede evitar traer
ahora a la mente el hallazgo de la pequeña libreta de dibujo y el recuerdo del
rostro de unos de sus mejores amigos en la normal…”
Hasta aquí
Tryno. Blanche Petrich:
“Han pasado
ya muchos días del Día de Muertos, pero en la casita campestre que se levanta
al final de un callejón, en el pueblo de Tecomatlán, al pie del cerro del
Calvario pegado a Tenancingo, todavía ´se recibe cera´. Según la costumbre
local a los difuntos recientes se les expresa afecto llevándoles cirios. Es el
hogar de Afrodita Mondragón Fontes, la madre de Julio César.
“Las
fotografías iluminadas por las llamas de las velas, las flores, las mandarinas
y las calabazas, muestran al joven apuesto que fue, con su rostro fino, bien
parecido, los ojos vivaces de la juventud, un corte de cabello moreno. El rostro
que le robaron.
“A un
costado y detrás de la ofrenda se apilan montañas de cirios. El pueblo está tan
conmocionado por la noticia de su muerte, bajo brutales torturas, que nadie ha
dejado de pasar a rendirle tributo a su manera. Todos participan del duelo.
“Una
cortina de tela separa el salón de lo que fue la recámara de Julio mientras fue
soltero, un pequeño espacio juvenil con una cama, una bici recargada en la
pared, un plástico con fotografías de su entonces novia Marisa, corazones
marcados con un te amo y un librero con algunos libros: El
lobo Estepario de Hermann Hesse, México Profundo de Guillermo Bonfil Batalla,
El Valor de Educar de Savater.
“A pesar de
los bandazos propios de la adolescencia, Julio siempre tuvo claro que quería
ser profesor, como casi todos sus tíos, tías y primos. Ingresó a la Normal
Rural de Tenería, la de Tenancingo, una escuela que como Ayotzinapa, se resiste
a ser desmantelada. Pero a medio año murió su abuela, Guillermina, su mayor
referente.
“Se
deprimió. Faltó mucho a clases y al final le dieron de baja, perdió su beca,
recuerda Raúl Mondragón Chávez, el abuelo.
“No hay
padre biológico de Julio César en su círculo familiar. Él y un hermano
menor, que viven con su madre, fueron criados en un entorno de familia
ampliada: abuelos, tíos, primos.
“El abuelo
Raúl pasa el día en su silla, leyendo el periódico –La Jornada,
invariablemente– y a veces parece olvidar que Julio César ya no está, que en
cualquier momento va a entrar a la casa, a tomar un pan de la larga mesa del
comedor. Sigue relatando los años de búsqueda del joven, cuando se fue al D.F.,
ingresó a la Benemérita Escuela Nacional de Maestros. Pero no le gustó
la ciudad, él era del campo, de aquí.
“Sale al
patio y regresa con la constancia del amor de Julio al terruño: un joven nogal,
todavía en maceta, que él mismo sembró y cuidó. Pronto estará listo para el
trasplante, en un rincón del huerto de aguacates de la familia. Dentro
de diez años estaremos comiendo las nueces de Julio, dice nostálgico.
“Luego de
su breve paso por el DF, volvió al pueblo a estudiar al Tecnológico de Estudios
Superiores de Villa Guerrero. Su mamá insistía y pagó la inscripción. Pero no
duró mucho. Ahí van puros burgueses, decía.
“La
Mondragón Fontes es una familia de ideas progresistas. El abuelo, la mamá, un
tío y su hermano menor son chicharroneros, oficio aprendido de un viejo
pariente de Mexicaltzingo. “Hacer chicharrón en un pueblo de panaderos ¿se
imagina?”, ríe don Raúl. Y los maestros de la familia participan en las luchas
magisteriales. Como Julio tenía muy clara su vocación, ser maestro rural, probó
inscribirse en Tiripetío, Michoacán, pero no pasó el examen.
Luego probó
en la ´Isidro Burgos´ Ayotzinapa, Guerrero. Y lo aceptaron. Al fin había
logrado su cometido. El 30 de julio había nacido su niña. Las piezas empezaban
a acomodarse en el rompecabezas de su vida.
“Una fiesta, un encuentro
“Entre los
normalistas rurales, la Escuela ´Lázaro Cárdenas´ de Tenería –varonil– es
famosa por sus fiestas de aniversario. Y la ´Benito Juárez´ de Panotla
–femenil– es famosa por sus grupos de baile regional. De modo que hace dos años
Tenería invitó a las chicas tlaxcaltecas de Panotla a participar en los
festejos. Ellas prepararon bailables de Durango. Así fue como Marisa conoció a
Julio.
“El
feisbuk, moderno cupido, hizo el resto. Con los meses se hicieron novios y poco
tiempo después, pareja.
“Cuando
nació la niña, el 30 de julio, Marisa ya se había graduado. Ese mismo día a
Julio le notificaron que era aceptado en Ayotzinapa y que tenía que presentarse
de inmediato. Apenas unos minutos para besar a su mujer y a su hija y partir
hacia Guerrero.
“La noche
de la barbarie en Iguala, 26 de septiembre, Julio le llamó a Marisa desde un
celular prestado, pues había perdido el suyo. Eran las 21.42 pm. Le dijo que
los estaban baleando. Por eso sabemos que no cayó en el primer ataque
sino en el segundo, afirma uno de sus tíos.
“En casa de
los Mondragón, en Tenancingo, las horas siguientes fueron
frenéticas. Cualquier versión que diera por vivo a Julio César era atesorada
por la familia; cualquier posibilidad de certeza era puesta en duda. Hasta que
el hermano pequeño de Julio llamó aparte al tío mayor. Mire tío, le
enseñó la pantalla de su teléfono. Era la horrible fotografía del muchacho
desollado. Espérate, no es seguro que sea él.
“El joven
lloraba a lágrima viva: No tío, es su bufanda, es su playera. Y mírele
las manos. Julio tenía dos pequeñas cicatrices de quemaduras en una mano.
Entonces el tío le volvió a marcar a la esposa de Julio. Marisa ¿cómo
le decían a Julio en la escuela? La respuesta le mató las esperanzas:
El Chilango. Así decían las redes sociales que se llamaba la víctima…”
Marisa es
fiel al compromiso que adquirió con la memoria de Julio y para el día del
cumpleaños de él prepara esto:
HOY ES
MI CUMPLEAÑOS… Y EN LUGAR DE ESCUCHAR FELICITACIONES ESCUCHO EXCLAMACIONES DE
¡JUSTICIA!
IN MEMORIAM JULIO CÉSAR
MONDRAGÓN FONTES
(4 DE JUNIO DE 1992 -26 DE SEPTIEMBRE DE 2014)
POR MARISA MENDOZA CAHUANTZI
(4 DE JUNIO DE 1992 -26 DE SEPTIEMBRE DE 2014)
POR MARISA MENDOZA CAHUANTZI
“EL
ENJUAGARÁ TODA LAGRIMA DE SUS OJOS Y YA NO HABRÁ MUERTE,
NI HABRÁ
MÁS DUELO, NI CLAMOR, NI DOLOR, PORQUE LAS PRIMERAS COSAS HAN PASADO”
APOCALIPSIS
21:4
Hoy no es un día cualquiera porque hoy puedo ver las maravillas que hay
en la eternidad, junto a nuestro señor, nuestro Dios; ahora comienzo a escribir
unas cuantas líneas como solía hacerlo en cualquier día, a cualquier hora y
cualquier lugar.
Solo quiero decirles que hoy no es un día cualquiera: es mi cumpleaños,
sé que habrá festejo, mi familia estará reunida para celebrar. Ya puedo ver a
mi madre cocinando mi comida favorita y el delicioso pastel que siempre me
preparaba cada que iba a visitarla. Veo a mi esposita adornando la casa para
sorprenderme como siempre acostumbraba hacerlo.
Si me preguntara Dios cómo me siento, le diría que Feliz, porque es el
primer cumpleaños que paso con mi ratita hermosa, mi hija Melisa, ansío ver su
carita, sus ojitos, sus brazos estirados para felicitarme y escucharla decirme
Papá. En este día quiero agradecerte Dios Padre, porque es el día más especial
e importante: mi familia estará reunida celebrando la vida, mi vida, la vida de
Julio, la vida de un padre enamorado de su esposa.
Pero… algo está pasando y no entiendo, no hay nada de adornos, ni
comida, no recibo abrazos de las personas que tanto esperaba; al contrario, veo
con tristeza, coraje y desaliento en mi familia y en lugar de escuchar
felicitaciones escucho exclamaciones de ¡JUSTICIA! ¡JUSTICIA!
Y ahora recuerdo…
Ya no estoy con ellos, ya no podré celebrar, no estaré ni con mi madre,
ni con mi esposa, ni con mi hija, ni con mis hermanos, ni con mis amigos, en
fin con nadie y me pregunto ¿Por qué? ¿Por qué me arrebataron la vida? ¿Por qué
no me permitieron llegar a la meta y ser un maestro Rural? ¿Por qué no me
dejaron ver crecer a mi hija, mi Melisa? ¿Por qué no me dejaron progresar junto
a mi pequeña familia?
No me resigno a no estar, a no disfrutar de la compañía de mi hija, mi
esposa, mi madre y toda mi familia. Me siento impotente porque no solo
desapareció mi cuerpo, me arrebataron mis ilusiones, mis sueños, mis esperanzas
e ideales y todavía pregunto ¿Por qué a mí? ¿Por qué a nosotros? Si me faltaba
tanto por hacer en este mundo, en esta vida.
Si lo único que quería hacer era superarme, quería servir a los que como
yo no teníamos tantas oportunidades, quería sobresalir, compartir con mi esposa
esa profesión que tantas satisfacciones deja; también quería construir un
futuro juntos. El ser maestro era mi ilusión más grande, el deseo ferviente de
escuchar de la voz, de esas voces inocentes y sinceras, que sólo un niño puede
decir “maestro” y sobre todo de escuchar de mi hija decirme con tanto amor
“papá” y ya nunca podré jugar con ella.
Tampoco la veré crecer, no guiaré sus pasos; quisiera gritar, exigir
justicia ante mi muerte aunque sé que no me escuchan, pero sí puedo imaginar a
mi familia sufriendo, a ti Marisa derramar muchas lágrimas, quizás esas
lágrimas sean amargas en tu vida porque sé cuánto me amas al igual que yo a
ustedes y no sabes cuánto deseo estar contigo y con nuestra ratita hermosa.
Pero de lo que si estoy seguro es que tu dolor, bebé, será también tu
fortaleza y coraje para no dejar mi muerte impune. También te pido que luches,
que no claudiques, que no pares, que nadie ni nada te detenga para que se me
haga justicia.
Porque juntos, yo a tu lado aunque no me veas en cuerpo, lucharemos,
porque mi muerte no haya sido en vano, que sea un testimonio de la impunidad en
la que está sumido nuestro país. Por favor, mi amor, no desistas; lucha,
persiste hasta el final, que nuestra hija sepa que sus padres son unos
guerreros y nunca se dieron por vencidos.
Bueno, ahora sé que tú me recordarás toda la vida y que le platicarás a
nuestra hija lo mucho que nos amamos, lo felices que éramos cuando sabíamos de
su existencia y cómo el día que nació todo fue tan especial que se guardará en
mi mente y mi corazón. Por favor, dile a Melisa que su papi la quiso mucho,
cuídala, dale amor como yo quería darle a chorros, dile que la amas como yo
alguna vez te dije “te amo”, corresponde a sus preguntas y dile que por siempre
yo la cuidaré desde el cielo y muéstrale todas la fotos que nos tomamos cuando
estábamos llenos de amor.
Por último, quiero decirte que a donde yo vaya tú y la bebé también
irán, me las llevaré por siempre en mi corazón Escucha la palabra de Dios, te
invito, y allí encontrarás asilo para todo miedo y fuerza para tu debilidad,
pase lo que pase aprieta el paso no agaches la mirada para que tus lindas
lágrimas no caigan; te amaré eternamente, solo piénsame encomiéndate a Dios y
ahí estaremos presentes en el mismo pensamiento.
Diana del Ángel escribió un poema y una crónica sobre Julio César:
rostro
In memoriam
Julio César Mondragón
Sé que mis
palabras incomodan. Nací un día de todos: 4 de junio del 92. Tenía muchos
sueños, propósitos y anhelos, pero el tiempo no me alcanzó. Mi último
pensamiento fue para mi familia, el dolor fue insoportable, lloré hasta
el delirio. Sólo soñaba con ser un luchador de esos que combaten la ignorancia.
Me desollaron vivo.
La luz de la mañana dio en tu hueso puro
para decirnos
con esa dolorosa blancura
el fraude en
que vivimos, para que el asco llegara a nuestras bocas
antes que la
palabra impunidad,
para que
supiéramos la burla de nuestras libertades,
para que
nuestros ojos acostumbrados a la muerte,
recordaran
lo que es llorar, para hacernos más humanos.
Piensan que al asesinar borran toda huella, pero lo único que logran es contradecirse y ganar más desconfianza. Mi vida fue difícil, pero feliz, este año aquí encontré mi destino. ¿Que cómo fueron los hechos? Me robaron la cara, pero no mi esencia; físicamente me mataron pero no mis ideas.
Malditos los dedos que desnudaron tu calavera, malditos
los ojos que
te miraron sin ojos, malditos
los que
pensaron que al asesinarte borrarían tus huellas,
malditos los
corazones que laten impunemente, maldita
la voz que
pide resignación.
Tu rostro
esa mañana fue
la
radiografía de nuestro país despedazado
Y pensar que
fuiste de Tenería a Villaguerrero,
de Tiripetío
a Ayotzinapa,
de Iguala a
tu muerte;
y pensar que
pudiste irte y no quisiste
que volviste
con los tuyos, siempre los de abajo,
volviste
como Zapata, como Lucio,
volviste
para escupirle en la cara al miedo,
volviste
para decirnos que la vida
se defiende
con la vida misma,
volviste con
tu muerte a llenar de sentido las palabras
amor y
amistad
volviste
ayer, mañana y siempre
en los
rostros que te lloran
en los pasos
que caminan incansables hacia el zócalo de la justicia
volviste por
amor a la vida y por amor te lloramos tanto
Soy enemigo de la explotación; los caídos tenemos derecho a ser escuchados. Los maestros tenemos la misión de enseñar a elegir a los gobernantes. No me olvides compa…
Y nos dejaste de tarea, maestro,
florecer en
plena noche
llenar con
nuestras vidas las palabras que hoy dan risa
democracia,
libertad, justicia
nos dejaste
el encargo de ponerle un rostro a este país despedazado.
Y no vamos a
perder,
te lo digo
con la sangre de mi gente hirviendo rabia,
porque estas
lágrimas harán florecer desiertos,
porque nos
diste una lección de vida entera
porque más
que la rabia oceánica
nos llena la
esperanza hierba inagotable
de un sexto
sol para nosotros,
que tú fuiste el primero en alumbrar.
LAS
HUELLAS DE LOS MILITARES. REPORTAJES DE MARCELA TURATI
La gota que derrama el vaso, decimos de las
muertes y desapariciones en Iguala. Nada es igual desde ellas, para la
conciencia sobre esta casa del horror llamada México, en el propio país y en el
resto mundo, aunque los poderes formales e informales parezcan no darse cuenta.
La movilización social que se produjo a
partir de entonces pone al frente a los sectores más golpeados durante treinta
años de capitalismo salvaje y augura una nueva utopía. Defensores de derechos
humanos, periodistas, académicos, escritores de ambos sexos hacen un enorme
esfuerzo por investigar y registrar los hechos y cuanto con ellos se desnuda.
Nuestro modesto libro forma, pues, parte de un todo, y debe centrarse en Julio
César por lo que su tortura y asesinato exhibe del conjunto de esas horas entre
el 26 y 27 de septiembre y por el joven mexiquense en sí mismo, representante
de la juventud condenada a la exclusión o la llana eliminación.
Por eso pedimos usar su trabajo a algunos
de las y los que están en el empeño, y accedieron sin reservas, en el
sobrentendido de que para cada tema debemos acudir directamente a ellas y
ellos.
Marcela Turati es tal vez quien con mayor
acuciosidad ha seguido el rastro de las desapariciones y la implicación que
tiene el caso Mondragón Fontes, en la revista Proceso. Recogemos sólo
fragmentos del aspecto en el cual más se emplea últimamente: el posible papel
del 27 Batallón de Infantería. Más adelante recogemos otros reportajes de la
propia periodista sobre Julio César en particular.
Inacción militar que olió a complicidad
11 de diciembre de 2014
Diversos hechos y testimonios apuntan a que la inacción del 27 Batallón de
Infantería, con sede en Iguala, los pasados 26 y 27 de septiembre, no fue
casual: los jefes castrenses tenían una excelente relación con el exalcalde
José Luis Abarca y con su esposa, y el día del ataque a los normalistas no hubo
presencia militar sino hasta mucho después del tiroteo, cuando las víctimas
buscaban ayuda médica, la cual prometieron y no dieron. Hay otros datos: el año
pasado el jefe de la policía de Cocula acusó a los integrantes de ese batallón
de proteger a delincuentes y hay un caso documentado de cuando levantaron y
desaparecieron a seis jóvenes igualtecos en 2010.
Ayotzonapa: Las huellas de los militares
23 de diciembre de 2014
El gobierno federal dice que hará todo por dar con el paradero de los
normalistas de Ayotzinapa desaparecidos. Pero en los hechos atranca el lugar en
que las familias de las víctimas exigen buscar: el 27 Batallón de Infantería,
ubicado en Iguala. Además, la actual administración no aclara las
contradicciones que han surgido en la investigación del caso y responde con
desdén a las preguntas al respecto –cuando lo hace. Así, las dudas sobre la
participación del Ejército se acrecientan.
En un arranque de enojo, impotencia y desesperación, padres y madres de los
42 estudiantes de la Normal de Ayotzinapa que permanecen desaparecidos
acudieron el jueves 18 a las instalaciones del 27 Batallón de Infantería, con
sede en Iguala, para exigir a los militares que les entreguen vivos a sus hijos
y los acusaron de su desaparición forzada.
Dos días antes, en una conferencia de prensa, las familias ya habían
exigido a la Procuraduría General de la República (PGR) abrir una línea de
investigación sobre la participación de las fuerzas federales –Ejército y
Policía Federal– en el ataque y posterior desaparición de los estudiantes, así
como en torno a la obstrucción de las labores de búsqueda.
Estas demandas se basan en las nuevas pistas publicadas por Proceso 1989 en
el sentido de que, el 26 de septiembre –a través del guerrerense Centro de
Control, Comando, Comunicaciones y Cómputo al que tienen acceso fuerzas
estatales y federales, o C4–, tanto militares de ese batallón como policías
federales estuvieron enterados de la ruta que seguían los estudiantes de la
Escuela Normal Rural de Ayotzinapa, y de la persecución y cacería que sufrieron
en Iguala, donde fueron emboscados y 43 de ellos desaparecidos –actualmente son
42, pues el sábado 6 fueron identificados mediante el análisis de ADN los
restos del estudiante Alexander Mora Venancio.
Desde que la PGR tomó la investigación del caso, el procurador Jesús
Murillo Karam ha defendido a los militares del 27 Batallón de Infantería
–ubicado a kilómetro y medio del periférico de Iguala, donde se realizó el
ataque–, a pesar de las evidencias de que los soldados no sólo permitieron que,
durante más de tres horas, policías municipales y sicarios agredieran a los
estudiantes, sino que cuando los militares salieron del cuartel y encontraron a
un grupo de alumnos que se escondía con un herido, los regañaron, amenazaron y
ficharon.
Desde el reportaje titulado Inacción militar que olió a complicidad (Proceso 1984) del 8 de noviembre se
planteaba que el personal del 27 Batallón no sólo no acudió a verificar qué
pasaba afuera de sus instalaciones ese 26 de septiembre y negó atención a los
heridos; también se le acusaba de haber obstaculizado la búsqueda de los
estudiantes.
En ese entonces ya había evidencias de que dicho batallón no atendió las
denuncias recibidas antes de la tragedia sobre el comportamiento criminal de
las policías de Iguala y Cocula, y de que tenía una excelente relación con el
presidente municipal de Iguala, José Luis Abarca –quien dio la orden del
ataque, según la PGR. De hecho, el batallón le cedió un terreno a Abarca para
su plaza comercial, y la noche de los hechos el alcalde era acompañado por un
enviado del 27.
En los medios de comunicación se han manejado varios nombres distintos
sobre el militar que acompañaba a Abarca y su esposa, María de los Ángeles
Pineda, al atardecer del 26 de septiembre, cuando los estudiantes se
encontraban camino a Iguala y ya eran monitoreados por fuerzas federales y
estatales. En ese momento Pineda daba un informe como presidenta del DIF, que
fue seguido por un baile.
La mayoría de los medios menciona que el militar que asistió en primera
fila al acto de los Abarca fue el coronel Juan Antonio Aranda Flores,
comandante desde 2012 del 27 Batallón, oficial formado en fuerzas especiales,
inteligencia y contrainteligencia, quien se presumía cercano a Abarca, ya que
encabezó cerca de cinco actos públicos con él. Sin embargo, al cotejar
fotografías, no existe parecido entre el coronel Aranda y el militar que
aparece en las fotos del informe.
El diputado de Movimiento Ciudadano Ricardo Mejía, por su parte, señaló que
el militar presente es el capitán del Ejército Mexicano y oficial de
adiestramiento Paul Escobar López. De él no se tienen referencias fotográficas
que permitan cotejarlo.
El general titular de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena),
Salvador Cienfuegos, informó a los diputados que el asistente a la fiesta de
Abarca era el coronel José Rodríguez Pérez –quien relevó este año a Aranda en
la comandancia de dicho batallón. Empero, su rostro tampoco guarda parecido con
el militar fotografiado.
El superior inmediato de Rodríguez Pérez es el comandante de la 35 Zona
Militar, el general de brigada Alejandro Saavedra Hernández, quien el día del
lanzamiento del Operativo Tierra Caliente sostuvo una charla con los
integrantes del 27 Batallón, en la que dijo a los soldados que estuvieran
seguros y tranquilos porque habían actuado bien.
En este semanario se señaló que el militar fotografiado podría ser el
coronel de caballería diplomado mayor de la 27 Zona Militar con sede en Atoyac,
Juvenal Mariano García, quien es parecido al militar retratado, aunque su base
está lejos de Iguala.
La incógnita, por lo tanto, sigue sin respuesta.
Otros señalamientos directos contra el Ejército como cómplice de las
desapariciones de los normalistas los hizo el Ejército Popular Revolucionario
(EPR) que, a través de un comunicado, indicó que los jóvenes estaban retenidos
en cuarteles militares. Posteriormente, una supuesta narcomanta, firmada por El
Cabo Gil –lugarteniente del líder del grupo delictivo Guerreros Unidos–,
involucró con el narcotráfico a un “capitán Barbosa” y a un “teniente Crespo”
del 27 Batallón.
En la página de internet del municipio de Iguala existen dos actos en los
que un capitán segundo de infantería del 27 Batallón, el inspector militar José
Martínez Crespo, acompaña a Abarca. El primero es una ponencia sobre sismos, el
segundo fue el sorteo del servicio militar.
Aunque el apellido coincide, no pasa lo mismo con el cargo, y no es posible
deducir si la narcomanta se refería a ese militar.
En la respuesta a una solicitud de información hecha a la Sedena en torno
al historial de José Martínez Crespo, se señala que en 1987 comenzó su carrera
militar como cadete, luego fue subteniente de infantería y, a la postre, capitán
segundo de dicha arma. Estuvo asignado a un Estado Mayor de la Defensa Nacional
en el agrupamiento de servicios generales, y en 2007 ingresó “a un batallón de
infantería”.
Con respuestas del tipo “(permaneció) en un plantel militar” o en “un
batallón”, la Sedena evita identificar los lugares concretos en los que estuvo
destacado.
En el portal del municipio de Iguala se exhiben siete actos públicos de
Abarca junto a militares. Quienes aparecen son: el coronel Juan Antonio Aranda
Flores, el coronel comandante José Rodríguez Pérez, el teniente de Infantería
Éder García, el segundo comandante del 27 Batallón y teniente coronel Rogelio
Carrera y el capitán segundo de Infantería José Martínez Crespo.
Cabos sueltos
Las dudas sobre la participación del Ejército en Iguala, cuando los
normalistas estaban siendo atacados y detenidos por policías y pistoleros, no
han surgido sólo entre las familias de las víctimas, sino también en la
Comisión Bicameral de Seguridad Nacional del Congreso, la organización
internacional Human Rights Watch y Tlachinollan –que en un inicio exigió
investigar la falta de prevención de los hechos por parte del Ejército y la
ausencia de información de inteligencia sobre cómo operaban los grupos
criminales en Iguala, pero la semana pasada pidió indagar si tuvo participación
directa en los hechos.
El 7 de noviembre, la primera vez que fue cuestionado sobre la inacción del
Ejército para defender a los estudiantes, Murillo respondió: “El Ejército se
mueve sólo con órdenes. ¿Qué hubiera pasado si hubiera salido? ¿A quién hubiera
apoyado? Obviamente a la autoridad. ¡Qué bueno que no salió!”.
El miércoles 3, este semanario le comentó la exigencia de los padres para
indagar al 27 Batallón. El fiscal informó que el gobierno no buscaría en bases
militares a los normalistas desaparecidos:
–Las familias (de los estudiantes desaparecidos) exigen que sean revisadas
también las bases militares, ¿ahí ya buscaron? –se le preguntó tras el
lanzamiento en Iguala del Operativo Tierra Caliente.
–Hemos hecho toda la búsqueda que se nos ha solicitado, ahí no tenemos que
buscar, sabemos que ahí no –respondió.
–¿No van a buscar en las instalaciones de la Sedena, en el 27 Batallón?
–La Sedena es la más preocupada buscándolos, así que sería un absurdo que
si los tuviera ahí, los buscara; es un absurdo completamente.
–Entonces no serán buscados ahí…
–No tenemos que buscar lo que sabemos que no está. Es absurdo –insistió.
El 13 de noviembre, el secretario Cienfuegos explicó a legisladores que lo
citaron para hablar del tema que los integrantes del 27 Batallón no
intervinieron en el ataque contra los normalistas porque “siguieron un
protocolo”, que indica que sólo pueden actuar a petición de la autoridad local,
y cuando los militares preguntaron a las policías municipales y estatales si
pasaba algo en Iguala, éstas mintieron y aseguraron que “no sucedía nada”.
El miércoles 3, al ser cuestionado sobre la exigencia de revisar las bases
militares, Cienfuegos dijo: “Eso depende del gabinete, no de mí”. Guardó
silencio y después de unos segundos agregó: “Si quieren revisar que revisen, no
tenemos ningún problema”.
El general no ha declarado nada sobre el informe inédito del gobierno de
Guerrero obtenido por Proceso en torno a los hechos del 26 y 27 de septiembre,
en el que queda asentado que, desde su salida de las instalaciones de la Normal
de Ayotzinapa, los estudiantes eran monitoreados por agentes de las
administraciones estatal y federal a través del C4.
Aunque se pidió a la Sedena información sobre el papel que jugó en el caso
Ayotzinapa, vía la Ley de Información Pública y Trasparencia, ha solicitado
prórrogas para responder a esta pregunta.
Según el reportaje firmado por Anabel Hernández y Steve Fisher, publicado
en esta revista con el apoyo del Programa de Periodismo de Investigación de la
Universidad de California en Berkeley, en el ataque hubo participación de la
Policía Federal, con la aquiescencia o colaboración del Ejército.
Tras estos señalamientos, el comisionado general de la Policía Federal,
Enrique Galindo, negó en entrevista televisiva que la noche del 26 de
septiembre elementos de su corporación participaran activamente en el ataque,
pero admitió que las fuerzas federales sí estuvieron monitoreando el grupo de
normalistas desde antes que llegaran a Iguala, y se enteraron de que fueron
agredidos a balazos:
“Sí sabíamos de (las actividades) ese día, porque (los estudiantes) venían
en autobuses. Nuestra competencia estaba en la carretera federal (…) Ahí
acudieron los federales. Pero dentro de la ciudad no tuvimos participación.”
Ayotzinapa: sus propios informes comprometen al Ejército
21 de marzo de 2015
El informe que el 27 Batallón
de Infantería, con sede en Iguala, entregó sobre lo ocurrido la noche del 26 de
septiembre, cuando 43 normalistas de Ayotzinapa fueron desaparecidos indica:
“Aproximadamente 2230 horas arribaron al lugar tres patrullas más a bordo de
las cuales bajaron policías vestidos de negro, encapuchados, los cuales les
dijeron a los estudiantes que se bajaran, por lo que los estudiantes les
mencionaron que tenían compañeros heridos, sin especificar qué tipo,
aproximadamente 2235 horas los policías que llegaron trataron de bajar a los
estudiantes”.
Esta información está contenida en uno de los reportes que la Secretaría de
la Defensa Nacional (Sedena) entregó a Proceso por vía de la Ley de
Transparencia a la solicitud folio 0000700019715.
Del camión que transportaba a estudiantes de la Escuela Normal Rural de
Ayotzinapa, la mayoría de pasajeros fueron desaparecidos. Personal castrense lo
supo esa noche y posiblemente estuvo presente, como quedó asentado en la
bitácora.
Los reportes revelan que desde las 23:00 horas del 26 y hasta las 06:00 del
27 hubo dos unidades de la Fuerza de Reacción de ese batallón patrullando las
calles; vieron los cadáveres, acudieron a los hospitales donde encontraron a
los heridos, supieron de las balaceras y de los ataques.
Durante esa madrugada 43 normalistas fueron desaparecidos. El día 27 los
estudiantes buscaban por las calles a sus compañeros desaparecidos y otros
declaraban ante el ministerio público, pero el reporte de los patrullajes que
hizo ese día personal del 27 batallón culmina con un “sin novedad”.
El expediente entregado tiene huecos. A la serie le faltan 97 folios con
reportes de los días 26 y 27 de septiembre, incluye notas extemporáneas dando
cuenta tardía de detalles no registrados en los primeros informes, líneas
enteras le fueron borradas, las fotos censuradas y eliminados los nombres de
los militares participantes (sólo se mencionan dos mandos), contiene croquis
mal hechos y errores evidentes en temas clave como los sitios donde ocurrieron
los hechos o el número y las marcas de los autobuses implicados.
La información
difiere de los testimonios de los normalistas sobrevivientes y de ciudadanos
que presenciaron los hechos, de declaraciones que han dado autoridades sobre
ese día y de algunas pruebas documentales.
LOS
EXPEDIENTES
Los expedientes, así, en plural, hay que
decir sobre lo que debiera ser un sólo caso en el aparato de justicia y está
disperso en cuatro investigaciones, todas de ámbito local y no federal como
exigen los hechos.
Sayuri Herrera pidió copia de ellos el Xxxx
y le fueron entregados el xxx, por una serie de absurdas complicaciones
burocráticas, usuales en nuestra aparato de justicia, aclara ella.
Para no comprometer a la abogada con
declaraciones que obstaculicen su trabajo, pedí a otros profesionales que
explicaran esta práctica del retraso. La respuesta fue obvia: forma parte de
una vieja inercia que complica extraordinariamente el tratamiento de una causa,
favoreciendo a quien tiene poder, sin faltar los propios funcionarios de
justicia.
El problema se multiplica si los acusados
pertenecen a las fuerzas de seguridad y en el "caso Iguala" alcanza
sus extremos.
Los padres
de Ayotzinapa tienen que batallar desde el primer día en busca de
atención de las autoridades. Apenas el 29 de octubre, a un mes de los hechos,
se contestó a su reclamo, en un acuerdo de diez puntos con el presidente
Enrique Peña Nieto.
“En el punto de
acuerdo número 2 –dice Cuitláhuac Mondragón, tío de Julio Cesar, el gobierno
federal se compromete a: Se
establecerá una Comisión Mixta de seguimiento e información integrado por
personal a cargo de la investigación dentro de la Procuraduría General de la
República, y de la Secretaría de Gobernación, a fin de establecer mecanismos
ágiles para proporcionar toda la información necesaria a padres de familia,
estudiantes, abogados y representantes de organizaciones civiles, con el objeto
de respetar su derecho de coadyuvar en la investigación que se realiza por los
hechos. Ninguna dependencia del Gobierno Federal dará información a la prensa
sobre el avance de la búsqueda y de la investigación, sin notificar previamente
a esta Comisión de seguimiento e información, por conducto, de la persona que
para este efecto se designe.(x)”
El 4 de marzo el mismo Cuitláhuac muestra
el nivel de desazón de la familia: “Para nosotros ha
pasado una eternidad desde que nuestro querido Julio César fue asesinado. Hemos
esperado, pacientemente..."
Su declaración
anterior forma parte de un texto escrito siete meses después, reclamando por la
total desinformación en que se tiene a su familia. Por ejemplo, sobre el
apresamiento el 26 de febrero del policía a quien se responsabiliza en
solitario por la tortura y asesinato de Julio, del cual hasta ese 30 de mayo no
tienen noticia oficial.
La familia toda
teme presentarse en Iguala acompañando a Sayuri, pues si todos los cercanos a
las cuarenta y ocho víctimas del 26-27 están bajo vigilancia abierta o solapa de
quienes, funcionarios o no, quieren intimidarlos, a los Mondragón Fontes, como
el resto de los cinco estudiantes muerto o heridos de gravedad, se los castiga
además con el la irracional separación de sus procesos penales.
A Marisa el 12 de mayo la PGR la cita en nombre del acuerdo firmado y en
lugar de informarla ¡la interroga sobre los 43 desaparecidos y así aparece como
virtual sospechosa de ocultar un impreciso algo!
Desde el
inicio, ella, Cuitláhuac y Lenin, el hermano del joven, como Sayuri y otras y
otros padres, defensores de humanos y periodistas señalaron con insistencia: la Procuraduría "no ha tomado
directamente el caso, pese a que hemos pedido públicamente su intervención por
la naturaleza del crimen". "Al
parecer no les interesa abrir nuevas líneas de averiguación, ya que es más que
claro que en el caso de mi hermano necesariamente hubo varios involucrado en su
muerte", dice Lenin.
Sayuri es paciente y no
logra evitar sin embargo la desesperación: no
se presentan pruebas, no hay certeza jurídica del porqué se le imputa el
delito a este policía recluido en un penal de Veracruz, cuyo caso no
está incluido en el de los 22 policías que se encuentran presos en un Penal de
Nayarit, imputados por los hechos.
“La tortura en México es generalizada -insiste-, pero particularmente en el
caso de Julio César, muere a causa de esta y ese es el crimen que se pretende
ocultar, porque detrás de él se encuentra el terrorismo de Estado, una
pretensión de criminalizar a los jóvenes y una amenaza sobre los normalistas”.
Es tan obvia la mala fe del gobierno federal en el tema... "Fue un
operativo sofisticado para borrar evidencias con un nivel de degradación de los
huesos que hará difícil su identificación genética -escribe Marcela Turati a
comienzos de noviembre-. Una operación maestra para borrar evidencias que
contrasta con la exhibición del cuerpo desollado del normalista Julio César
Mondragón Fontes, exhibido como trofeo de guerra, mientras sus compañeros
fueron ocultados. Aún no se sabe la razón de esa diferencia."
Y tercamente Cuitláhuac observa en espacios
públicos: los expedientes para el caso son muy escuetos, dadas las
características y la documentación que se tiene gracias a la valentía de la
sociedad civil, quien la aportó de cuán peligroso es.
"Para nosotros,
los familiares, los términos legales se nos dificultan, pero alcanzamos a
entender perfectamente por sentido común, que se trató de una ejecución
extrajudicial. Y aparato
de justicia no da muestras claras de voluntad por investigar, mientras
desata una campaña mediática desinformadora que trata de hacer creer al pueblo
mexicano y a los países del mundo que ya se hizo lo necesario y que los
familiares somos los necios e incluso que la misma ONU exagera. El Presidente
de la República ha dicho que en México no existe la tortura, ¿entonces qué
calificativo le da a este crimen de lesa humanidad? Por medio de otras fuentes
sabemos lo que hicieron con nuestro familiar."
El libro
inédito que escribí sobre la muerte de Digna Ochoa, a petición y con abundatísimo
material de Felipe Casals, asesorado por Pilar Noriega, y la revisión del caso
de los Hermanos Cereso, me familiarización mínimamente con los expedientes
jurídicos. En su interminable, repetitiva verborrea que confía ahuyentar a los
no iniciados, son minas de oro en lo que se descubre el nivel de torpeza al
amparo de la impunidad al cual llegan investigadores policiacos, ministerios y
demás.
Por desgracia
no tuve tiempo de consultarlos. Fue necesario entonces robarle tiempo a Sayuri
para que nos explicara lo que hay en los cuatro relacionado con Julio César.
1. Nuevamente pongo en cursivas la cita
dentro de la cita, para facilitar la lectura.
2. El desollamiento vivo, un ejemplo de la tortura en México. Texto entregado por Cuitláhuac a la prensa.
AYOTZINAPA Y LAS NORMALES RURALES
La agresión a
los estudiantes de Raúl Isidro Burgos no es un accidente. No lo es por los
sucesos previos, según observamos, ni por el significado de las normales
rurales en México (rurales, así, a secas, suele llamárseles) y el papel
que durante los últimos tres años jugaba la de Ayotzinapa en el combate por la
supervivencia general de lo que es un proyecto educativo y algo más.
Damos la
palabra a dos de los académicos y académicas, militantes sociales al mismo
tiempo, que mejor conocen el tema. Las extraemos del número antológico sobre
Ayotzinapa de la revista El Cotidiano, editada por la UAM-Azcapotzalco, con el
consentimiento y la solidaridad de sus autores, quienes así completan el apoyo
social a nuestro libro.
La familia
Mondragón Fontes está vinculada a este proceso y Julio César asistió
originalmente a una de sus instituciones: la rural de
Tenería, cerca del hogar, que durante la guerra
sucia fue castigada con el
secuestro y asesinato de tres maestros.
Escuchemos primero a César Navarro Gallegos decir que
la tragedia de Iguala trajo de vuelta a la conciencia pública "la
olvidada presencia del normalismo rural. Los jóvenes asesinados y desaparecidos
de Ayotzinapa pertenecen a una comunidad estudiantil con rasgos y tradiciones"
muy arraigados.
“Ayotzinapa y el conjunto de las Normales
Rurales surgieron para formar y dotar de maestros a las escuelas públicas de
las poblaciones rurales. Su multiplicación y fortalecimiento se produjo al
unísono con la renovación de las luchas agrarias que conquistaron la tierra
para decenas de miles de campesinos (...) Tierra y educación" fueron sus
fundamentos originarios durante el Cardenismo, y desde entonces constituyen
"un bastión esencial en la historia y evolución de la educación pública
mexicana.”
Habla ahora Tatiana Coll, haciendo un
resumen histórico:
La primera
rural se fundó en 1922 en Tacámbaro, Michoacán, y transferida a otros
municipios, para 1949 finalmente se asentó en Tiripetío, en "uno de los
más imponentes entre los viejos cascos de hacienda que fueron destinados para
ser sedes" de estas instituciones, "como simbólica referencia al
reparto agrario realizado por la Revolución Mexicana y el esfuerzo por llevar
educación al campesino, y no sólo tierras".
Las rurales forman así "parte indisoluble
de la tenaz pelea de los campesinos pobres de México a lo largo del siglo xx y
xxi". Durante "setenta años han enfrentado y resistido las constantes
transformaciones contrarrevolucionarias que llevaron hasta el desmantelamiento
de la esencia del Artículo 27 constitucional, momento definitivo de la
reprivatización y mercantilización de la tierra, proceso que se reflejó hacia
las Normales Rurales, a final de cuentas, en la famosa frase de la corrupta y
cínica Elba Esther Gordillo, cuando señaló que para lo único que servían era
para convertirlas en escuelas de turismo".
“A partir del régimen de Ávila Camacho los
vientos cambiaron, y al mismo tiempo que se trasladó la mirada hacia el campo y
se inició la contrarreforma agraria, las Normales Rurales empezaron a resultar
incómodas para los gobiernos que buscaban recomponer las relaciones con los
terratenientes nuevos y viejos que aún subsistían en el agro mexicano.
"Esto se agravó durante el periodo alemanista, que privilegió la industrialización
a costa de la sobreexplotación rural; no hubo, por tanto, interés por estas
escuelas de pobres para pobres. Muy pronto se empezó a llamar a los estudiantes
normalistas ´comunistas apátridas´, y a las escuelas ´viveros de líderes
rojillos´…(1)
“Así comenzaron
las movilizaciones que se siguieron desarrollando hasta los años sesenta,
cuando la negligencia y el arrinconamiento por parte del gobierno se tornaron
en franca agresión, decidiéndose de manera unilateral el cierre de las Normales
Rurales...
“En los años
noventa, al calor de las reformas salinistas y bajo el discurso de la
modernización, se hacía imprescindible acabar con estas ´entelequias de un
pasado populista que ya no jugaban ningún papel´; entonces la SEP comenzó a
disponer el control y reducción de la matrícula y del presupuesto de manera
sistemática.
Este el
ensañamiento del Estado contra las rurales "persiste con la misma fuerza;
no hay gobierno estatal que no se haya empeñado en lograr la desaparición de
las Normales con todo tipo de medidas.
“Es el caso de
la Normal Rural de El Mexe, Hidalgo, que en 1994 –siendo gobernador
precisamente Murillo Karam, el actual procurador de justicia– se determinó una
reducción significativa de la matrícula y se incurrió en todo tipo de
agresiones [los policías comandados por el señor Osorio Chong
desalojaron, torturaron y detuvieron a estudiantes y padres de familia que
intentaban proteger su escuela], hasta que en 2008 se cerró
definitivamente", bajo el gobierno del propio Chong. "La Alianza por
la Calidad de la Educación, de corte ´calderonista-gordillista´, y la actual
reforma educativa de Peña Nieto, específicamente la Ley del Servicio
Profesional Docente, aportaron un elemento nuevo: el cierre total del acceso a
las plazas de maestros, aun cuando el campo mexicano está sembrado de frágiles
escuelitas multigrado y/o unitarias donde hacen falta cientos de maestros.
“La permanente
resistencia de los estudiantes normalistas (...) demuestra claramente el grado
de responsabilidad social que tienen al luchar El Servicio Profesional Docente
que se aprobó en 2013 como parte de las leyes secundarias de la Reforma
Educativa de Peña Nieto…
“Todas las
estadísticas educativas disponibles –particularmente las del inee– señalan que
el 43% de las escuelas en el país son multigrado y/o unitarias; es decir, que
están organizadas en una sola aula con un maestro que imparte a niños de
diferentes edades los grados que alcanza a establecer, o bien, dos aulas con
dos maestros que se dividen a los niños para impartir los diferentes grados. El
porcentaje de estas escuelas en el campo es mayor; su precariedad y abandono es
enorme.
“Por lo menos
tres de los actores centrales del gobierno federal que tienen la
responsabilidad de hacer justicia frente a este crimen –Murillo Karam, Osorio Chong
y el propio Peña Nieto– confrontaron y agredieron a las Normales Rurales cuando
fueron gobernadores de Hidalgo y del estado de México, respectivamente."
Tatiana detalla
la violencia de esta agresión:
“El 15 de
octubre de 2012, muchos
periódicos alcanzaron
todavía a
insertar la noticia en primera plana: ´Desalojan
Escuelas
Normales en Michoacán´. Elementos de las Policías Estatales Preventivas y
Federales, así como el Grupo de Operaciones Especiales (goes) tomaron por la
fuerza y desalojaron las Normales de Tiripetío, Cherán y Artega en Michoacán.
Pasadas las 12 de la noche, un numeroso contingente de más de 800 elementos
policiacos se movilizó hacia las tres Normales en el estado de Michoacán, y
después de fuertes enfrentamientos con los estudiantes lograron tomar el
control de los edificios.
“…el 14 de
marzo el Secretario General de gobierno, Jesús Reyna García [actualmente en la
cárcel por sus comprobados nexos con el líder del crimen organizado Servando
Gómez, La Tuta], declaró
el cierre de la Normal Rural y dio la orden de realizar un operativo con 40
patrullas y dos camiones de policías estatales y federales, apoyados por varios
helicópteros en un primer intento por desalojar a los estudiantes que se
encontraban defendiendo y resistiendo en la Normal Rural junto con maestros,
padres de familia y campesinos de comunidades cercanas...
“El 28 de
noviembre de 2008, en el marco de las movilizaciones magisteriales contra la
Alianza por la Calidad de la Educación (...) cientos de normalistas y
policías se enfrentaron en el kilómetro 11 de la carretera Pátzcuaro-Morelia,
con un saldo de decenas de lesionados, dos muy graves, 133 detenidos, dos
camionetas de la procuraduría incendiadas y autobuses dañados…
“Actualmente,
como resultado del desalojo efectuado la madrugada del 15 de octubre de 2012 y
de acuerdo con información y documentación de los estudiantes presentada al
Tribunal Permanente de los Pueblos6, 157 de los estudiantes pertenecientes a
las tres Normales [michoacanas] tomadas por asalto se encuentran aún sujetos a
proceso por ´robo y
motín´.”
En la Escuela
Normal Indígena de Cherán, la madrugada del 15
de octubre de 2012 “la policía sacó a toletazos a los 120 muchachos que se
encontraban en la Normal; los obligaron a tirarse al suelo en la cancha de futbol,
boca abajo con las manos atadas en la espalda.
“La misma
suerte corrió la Normal de Arteaga, que en realidad es un Centro Regional de
Educación Normal (cren) para la formación de maestros de preescolar y primaria.
Esta Normal está ubicada en una de las zonas más militarizadas del estado…”
Tatiana no
olvida desde luego “El rencor de Peña Nieto: la Normal Rural de Tenería”,
estado de México, bajo su gubernatura. “Es el 29 de septiembre de 2008 (...) la
Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de Normales Rurales y
Ayotzinapa México7 (fecsm) ha estado movilizada; todas las Normales Rurales han
participado, junto con los maestros democráticos, en las diferentes protestas contra las
arbitrarias medidas (…) Al frente se encuentra una gran manta que dice:
´Mientras la pobreza exista, las Normales Rurales tendrán razón de
ser´...
“Los
estudiantes estaban movilizados porque ya desde mayo de 2007, el gobernador
Peña Nieto había cancelado la matrícula de ingreso en 18 de las 36 Normales del
estado (…) El domingo 14 de septiembre, un helicóptero sobrevoló varias veces
la escuela a menos de 30 metros de altura, fotografiando y tomando videos. Dos
horas después, 400 granaderos se apostaron a 100 metros de la entrada con
instrucciones de desalojar la Normal, sin presentar ninguna orden judicial de
desalojo.
“Los campesinos
habitantes de los cinco pueblos cercanos a Tenería, Cruz Vidriada, San
Simonito, San Simón el Alto, Tecomatlán y dos colonias de Tenancingo se
movilizaron rápidamente y se pusieron como barricada humana frente a los
granaderos, que tuvieron que retirarse...
“El 6 de agosto
de 2003, la historia de Mactumactzá [Normal Rural chiapaneca] se detuvo. Los
normalistas le llamaron ´el macanazo´: entraron a la Normal cerca de 2 mil
policías y a macanazo limpio sacaron a todos los estudiantes. Se llevaron
presos a más de 200 alumnos y padres de familia, y fueron golpeados y aventados
en los camiones. Al día siguiente, el gobernador Pablo Salazar Mendiguchea dio
la orden de demoler con trascabos el dormitorio, los lavaderos, la cocina y el
comedor.”
Regresamos a
César Navarro
“La emergencia del normalismo rural hizo
posible el derecho y acceso a la educación para los más pobres: jóvenes de
comunidades indígenas y campesinas. Escuelas-internados públicos y gratuitos
para mujeres y hombres, bajo un modelo formativo en el que se combinaron el
estudio con el trabajo de sus estudiantes. Una parte importante de su
sostenimiento material proviene de las actividades agrícolas y productivas que
desarrollan sus alumnos, las cuales al mismo tiempo contribuyen con su
preparación como futuros maestros rurales. Son comunidades escolares que
estudian y trabajan…
“Las Normales Rurales se fueron
visualizando como remanentes de otras épocas educativas, como modelos que están
a contracorriente con el rumbo de las “nuevas” políticas educativas eficientes
y modernizadoras.
“Del sistema de escuelas-internados creado
durante el periodo de la educación socialista –conformado por escuelas de
enseñanza primaria, escuelas secundarias para hijos de trabajadores y las
Normales Rurales, instituciones que existían en la mayoría de las entidades del
país y que incluían además al Instituto Politécnico Nacional– sólo pudieron
subsistir las Normales Rurales. El internado del Politécnico Nacional fue
clausurado en 1956 como respuesta a la huelga estudiantil que demandaba
recuperar el proyecto original de su centro de estudios…
“El hecho de que los profesores que
encabezaban los movimientos guerrilleros procedieran del normalismo rural o
hubieran participado previamente al lado de sus estudiantes en diversas luchas
y movilizaciones sociales, provocó que desde la perspectiva gubernamental se
concluyera que las Normales Rurales constituían un foco de incubación de la
guerrilla, y que sus estudiantes eran bases de apoyo de los grupos insurrectos.
“Bajo esta percepción política, la
estrategia para acallar la rebelión consistió en combatir militarmente a la
guerrilla y reprimir a los pobladores de las comunidades, consideradossus
aliados o partidarios, y por otra parte avanzar en la eliminación del
normalismo rural. Esa fue la razón de fondo, nunca explicitada abiertamente,
que determinó la clausura de las Normales Rurales en 1969 [que se echaría atrás
para nuevas ofensivar]…
“Para los estudiantes ´campesinos y
socialistas´, los profesores de la guerrilla encarnan y simbolizan uno de los
ejemplos más trascendentes y representativos del compromiso social del maestro
rural con su pueblo. Son parte entrañable y esencial de su historia y de ellos
se sienten profundamente orgullosos. Nunca en la etapa de la lucha armada
condenaron su camino, ni en el presentehan renegado de su ejemplo.
Simbólicamente, día con día conviven con ellos: en las pinturas murales de sus
escuelas, una tradición muy propia de los normalistas rurales.
“Siempre están presentes las imágenes de
Arturo, Lucio y Genaro, al lado de otros revolucionarios mexicanos y del mundo.
Esto ha dado pie a los mitos y falacias que reiteradamente difunden los
adversarios de las Normales Rurales para afirmar que son “nido de
guerrilleros”; esta es una coartada para exigir su desaparición definitiva. En
las ´rurales´ se forman maestros y ciertamente de sus filas han emergido
profesores que, junto con su tarea docente, se han destacado como activistas y
dirigentes magisteriales, sociales y políticos.
“Pero estos luchadores sociales se han
formado esencialmente en las luchas a las que se han incorporado por decisión
propia; en todo caso, para muchos de ellos su paso por el normalismo rural los
hizo sensibles y conscientes de la injusticia y la desigualdad social en
nuestro país…
“Ayotzinapa 2011. Al grito de ´¡Órale, cabrones!´, el
general Ramón Arreola –subsecretario de seguridad de Guerrero– mandó a los
policías estatales para que empezaran a disparar. Así inició el ataque a los
estudiantes de Ayotzinapa el 12 de diciembre de 2011, con armas de fuego. El
saldo de la represión fue dos normalistas asesinados, tres heridos de bala y
decenas de estudiantes golpeados, encarcelados y torturados. La madre de uno de
los estudiantes asesinados, adolorida y lamentando su muerte, dijo: “mi hijo no
era un asesino, nomás fue a una escuela de pobres” (Navarro, La Jornada, 2011).
“Sin embargo, su hijo y sus compañeros
fueron perseguidos como si se tratara de un grupo de criminales o asesinos.
“Ese día, más de quinientos estudiantes de
la Normal Rural habían llegado a Chilpancingo para demandar nuevamente una
audiencia al gobernador que durante meses les había negado. Para reiterar y
hacer patente su exigencia, determinaron bloquear el tránsito de la Autopista
del Sol. Las razones que condujeron a la movilización de los normalistas ese
día estaban latentes desde meses atrás. En septiembre, como cada inicio del
ciclo escolar, a través del comité estudiantil presentaron un pliego de demandas
ante el gobierno estatal; las exigencias estaban enfocadas en las necesidades
materiales de la escuela y su comunidad educativa.
“El gobernador perredista Ángel Aguirre
aceptó las peticiones normalistas y se comprometió a darles solución. En el pliego
solicitaban aumentar la “ración” alimenticia de 35 a 50 pesos diarios;
reparación y reacondicionamiento de baños, dormitorios, comedores y del
edificio de la escuela –todos en franco deterioro ante la falta de
mantenimiento durante años–; incrementar la matrícula de ingreso de 140 a 170
alumnos (la estratosférica cifra de treinta alumnos más), así como garantizar
el acceso al trabajo magisterial a los profesores egresados de la Normal, entre
otras cuestiones.
“Sin embargo, el gobernador incumplió el
acuerdo y optó por no dar la cara y evadir a los normalistas, al mismo tiempo
que metió la mano para imponer al frente de la dirección de la escuela a un
académico rechazado por profesores y estudiantes, lo cual derivó en un paro de
actividades.
“Hartos de la actitud gubernamental,
emprendieron la movilización de Chilpancingo del 11 de diciembre. Poco después
de iniciado el bloqueo, aparecieron más de 300 efectivos de las policías
federal, estatal y ministerial. En principio intentaron desalojar a los normalistas
y se produjo un primer enfrentamiento a golpes, empellones y pedradas que
repelió la acción policiaca. Tras este intento fallido se estableció un cerco
policiaco y elementos de esas corporaciones y otros, vestidos de civil, se
apostaron en puentes y azoteas de edificios en posición de francotiradores.
“Los federales empezaron a lanzar bombas de gas lacrimógeno y a disparar sus
armas. Tras estos primeros disparos se precipitó la balacera por parte de los
demás cuerpos policiacos contra los manifestantes y los autobuses que los
habían transportado. Según el informe de la cndh,
la lucha se prolongó durante más de veinte minutos.
“Algunos estudiantes se enfrentaron todavía
a la policía, otros se dispersaron hacia cerros aledaños y muchos fueron
sometidos violentamente y golpeados. Más de cuarenta normalistas fueron
encarcelados y gran parte de ellos fueron torturados. Tres resultaron heridos
por arma de fuego, pero la artera agresión dejó sin vida a dos estudiantes:
Jorge Alexis Herrera Pino y Gabriel Echeverría de Jesús (cndh, 2012).
“Han pasado tres años, y a pesar de que
diversas instancias de derechos humanos constataron la legitimidad y legalidad
de la protesta estudiantil y acreditaron la ejecución extrajudicial de los dos
estudiantes, así como los delitos de tortura y detención ilegal en agravio de
decenas de estudiantes, los autores y ejecutores responsables de la represión
siguen impunes. Mientras tanto, sus familiares y compañeros siguen, hasta hoy,
reclamando justicia. La ominosa represión de Iguala, los jóvenes ejecutados y
los 43 estudiantes desaparecidos constituyen un nuevo capítulo en la historia
de las sanguinarias e irracionales agresiones de las que han sido víctimas los
normalistas de Ayotzinapa…
“De acuerdo con su concepción y
organización como escuelas-internado al influjo de los principios y propósitos
de la educación socialista, las Normales Rurales adoptaron formas peculiares
dentro de su vida interna. Esto implicó una rigurosa disciplina en el estudio y
el trabajo de sus estudiantes. Igualmente, la construcción de formas de
organización colectiva para asumir las tareas a realizar cotidianamente para el
funcionamiento de su casa-escuela.
“Para asegurar la observancia y
cumplimiento de las actividades académicas, de trabajo y de comportamiento en
el seno de la comunidad escolar, en las Normales Rurales se estableció un
reglamento que sanciona el incumplimiento de las tareas o transgresión de las
normas establecidas. En ese código se enlistan los hechos sancionables que se
tazan en ´puntos´, de acuerdo con el tipo y naturaleza de la falta.
“El alumno que agota los puntos de que
dispone al inicio de cada ciclo escolar, no puede continuar en la institución.
Se sancionan inasistencias a clase, la no realización de labores de limpieza de
sanitarios o dormitorios, la no participación en las actividades productivas,
por mencionar sólo algunos ejemplos. Pero además, la reprobación escolar no
tiene carta de naturalidad en estas instituciones: el estudiante que reprueba
hasta dos materias en el ciclo escolar correspondiente y no logra una
evaluación positiva en el examen extraordinario, tampoco puede permanecer
inscrito.
“Con esta medida se preservan los espacios
escolares para quienes efectivamente desean y tienen necesidad de estudiar en
la Normal. Las formas disciplinarias y de estudio no son de tipo carcelario o
castrense, sino expresión de un compromiso congruente y militante de sus
estudiantes con el perfil de su formación como maestros rurales que ellos
mismos han asumido y que están encargados de preservar.
“Estos son algunos rasgos y maneras de
vivir y estudiar en las ´rurales´, que las distinguen de la mayoría de los
centros educativos del país. Como se puede advertir, es muy difícil ingresar a
una Normal Rural, pero sumamente fácil abandonarla para quien no se integra o
adapta al régimen normalista.
“La lucha y resistencia de la fecsm, a lo largo de décadas, han
representado el elemento vital para construir sólidos vínculos organizativos y
solidarios en la preservación del normalismo rural. Al igual que el añejo
arraigo de las ´rurales´ entre las poblaciones campesinas que las han apoyado y
protegido. Para miles de jóvenes normalistas y las comunidades campesinas e
indígenas de las que provienen, las Normales Rurales constituyen una de las
pocas herencias sociales que aún preservan y de la que no quieren ser
expropiados, por eso resisten y las defienden. Esto ha quedado evidenciado en
la unión y acción conjunta que han sostenido los padres de familia y los
normalistas de Ayotzinapa ante la masacre de Iguala y la búsqueda de sus hijos
y compañeros desaparecidos.”
1. Me permito usar normas flexibles para
los textos reproducidos. Esencialmente, los tres puntos.
NOTA FINAL
El
infierno de Iguala colma también el
vaso de los organismos internacionales de derechos humanos, que llevaban años
advirtiendo a los gobiernos y el Estado mexicano en su conjunto sobre una
terrible degradación de la seguridad, las fuerzas públicas y el sistema de
justicia entre nosotros. El veedor de la ONU y Human Rigths Watch dicen una
suerte de Hasta aquí al presidente
Peña Nieto, y los expertos enviados por la Comisión Interamericana en la
materia rebaten sin reservas la “verdad histórica” que establece la PGR.
Ni
eso ni el rechazo abierto de muchos gobiernos, de la prensa y los pueblos en el
mundo, ni la protesta social sin parangón en décadas dentro del país mismo,
cimbran a la presidencia de la república, el congreso y el poder judicial.
Podría
pensarse, incluso, que las autoridades aprovechan el efecto del horror,
relanzando el proyecto de Mando Policial Único. Éste, cuyo objetivo es terminar
con las policías municipales y reunir al resto de las fuerzas del orden bajo
una sola dirección por entidad federativa, lo presenta el ejecutivo nacional a
las cámaras en noviembre, cuando la Procuraduría afirma su veredicto: los
responsables fueron funcionarios locales y una pequeña mafia criminal asociada.
Vean, lo previmos,
dice nuestro gobierno: debe desaparecerse a los agentes policiales que dependen
de las alcaldías. Edgardo Buscaglia, el investigador
de la Universidad de Columbia especialista en México, afirma contundentemente
entonces: “Mando
único policial, conduce a una mafia única”.
A través del nuevo organismo, está convencido
el profesional, resultará más fácil continuar con la violación del “72 por ciento de las cláusulas de la
convención contra la corrupción, según un esquema desarrollado por la
Organización de las Naciones Unidas”, que se volvió norma en nuestro país (1).
Entretanto, las instituciones del Estado
protagonizan nuevas masacres. En la madrugada del 6 de enero siguiente se produce en Apatzingan,
Michoacán, lo que las averiguaciones de la prensa y los organismos de derechos
humanos califican de “crimen de lesa humanidad”, cometido contra dieciséis
personas, a partir de un plantón de autodefensas legalizadas, que en la plaza
central exigían se desarticulara el cártel de Los caballeros templarios.
El grupo de autodefensa denunciaba de paso que “las fuerzas militares
estuvieron impidiendo su avance”.
“La versión oficial fue que hubo un
desalojo y un supuesto fuego amigo entre un grupo determinado; la versión de
las víctimas es que hubo ejecuciones extrajudiciales contra civiles
desarmados”, explica una periodista sustentada en cuarenta y cuatro testimonios
muy plurales y seis actas de defunción prueba que “Policías
Federales cometieron ejecuciones extrajudiciales contra civiles
desarmados”, disparando al menos contra algunos de ellos a quemarropa con
“balas expansivas”(x).
El 22 de mayo en Tanhuato, Michoacán, se produce una variante de la masacre de Tlatlaya, en
junio pasado. Calificado como “el choque más mortífero en la historia reciente de
México (…) entre presuntos miembros de un cártel de las drogas y fuerzas
federales”, resulta en 42
supuestos criminales y un policía federal muertos. La absurda
desproporción de esta cifra señala algo distinto a un encuentro y la hermana de
uno de los abatidos dice que en el MP agentes la Policía Federal a sus espaldas
se jactaban de agarrar a los ahora occisos “como pajaritos en su nido”. Sobre
el rancho donde se hallaban los cuarenta y dos y otros, cayó un operativo
monumental, apoyado por unidades aéreas y según un diario estadounidense los “relatos de testigos y un informe de la CNDH indicaron
que al menos 12 civiles fueron ejecutados extrajudicialmente". Un
informante afirma que los cuerpos de seis víctimas estaban "quemados" y .una “mujer dijo que su esposo ´está
destrozado de la cara´ y que no tenía un ojo. Cree que todo fue por golpes que
le dieron.” Hay tiros de gracia en algunos cadáveres De acuerdo a algunos familiares, entre los fallecidos
había trabajadores sin nexo alguno con el crimen organizado”(3).
Si la tortura es el mensaje, como tienen por seguro los
expertos, el dejado en los restos de Julio César Mondragón es cada día más
monstruoso, por la creciente impunidad en el caso y en la actuación del Estado
desde el 26-27 de octubre.
Como a los padres de los cuarenta y tres desaparecidos
en la misma jornada, a la familia de Julio y su abogada no les queda más que
apelar a tribunales internacionales.
-0-
El 13 de junio, cuando este libro está por editarse, Anabel Hernández y
Steve Fisher, como parte de la investigación realizada por la revista Proceso
con apoyo de la Universidad de California en Berkeley, dan a conocer una entrevista que echa por
tierra “piezas clave de la versión oficial” sobre el 26-27 de septiembre:
“Oculto y en espera de
pasar a Estados Unidos, el juez de barandilla en la Policía Municipal de
Iguala aquélla noche, desmiente el dicho
de la PGR: ´los estudiantes jamás fueron llevados a esa base y (…)
tampoco llegaron policías municipales de Cocula´.
“Su
testimonio y documentos obtenidos para esta investigación –continúan los
periodistas- revelan que la peor parte de los ataques contra los normalistas ocurrió
cuando la Fiscalía General del Estado de Guerrero (FGE), el 27 Batallón de
Infantería y la Policía Federal estaban operando en las calles de Iguala.”
El
juez afirma que en las horas que la Procuraduría General de la República afirma
“los estudiantes fueron llevados a la base, un militar conocido como el
´Capitán Crespo´, del 27 Batallón de Infantería de Iguala, al mando de un grupo
de 12 soldados uniformados y armados realizó una minuciosa inspección en toda
la comandancia por más de 15 minutos. Poco después, señala García, llegó al
mismo sitio el subprocurador de Guerrero, Víctor León Maldonado, y tomó control
de la base por el resto de la noche y hasta las 8 de la mañana del día
siguiente”.
¿Cómo
afectaría esta declaración los dichos del Estado sobre el caso de Julio César?
Para empezar no podrían darse por buenos los informes respecto a la
presentación de los restos, y las absurdas conclusiones a las cuales llegó el
Semefo estarían empañadas por un dolo universal.
Palabras finales de Sayuri Herrera
Adónde se fue su gracia
y a dónde fue su dulzura
por qué se cae su cuerpo
como la fruta madura.
Cuando se muere la carne
el alma busca en la altura
la explicación de su vida
cortada con tal premura,
la explicación de su muerte
prisionera en una tumba.
y a dónde fue su dulzura
por qué se cae su cuerpo
como la fruta madura.
Cuando se muere la carne
el alma busca en la altura
la explicación de su vida
cortada con tal premura,
la explicación de su muerte
prisionera en una tumba.
Violeta Parra. Rin del
Angelito
Diez meses han pasado
desde la desaparición de 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa y la
ejecución extrajudicial de 3 más. No ha habido justicia. Ni por asomo la
voluntad franca de trabajar por el esclarecimiento de los hechos ocurridos la
trágica noche del 26 y 27 de septiembre en Iguala, Guerrero. Esa noche el joven
Julio César perdió la vida a manos de agentes del Estado adiestrados para
torturar y generar terror.
Desde que decidimos
responder al grito de dolor y de auxilio que oprime a su familia y a nuestro
pueblo sabíamos que la tarea no sería sencilla. Es por ello que el trabajo por
la promoción y la defensa de los derechos humanos es una militancia, una
vocación.
Trabajar en el caso
de Julio César ha sido un esfuerzo para que la gente voltee a mirar y escuche.
Es difícil porque es algo que a todos nos duele. Ha habido que enfrentar muy diversos
obstáculos, uno de ellos es que el terror hace que muchos no nos atrevamos a
tender la mano y el caso se encontró no pocas veces en el riesgo de quedar en
el olvido y la impunidad debido a ello. Como dice el padre Luis Pérez Aguirre:
“nos falta adquirir coraje para no temer el gemido del que sufre, la palabra
del pobre”.
Otro de los
obstáculos ha sido cómo funciona el sistema de justicia en México, más con un
sentido tramitológico que con un verdadero propósito de esclarecer los hechos y
proteger al inocente así como las implicaciones que tiene el hecho de que el
expediente esté disperso. Por lo que solamente el acceso los expedientes sobre
Julio Cesar demoró varias semanas, requirió varios viajes a Iguala e infinidad
de trámites. Más que una línea o una consigna de entorpecer este caso en
especial, lo que observamos es que la maquinaria está diseñada para ser así;
más que un compromiso con la impunidad, los funcionarios y el personal del
poder judicial son piezas de un mecanismo que se mueve según horarios,
escalafones y procedimientos. Ellos no ven víctimas, no ven madres, esposas y
hermanos dolientes sino cargas de trabajo, horas extra y muchos papeles que
sellar y, al final, archivar.
Lo que sigue después
del esfuerzo para visibilizar el caso y obtener los documentos necesarios para
su análisis es un esfuerzo más riesgoso, tras todo este camino andado hay que
levantar el dedo una vez más, señalar a los culpables y exigir sanciones.
Denunciar que Julio César murió torturado. Mientras el país y el mundo salía a
las calles a exigir que los desaparecidos fueran devueltos con vida, la familia
de Julio César regresaba a Tecomatlán con su cuerpo destrozado y en la íntima
calidez de su pueblo le daban sepultura. Ahora es que se levanta su voz de
tierra a cielo para exigir una explicación sólida sobre su muerte.
No esta demás decir
que la labor del movimiento de Ayotzinapa y la de todas y todos quienes nos
hemos solidarizado con las víctimas se ha venido desarrollando además en un
contexto sumamente adverso. Vivimos en un país en guerra.
Desde hace años el
país se ha visto inmerso en una guerra terrible con decenas de miles de muertos
y desaparecidos. Si los mexicanos no hemos logrado detenerla es en parte porque
no hemos logrado obtener claridad sobre su naturaleza. Desde el poder se nos
dijo que es una guerra contra el narcotráfico pero en realidad, es una guerra
del Estado y la oligarquía contra el pueblo.
Todos los días
escuchamos más víctimas, más gritos de ayuda. Sin embargo es importante no
vivir este momento con desánimo o desesperación, con el voluntarismo angustioso
de quien cree que todo depende exclusivamente de él. Nuestra esperanza no se
reduce a alcanzar una sentencia, que aunque importante, sabemos bien que la
única justicia posible, al final, está en la paz y la felicidad de nuestro
pueblo.
1. http://www.jornada.unam.mx/ultimas/2015/01/30/mando-unico-policial-conduce-a-una-201cmafia-unica201d-edgardo-buscaglia-3060.html
2. Laura Castellanos en http://aristeguinoticias.com/2104/mexico/la-masacre-en-apatzingan-apunta-a-un-crimen-de-lesa-humanidad-laura-castellanos-en-cnn/
3. La Jornada, 25 de mayo de 2015, y otras
notas periodísticas de los días a continuación.
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